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—¿Dónde pudo haber ido?

Rose estaba consternada. Era cierto que no le advirtió a BaekHyun que lo visitaría, pero como ChanYeol estaba en París, pensó que el menor estaría solo, sin embargo el ama de llaves le informaba que BaekHyun no se encontraba en el castillo.

—No se fue, se perdió —protestó con fiereza la cocinera.
Las tres estaban en la cocina, donde había entrado Rose pensando que encontraría a BaekHyun.
— El conde BaekHyun no estaba en su cuarto cuando Claire le subió el té —le dijo a Rose —. Siempre me avisa de cualquier cambio, pero hoy, nada. He notado que extraña al señor conde, y tal vez por eso se alejó del castillo. Va a pasear todas las tardes, pero siempre regresa a la misma hora.
—¿Lo han buscado? —preguntó preocupada Rose.
El ama de llaves encogió los hombros.
—El conde BaekHyun es el dueño, y nosotros no tenemos por qué preguntar por su paradero.
—Él no dijo que pensase salir —insistió Rose —, y ahora no lo pueden encontrar, ¿no es así?
Al ver que el ama de llaves permanecía en silencio, evitando contestar, se dirigió a la puerta.
—Llamaré al señor conde y a mi esposo. Tenemos que registrar toda la propiedad para encontrar a BaekHyun —extendió la mano y le dijo a la mujer —Entrégueme las llaves para que pueda buscar en todas las habitaciones. Usted organice a los hombres para que registren los jardines y los campos.

Rose se disgustó cuando la mujer se resistió a entregarle las llaves. Observó que la actitud fue tan impertinente, que casi parecía que quería que le sucediese una desgracia a BaekHyun.
Phillipe consiguió comunicarse con ChanYeol. Al principio fue cortante, pero cuando su amigo le explicó el asunto, le dijo que regresaría de inmediato.

El ministro le preguntó si pasaba algo malo.

—Un asunto personal. Debo partir de inmediato, pero ¿puedo utilizar su teléfono? Tengo que hacer un par de llamadas, y no quiero que exista cruce de llamadas con el mío.

Solo había una compañía de taxis en Chauvigny y el tren de París paraba allí dos veces al día. Cuando se aseguró de que BaekHyun no había utilizado ninguno de esos medios de transporte para escapar, abordó un taxi, fue a su hotel y a la media hora de haber recibido la llamada de su amigo, iba de regreso a Chauvigny, conduciendo tan rápido, como si pensase suicidarse.

En el momento que llegó al patio, la puerta se abrió y él preguntó:

—¿Ya lo encontraron?
Phillipe movió la cabeza negando.
—Hemos buscado por todas partes. He enviado a Rose a casa, pero los hombres y yo hemos revisado los campos, el bosque, el castillo, incluso los sótanos donde almacenan el vino.
—El conde BaekHyun nunca hubiese bajado solo allí —interrumpió Pierre cuando ChanYeol frunció el ceño, encogió los hombros, disculpándose —Perdóneme, pero observé su reacción cuando una vez bajó con Phillipe. Trató de ocultarlo, pero estaba atemorizado. A algunas personas les afecta mucho estar bajo tierra.
—¿Y nadie lo ha visto? Llamen a todo el personal —ordenó ChanYeol —. No puede haber desaparecido porque sí, alguien debe haber visto algo.
—Ya hemos hablado con todos, ChanYeol —dijo Phillipe —. La última vez que lo vieron fue por la tarde. Paseaba por el jardín con madame Gertrude.
ChanYeol se dirigió al ama de llaves.
—¿A qué hora fue eso?

Ella le contestó con toda la calma que pudo. Cuando encerró a BaekHyun en el sótano, lo único que quería era asustarlo para que se fuese del castillo, tal como había planeado madame Jessica, pero Rose le quitó las llaves y ahora las tenía Phillipe, y ella estaba demasiado asustada como para confesar lo que había hecho.

—Buscaremos de nuevo —decidió ChanYeol —. El castillo es enorme.
—¿No sería más prudente avisar a la policía? —sugirió Phillipe —. Tú busca en el castillo, Pierre y yo miraremos afuera.
—Veo que ya tienes las llaves —apuntó presuroso ChanYeol.
—Sí, pero Rose no encontró las puertas de éstas —apartó dos llaves y Pierre las examinó con el ceño fruncido.
—Éstas abren la puerta del sótano donde tenemos los vinos viejos, y la más pequeña ya no se usa. ¿Alguien buscó allí? —preguntó ChanYeol.

Nadie se percató que madame Gertrude palidecía y comenzó a temblar al oír la pregunta.

—¡Pero no puede estar allí! No hay razón... —Pierre se rascó la cabeza. Pero antes de que pudiese terminar, ChanYeol se fue y Phillipe le siguió.

Con las prisas, la señora Gertrude había olvidado cerrar con llave la puerta del sótano de los vinos, abriéndose en cuanto ChanYeol la tocó, el foco que había producido sombras de terror para BaekHyun, iluminó las polvorientas botellas.
—Alguien estuvo aquí —afirmó ChanYeol cuando vio la botella contra la que BaekHyun se apoyó cuando el ratón lo asustó —. Dame las llaves de la bodega.

Phillipe y Pierre se quedaron atrás mientras ChanYeol abría la puerta de madera. ¿Cómo diablos podría estar BaekHyun allí?
La puerta se abrió y en la oscuridad no pudieron ver nada, excepto a ChanYeol inclinado levantando algo con cuidado.
—Pierre, llama al médico —ordenó, alzando su tono de voz.
BaekHyun tenía frío. Había estado flotando en un mundo suave y seguro, pero alguien trataba de sacarlo de allí. Protestó en voz alta, retorciéndose para alejarse de los duros dedos sobre su hombro, y de pronto pensó en lo que había tratado de olvidar. Gritó, parpadeando, sintiendo alivio al percatarse de que ya no estaba encerrado en esa oscura prisión de la que creyó nunca escaparía.
—¡ChanYeol!
El mayor se detuvo y BaekHyun notó por primera vez, que los brazos que le sostenían con tanta seguridad, eran de su esposo. Las lágrimas le rodaron por las mejillas.
—Madame Gertrude me encerró —dijo muy bajito, le dolía mucho la garganta y no pudo vocalizar bien las palabras. ChanYeol no lograba entenderle.
—Calla, chéri —lo tranquilizó —. Ahora estás a salvo. Te llevaré a nuestra habitación y enseguida vendrá el médico. Hablaremos más tarde de todo esto, cuando hayas descansado.

BaekHyun no necesitó que se lo dijese dos veces; era un alivio relajarse y cerrar los ojos escuchando los tranquilizadores latidos del corazón de ChanYeol. No sintió deseos de alejarse de su lado, y cuando le colocó sobre su cama después de cerrar la puerta del dormitorio, lo observó con los ojos todavía llenos de sufrimiento, pero sin protestar cuando su esposo comenzó a quitarle la ropa sucia. Lo hizo con tal cuidado que volvió a llorar.

Además de sus manos heridas, tenía raspaduras en sus brazos, las cuales se había hecho con la piedra de los muros, la sangre seca se mezclaba con el polvo que cubría sus heridas.
Oyó maldecir a ChanYeol y cuando abrió los ojos, le vio pálido.
—Quédate tranquilo —le sugirió —. Voy a por un poco de agua para lavar tus heridas y luego el doctor te las verá.

Pero no hubo tiempo, el médico entró en la habitación antes de que ChanYeol regresase del baño. Su actitud animó bastante a BaekHyun. Aparentemente no tenía nada grave, le explicó a ChanYeol en francés, quien le señalo que se había quedado encerrado en el sótano. El médico le dijo que de todas formas, le recetaría algo para el susto.

—Nada de drogas —protestó BaekHyun con esfuerzos, pero tenía que hacerle una pregunta al doctor y con los ojos le suplicó a ChanYeol.
Cuando él se inclinó y puso el oído cerca de sus labios, consiguió susurrar tembloroso:
—El bebé.

Las lágrimas brillaron en sus ojos, al pensar en el pequeño e indefenso ser que llevaba en su interior.

 [ChanBaek] Black MailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora