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-Es sorprendente cómo cambia la ropa a las personas -comentó él con ironía, cuando BaekHyun protestó diciendo que tenía suficiente ropa como para que le durara toda la vida-. ¿Quién podría dudar de tu pureza al verte con estos trajes y creer que la ropa de un muchacho «sociable» sería más adecuado a tu personalidad?

-Me sorprende que no me comprases ropa de ese estilo -estalló BaekHyun, agotado de que lo vistiesen y desvistiesen como a un muñeco -, aunque solo fuese para recordarme «lo que soy», en el caso de que me entusiasmase con mi nuevo papel.

Los ojos de ChanYeol brillaron de tal forma, que el menor deseó no haber dicho nada.

-Tal vez lo haga -dijo él en voz baja -, y así podrás entretenerme con todos los trucos que aprendiste de tus amantes anteriores -susurrando en su oído; luego se dirigió hacia la encargada que se encontraba cuantos metros de ellos y después de una mirada dubitativa a BaekHyun, la mujer desapareció, para regresar con un traje que hizo que el joven portador contuviese el aliento.

Era de seda, color azul rey, y él se estremeció mientras la ayudaban a ponérselo. Siempre le había agradado pensar en tener un traje de seda, pero ahora le pareció algo despreciable.
Era un traje apropiado para un joven portador muy seguro de sí mismo o para uno que quisiese dejar en claro el hecho de que estaba disponible, y en ambos casos a BaekHyun no le gustó.

-Fue diseñado para una estrella de cine -explicó la dependienta.
A BaekHyun no le sorprendió. Era un modelo muy extravagante.
Se negó a mirar a ChanYeol mientras él lo observaba.
-Nos lo llevaremos -comunicó ChanYeol con calma a la encargada.
Ésta le miró extrañada, pero se limitó a ordenar que lo fuesen preparando.
-Servirá para recordar que mi esposo representa la pureza de lo inalcanzable para otros hombres, pero fui yo quien lo desposo.

El menor se ruborizó, estaba furioso. ¿Cómo se atrevía ChanYeol a hacerle eso?
La dependienta parecía intrigada cuando volvió con BaekHyun al probador.
¿Habría interpretado la mujer las palabras de su esposo como insinuación de que pronto querría estar a solas con él, como recién casados?
ChanYeol eligió varios trajes más, pero sus compras no terminaron allí. Después, lo llevó a una zapatería muy elegante en la que compraron zapatos y complementos para cada ocasión.

Cuando salieron a la calle a BaekHyun le daba vueltas la cabeza. ¿Qué haría ChanYeol con toda esa ropa cuando él se fuera? ¿Tal vez se la daría a su verdadero esposo? Tragó saliva con dificultad y siguió contemplando los escaparates de las elegantes boutiques por las que pasaban. En otras circunstancias, el simple hecho de pasear por Rue du Faubourg Saint-Honoré hubiese sido placentero, pero con ChanYeol a su lado, más bien resultó una prueba extenuante.

-Con eso tendrás bastante por el momento -comentó él con frialdad después de llevarlo a una tienda de productos cosméticos, donde ordenó a la empleada que les proporcionara todo lo que a BaekHyun le fuese bien para quedar perfectamente maquillado, según su tono de piel, forma de rostro y facciones.

-¿No desentonará con la imagen del joven e inocente recién casado? -preguntó BaekHyun al observar como la empleada llenaba una bolsa de cuero con diferentes productos para maquillarse, dentro de lo que reconoció sombras y delineadores para los ojos.
-El contraste llamará la atención -respondió el mayor sin mirarle -. Los franceses son rápidos en captar los matices, y no tardarán en ver detrás del esposo en ropa inmaculada que experimenta con maquillaje exótico, al joven fértil que responde a las lecciones de su amante.
-Incorpore también productos para una rutina completa para el cuidado de su piel -dirigiéndose hacia la vendedora -. Tu piel es suave... -susurró mientras acariciaba la mejilla del menor.

BaekHyun se sintió enfermo.

Todo lo que ChanYeol estaba haciendo tenía como fin crear una imagen que él mismo pensaba que era falsa, lo hacía exclusivamente para satisfacer su orgullo personal. Era inconcebible que un Chauvigny se casase con un libertino, como el francés creía que su esposo era, por ello sentía la necesidad de crear un espejismo, un «BaekHyun real».

El menor estaba agotado cuando regresaron al hotel, y para finalizar su horror se enteró de que cenarían en la suite.

-Eso es lo normal -le dijo ChanYeol con indiferencia-. Saben que nos casamos esta mañana y es natural. Ningún francés pasaría su noche de bodas con otras personas -le arrojó una caja -. Te pondrás esto. Jessica tiene muchos amigos en París, la mayoría de de ellos suelen cenar al menos una vez por semana en este hotel. No quiero que se corra la voz de que el nuevo consorte de Chauvigny cenó con su marido vestido de lino azul.

-Mi ropa no tiene nada de malo -protestó BaekHyun, acalorado -. Tal vez no sea costosa, pero... -se quedó en silencio al mirar el contenido de la caja, un camisón y una bata de pura seda blanca - ¡No puedo ponerme eso! -protestó tembloroso -¡Es... no puedo ponérmelo ChanYeol!
-¡Puedes y te lo pondrás! -alzando su tono de voz -Aunque yo mismo deba vestirte... Sería algo que ninguno de los dos disfrutaría. El ver a un joven fértil, como tú vistiendo tal símbolo de pureza, profana todo lo que creo. Póntelo -ordenó cortante -. Déjate el pelo despeinado y ponte un poco de maquillaje. Tienes una hora.

¿Una hora para hacer qué? ¿Podría huir? ¡Ni pensarlo! ChanYeol tenía su pasaporte y su billetera. Por la mañana, el menor se había dado cuenta de que no los tenía, imaginándose de inmediato quién se los había sacado del bolso, que sin darse cuenta se había dejado en el salón.
No dejaba de pensar en el camisón blanco mientras se movía por el dormitorio, retrasando el momento en que tendría que cambiarse.
Se duchó, se sintió débil al verse desnudo en el espejo. Deslizó las manos por los brazos, estremeciéndose de pronto al tratar de imaginar lo que sentiría si estuviese casado con Kris, y éste fuese quien lo estuviera esperando al otro lado de la puerta. Su corazón latió con fuerza y tuvo que reconocer con amargura que no hubiera sentido ni una milésima parte del temor que experimentaba en ese momento.
Tal como había sospechado, el camisón que parecía tan puro y virginal en la caja, no era nada de eso.

La seda acarició su pálida piel, deslizándose suavemente por su cuerpo, antes de caer en suaves pliegues a sus pies. La bata era de una tela suave, que tenía detalles iridiscentes, por lo que le daba a su piel un brillo especial.

 [ChanBaek] Black MailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora