Cinco meses después del lanzamiento de esta pieza de arte, sigo shippeando con mi alma a estos dos niños, al punto que tengo varias pequeñas historias formadas en mi cabeza.
No va a haber fecha de actualización, ni algún límite preestablecido de...
Antes de pasar a la historia, quiero compartir algo con ustedes:
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Básicamente ahí dice que este libro cumple con los requisitos para ingresar a los Wattys 2019, así que me inscribí. No espero ganar ni mucho menos, pero es un verdadero honor que la plataforma haya considerado esta historia. ❤ :'D
Ahora sí, lo que estaba esperando toda Latinoamérica unida: Sher y Jon viviendo juntos. 😍😍
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Esa tarde, Jonathan tenía entrenamiento con el equipo de béisbol. Los mismos pasaron de cinco a solamente dos veces por semana, ya que todos los chicos tenían muy poco tiempo libre por la preparatoria. Después del entrenamiento, iba a pasar por la casa de Chelsea y Brian, sus compañeros de la Preparatoria, para practicar la exposición que tenían la semana entrante (lo cual les tomó unos cuarenta minutos. El resto del tiempo lo pasaron divirtiéndose y haciendo bromas).
La tarde de Sherwin fue un poco parecida a la de Jon. Cómo salió temprano de la escuela, fue a la casa de Alex (nada especial, el pelirrojo simplemente extrañaba a su mejor amiga). Luego de pasar un rato de calidad con ella, fue a la casa de su compañera Sonia, y ahí se juntaron con otros chicos del salón para estudiar juntos y resolver dudas. Y como la biblioteca estaba cerca, pasó por ahí a buscar unos libros que Jon le había pedido que retire.
Ambos iban a reunirse en la noche. El punto de encuentro fue la casa de Jon.
Sherwin llegó a la casa Bravo, y fue recibido por su suegro. Enseguida se enteró de que Jon no había llegado todavía, así que fue a la cocina a ayudar al hombre con la cena.
Jon llegó un momento después. Pusieron la mesa, cenaron, y luego se quedaron charlando por un momento.
Hasta que se oyó un auto aparcando afuera de la casa.
Jonathan fue el primero en reaccionar a ello. Sin despegarse de su silla, se inclinó levemente hacia atras, para poder ver de quién se trataba.
–Es Beth– dijo el moreno, confundido –¿No le avisaste que te quedas a dormir hoy?
–Sí, pero no me respondió– dijo el pelirrojo, a la vez que sacaba su teléfono y revisaba la conversación con ella, para corroborar lo que acababa de decir.
