Praslin.

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  ~Calle~

Llegamos al embarcadero de Praslin veinte minutos después, bajamos de la moto encargándosela a una de las personas que cuidaban ahí.

Poché entrelazó su mano a la mía y caminé con ella a la entrada de aquella reserva; llevaba una pequeña mochila en la que cargaba con agua y algo de fruta. Para llegar a las cascadas era necesario caminar al menos tres kilómetros y aunque me daba pereza todo eso distraía mi mente.

Nos adentramos en un ambiente de muchos árboles y plantas que me había causado intriga ya que todo eso estaba dentro de una isla en medio del océano.

Cruzamos un puente colgante bastante largo que nos llevaba a más flora perteneciente a esa zona. Después de haber caminado unos cuarenta minutos tomamos un descanso cerca de un mirador.

—Ya no quiero seguir caminando —Me quejé bebiendo del botellón de agua.

—Ya casi llegamos —Me animó mientras mordía una manzana.

—Nos falta más de un kilómetro, y estoy sudando ya horrible —Comenzó a reír masticando otro pedazo de aquella fruta.

—Yo también estoy sudada mi amor pero no me desagrada este lugar, ¿A ti si? —Preguntó mientras veíamos pasar a una pareja que corría hacia el interior de la isla.

—¿Cómo es que pueden correr? —Me volví a quejar observando a Poché quién se ponía de pie.

Se colocó detrás de mí y pasó sus brazos por encima de mis hombros.

—Falta poquito, vamos, ¿Sí? —Pronunció para luego besar mi mejilla.

Acepté levantarme y seguir nuestro camino que duró al menos otros cuarenta minutos; habíamos caminado un poco más lento que al inicio pero finalmente el sonido que emanaba el agua de la cascada al caer se hizo presente en mis oídos.

—Llegamos —Declaró mirándome.

Su aspecto lucía cansado, se había amarrado su cabello por encima e su cabeza en una coleta, sus mejillas estaban coloradas y ahora era ella la que bebía agua.

—Me gustas tanto —Solté sin más dejando un beso pequeño en sus labios.

Me dedicó una sonrisa ofreciéndome agua, la cual acepté sin duda alguna.

Caminamos cinco minutos más y por fin todo eso que habíamos caminado estaba siendo compensado por tan maravillosa vista que teníamos.

Omitiendo a los demás visitantes y que todo el sitio estaba rodeando de más plantas, al centro se encontraba aquel mural que hacía parte de la cascada, por el cual el agua caía inundando el espacio en donde las personas podrían refrescarse o nadar un rato y contemplar el paisaje.

—Esto es hermoso —Ella asintió volviendo a sujetar mi mano, está vez me pidió que tuviera cuidado ya que teníamos que caminar por encima de las piedras.

Tomé asiento a lado de aquella obra de arte hecha por la naturaleza, a mí otro lado estaba la cascada.

Se sentía a la brisa del agua al caer cosa que me inspiró a meterme a nadar.

Me quité el conjunto que llevaba quedándome en traje de baño, y le pedí a Poché que fuera conmigo.

Pasamos toda la tarde en aquel sitio, ese rato en contacto con la naturaleza me había servido para aclarar las ideas de mi cabeza.

—¿Nos vamos ya? —Escuché decir a Poché quién ya tenía la mochila colgada en su espalda.

—Me encantó mucho venir aquí, gracias —Sonreí tras darle un beso mientras sujetaba su cintura.

Quiéreme otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora