22: Oh, hamburgers!/Happiness

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   Volvió a suceder, yo quería que sea un oneshot, y en el proceso se convirtió en dos historias chiquitas :'v
   Igual que la otra vez, ambas suceden consecutivamente, pero pongo una separación de asteriscos como ésta ********* entre una historia y otra.

   ¿Recuerdan que Jonathan durmió una semana en la casa de Sherwin, cuando su papá tuvo que viajar por trabajo? Bueno, ahora sucedió al revés. La madre de Sherwin tenía que ir al otro Estado, para asistir a una serie de conferencias empresariales que durarían tres días. Durante ese tiempo, su retoño no podía quedarse solo, por lo cual éste empacó todo lo necesario para pasar ese pequeño tiempo en la casa de su novio.

   Esteban, a diferencia de Beth, no dejó ningún colchón junto a la cama de su hijo. Él simplemente suponía que iba a ser en vano, viendo como éste siempre estaba abrazando a su novio, era evidente que estarían muy a gusto sintiendo el calor del otro al dormir.

   Y tuvo razón. Luego de cenar hamburguesas, los tres vieron juntos alguna película en Netflix, y finalmente se fueron a dormir a sus respectivas habitaciones.

   Durante las primeras tres horas, todo estuvo más que bien. Los muchachos durmieron arrullados por la respiración y el calor del cuerpo del otro. Todo muy reconfortante, muy acogedor...

   Hasta que Jonathan se despertó de repente, sintiéndose muy mal.

   Claro, sólo un par de horas atrás, comerse una cuarta hamburguesa completa pareció una idea genial... Pero en ese momento, sujetándose el vientre con molestia, se arrepentía muchísimo de aquella decisión.

   No podía seguir acostado. Se sentó con cuidado, intentando no despertar a su chico que dormía plácidamente a su lado, ajeno a todo eso que le estaba sucediendo. Tomó su celular para ver la hora, eran casi las 3:50 de la madrugada. Se sentía muy mal en serio, probablemente no iría a trabajar a la biblioteca al día siguiente. Su estómago daba vueltas, y producto de la molestia estomacal, comenzó a tener también un fuerte dolor de cabeza.

   Se puso de pie lentamente, volteándose un segundo para corroborar que el ángel seguía dormido. Salió de su cuarto, caminó hasta el baño y se arrodilló frente al inodoro. Sabía que no debía provocarse el vómito, si su contenido estomacal salía, tenía que ser una acción automática de su cuerpo.

   Pero no podía. Eso que daba vueltas en su estómago y que lo hacía sentir tan mal no podía salir por si mismo.

   Se quedó así unos momentos, con los ojos cerrados. Decidió que entonces tomaría algún medicamento para quitarle esa molestia. Abrió el botiquín, y por desgracia, los antiácidos y pastillas para dolores estomacales estaban vacíos. En realidad en esa casa, el botiquín de medicamentos era algo que se recargaba una vez al año más o menos, porque los Bravo se caracterizaban por su impecable salud. Un dolor estomacal o cualquier otra enfermedad o molestia física era algo totalmente inusual en ellos.

   Soltó aire, caminó a su cuarto, volvió a acostarse junto a Sherwin, y trató de descansar. Pasaron diez minutos. Veinte. Treinta. No podía dormir. Al rato el dolor de cabeza se fue, pero el estomago seguía dándole vueltas. El joven se retorcía levemente boca arriba por aquella molestia, manteniendo sus ojos cerrados.

–¿Aún no puedes dormirte, bonito?– la mano de Sherwin paseó por su cabello desordenado. Jon abrió los ojos al oír esa voz adormilada.

–No– murmuró, mirándolo –Me duele el estómago. Me desperté hace un rato.

–¿Tomaste algún medicamento?– un ya totalmente despabilado Sher se acomodó de lado, para poder hablarle más cómodamente.

–No tenemos nada para el dolor de estómago, ya revisé...– Jonathan soltó un suspiro –Vuelve a dormir, mi amor. Ya pronto me sentiré mejor y me dormiré también.

Sherwithan One Shots (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora