30.

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Apoyé una de mis orejas contra la puerta principal. Solo escuchaba pasos y algunos gruñidos.
Golpeé la puerta.
-Pasa-. Pude escuchar su voz a través de esta.
Sentía un revoltijo en mi estómago, no podía controlar mi ansiedad.

Abrí la puerta lentamente.
La oficina era un desastre.
Todo estaba en el suelo, su escritorio volcado, montones de documentos en el suelo, las botellas de su mini bar estaban todas quebradas con el alcohol esparcido en el suelo.
Las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas. La oficina completa estaba en oscuridad, a pesar de la pequeña luz que emitía el televisor, en el cuál Stark se encontraba viendo, sentado en uno de los sofás, con la única botella sobreviviente de su bar en su mano.
La televisión estaba en silencio, lo único que se podía leer era aquella portada la cuál había causado todo este problema.
-Señor Stark... vi las portadas esta mañana, lo lamento mucho- Mi voz se escuchaba estúpidamente temblorosa. -No, tu no lamentas nada Strange.- Me miró directamente. -Señor Stark, no sé de qué está hablan...- Le vi apretar los puños. -¡No me interrumpas, imbécil!- El gritó tan repentino me sorprendió, decidí no refutar más y guardar silencio. -¿Tu leíste esto?- Alzó el diario para que lo viera, oh dios. -¿Alguna vez lo hiciste?, no me mientas.- No podía decir nada, temblaba de pies a cabeza. -¡Respóndeme Strange!- Se acercó violentamente hacia mi. -S-si...- Su mirada se expandió completamente. Parecía desmoronarse. -Pero... escucha, Tony, tienes que creerme, yo no vendí esa información, yo no sería capaz de traicionarte así-. En un movimiento sorpresivo, me tomó por el cuello de mi camisa ejerciendo mucha fuerza en esto. -¿Si? Entonces, si tu no hiciste nada, ¿quién mierda pudo haber sido, hijo de puta?- Tenía miedo de decir algo, sentía que si abría la boca, me golpearía enseguida. -¡Dime!, ¡Habla!, ¡Ahora!- Pero por otro lado, si no decía nada, también me golpearía. -El día de la conferencia... cuando tu me enviaste a buscar tu teléfono... y-yo... yo vi a alguien husmeando en tu oficina... t-tenía algo en su mano, en ese momento... no sabía que era... no sabía que era tu diario Stark.- Me tomó del cuello, rodeando mi piel con ambas manos. -¿No sabías?, ¿Cómo que no sabías?, ¿Acaso eres idiota, Stephen?- Podía ver cómo sus ojos marrones comenzaron a inyectarse en sangre, las venas de sus brazos se hacían mucho más visibles debido a la fuerza que ejercía en mi cuello, a penas podía respirar. -Escucha... T-tony, lo lamento muc...- Apretó su agarre mucho más. -¡NO ME DIGAS TONY!- Me soltó de la nada, dejándome caer al suelo. Pude ver como se retorcía, ya había vivido esto antes. Lo había liberado, ahora El vendría por mi. Me aleje lentamente de el, mientras escuchaba sus fuertes quejidos de dolor, podía ver cómo sus uñas se enterraban en su propia piel. Anthony estaba luchando, luchaba contra el mismo. Comenzó a arrastrarse acercándose al escritorio volcado anteriormente, se aferró a este, vi lágrimas correr por su cara.
Y ahí me encontraba yo, plasmado y aterrado. Me recordaba a aquellas noches de pasión, pero esto... esto era algo distinto, ahora tenía miedo.
Se levantó torpemente mientras me observaba fijamente. -Stephen, ¿ves lo que haz hecho?- Su voz se escuchaba profunda. -Me las vas a pagar- Al decir esto, comenzó a caminar a pasos largos hacia mi. Sabía lo que vendría ahora.
Traté de correr, pero el miedo y la oscuridad eran una mala combinación. Debido al alcohol esparcido en el suelo me resbalé. -¡Mierda!- Había caído encima de restos de vidrio. -Quiero que sepas Strange, que jamás perdono a quienes me traicionan. Jamás.- Luego de esto, me escupió directo en la cara. -Stark... tienes que escucharme, ¡No fui yo!- Antes de dejarme terminar, acercó su pie a mi muñeca y comenzó a pisarla sin piedad. Movía su pie en círculos y cada vez aplicaba más fuerza. No pude contener los gritos de dolor, a lo cual, el me respondía con una sonrisa. -¡Fue Steve! ¡El estaba leyendo tu diario ese día! ¡fue el!- Levantó su pie levemente. No dijo nada, solo me observaba. -Solo déjame en paz... por favor.- Dije entre vagos sollozos sosteniendo mi mano. -Solo quiero estar en paz...- Me miraba mientras le rogaba algo de piedad. -Strange...- Se alejó levemente. -¿Sabes que?- Tomó uno de los trozos de vidrio que se encontraban en el piso. -No te creo nada.- Se agachó enfrente de mi, se encontraba cerca de mi cara. Cerré los ojos por el terror, solo podía sentir su respiración en mi frente y el tacto del vidrio recorrer mi traquea. -Pero, te daré una oportunidad más.- Pude sentir cómo comenzaba a ejercer más presión en mi cuello. -Vamos Strange, di la verdad.- Seguía sin abrir la ojos, no podía ver su cara, no podía. Simplemente sollozaba en silencio, rezando a ciegas. -Esa... esa es la verdad, Stark, lo juro.- Comenzó a cortar mi cuello, lentamente, el de verdad disfrutaba mis gritos de dolor.
Pude sentir cómo se levantó, abrí los ojos. Me pateó la cara, pisó mi torso, lo cual solo hizo que los pequeños pedazos de vidrio esparcidos en el piso se incrustaran más en este. Me arrastró brutamente hasta una pared. -Es una lástima tener que dañar una cara tan linda.- Su dedo recorría mis pómulos. Me limité a no responderle nada. Nuevamente, tomó el trozo de vidrio y comenzó a cortar mi cara, recorriéndola completamente y sin olvidar ningún detalle. Dolía, como el infierno. No podía moverme, estaba rendido y cansado. Mi cuerpo estaba tan dañado como mis manos. No tengo por qué luchar. Perdí a Tony. Lo perdí todo.
-¿No dirás nada? ¿Harás esto aún más patético?- Lo observé y escupí la sangre que se acumulaba en mi boca. - Vamos Stephen, te estoy dando la oportunidad, no seas rudo.- Suspiré, observé todo el lugar, le miré directo a los ojos. -Te amo, Anthony.- Cerré los ojos y esperé mi destino. Descansar al fin.






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