34: No pressure (part 2)

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   Rápidamente, el pelirrojo cerró todas las páginas que estaba viendo (por si acaso Jon tomaba su celular), y se fue a abrirle la puerta.

   Los dos se fueron al sofá, llevándose las ricas pizzas que Beth les había dejado, y se pusieron a ver cualquier programa en la tele. Por un momento, Sherwin se olvidó totalmente de todo ese asunto de complacer a la pareja que lo ponía tan nervioso, sólo se dedicó a disfrutar la compañía de Jonathan. Todo marchaba bien, al rato ambos decidieron apagar el televisor, poner algo de música suave y mudarse a la mesa del comedor, para completar juntos sus tareas del día siguiente.

   El pecoso se quedó mirando a su novio mientras este estaba concentradísimo, subrayando oraciones esenciales en su libro de trabajo. Se quedó pensando si realmente él habrá pensado alguna vez en alejarse de su lado, y satisfacer sus necesidades físicas con otra persona. Eso realmente lo ponía bajo presión.

   En verdad aún no se sentía listo para avanzar a “segunda base” con él, pero quizás debía darse prisa. Simplemente no quería arriesgarse a perderlo, la sola idea lo entristecía.

(Nota: ¿Entienden? “Segunda base”. Jon juega béisbol, así que la frase queda perfecta :'v okay basta).

–Cariño, ¿Te encuentras bien?– preguntó repentinamente Jon, con una pizca de preocupación en sus ojos azules –Te noto algo raro.

   Sherwin pensó en la situación. Estaban completamente solos en la casa, ya que su mamá iba a volver en la madrugada, y si dejaba que pasen un par de horas más, ambos iban a empezar a sentirse somnolientos. Pensó que era un “ahora o nunca”. Ya no podía dudar más.

–Estoy bien, solo... M-me gustaría que vayamos a mi cuarto un momento.

   Jon siempre fue muy perceptivo. Notó que algo estaba dando vueltas en la pelirroja cabeza de su novio, pero trató de no mostrarse excesivamente preocupado. Cerró su libro con tranquilidad, y se puso de pie.

–Okay, vamos– sonriendo con calidez, estiró su mano, esperando a ser conducido al segundo piso de la casa.

   Ambos subieron las escaleras, hasta el cuarto del pelirrojo. Su lámpara de noche estaba en el nivel más bajo, lo que daba un aura muy confortable al ambiente. Una vez adentro, Sherwin cerró la puerta, y se quedó quieto, dándole la espalda a Jon. Este ya no podía disimular lo ansioso que se estaba poniendo, en serio temía que se tratara de una mala noticia, pero no quería sacar conclusiones. Sólo se quedó esperando pacientemente, y en silencio.

   Sherwin estaba contra las cuerdas. No sabía cuál era la manera correcta de comenzar.

   Se volteó y miró a Jon, de pie a unos tres metros de él. La mitad de su rostro y su cuerpo estaban iluminados por la suave luz de la lámpara, sus ojos azules lo miraban fijamente, sus labios se movían, como si estuviera tratando de decir algo, y pasaba su mano nerviosamente por su cabello, dejándolo un poco despeinado. Sherwin pensó que se veía totalmente cautivador, y tuvo un enorme deseo de acercarse y sentirlo. Asique decidió simplemente dejarse conducir por sus instintos.

   Dio unos pasos, y se detuvo justo frente a él. Durante los primeros segundos, sólo sus frentes estaban tocándose una con la otra. Luego fueron sus narices. Ambos cerraron sus ojos casi al mismo tiempo. La cálida respiración del otro era una tentación, como una fuerza magnética. Jon no entendía bien qué estaba ocurriendo, aunque le fascinaba tener a Sher tan cerca.

   Eventualmente fue él quien cedió a la tentación. Tomó la blanca mejilla de Sher con una mano, y avanzó, rompiendo los pocos centímetros que lo separaban de su boca. Ese beso comenzó lento, delicado, y poco a poco fue Sher quien empezó a controlar el ritmo del mismo, llegando incluso a jugar con su lengua dentro de la boca de Jon. Para cuando el moreno se dio cuenta, ya era un beso sediento, demandante, al punto que sus respiraciones comenzaban a ponerse pesadas. La sensación era deliciosa, pero él seguía pensando que algo no cuadraba.

Sherwithan One Shots (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora