09

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Los ojos de BaekHyun estaban más abiertos que de costumbre, y su cabello bien acomodado. Se agachó a recoger las zapatillas que estaban en la caja, y que también hacían juego con la bata de seda. Se movía con elegancia y naturalidad.
Cualquier hombre se hubiese sentido atraído por él e intentado capturar esos movimientos antes de que se le escaparan para siempre, y él daba gracias a Dios de que ChanYeol lo despreciara tanto como para no sentirse conmovido por su aspecto.

Su esposo lo estaba esperando cuando entró en el salón y la mirada que le dirigió no le molestó, éste usaba una bata de seda con un monograma en el bolsillo. BaekHyun se estremeció al darse cuenta de que debajo de la prenda no llevaba nada.

—¡Ven!
No se le ocurrió negarse. Tenía los labios secos por el temor y la tensión, se los humedeció mientras él lo estudiaba.
—Tal vez te regale el conjunto para tu verdadera noche de bodas —comentó por fin —. Se lo podría conceder a ese pobre enamorado tuyo, viendo el ángel que hay en ti vestido así.
—Pero, por supuesto que tú sabes más —por alguna razón comenzaba a fastidiarle a BaekHyun su insistencia en condenarlo por algo que no había hecho y por proyectar en él una imagen falsa —. ¿Y qué te hace pensar que él no me ha visto vestido así? Todo el mundo sabe que hay parejas que conviven antes de casarse.
—Los bostonianos tienen muchas cosas en común con los franceses. Él nunca te hubiera sugerido el matrimonio si hubiese pensado que te podía obtener de otra manera —replicó ChanYeol con crueldad —. No, le engañaste con tu fingida inocencia, pero no puedes hacerlo así siempre, a menos que pienses asistir a una de esas clínicas que por una suma considerable «reparan daños» —remarcando lo último.

BaekHyun se puso tan blanco como el camisón, y su mano dejó huella sobre la piel de su esposo después de darle una bofetada. Jamás había reaccionado con tanta violencia, y le avergonzó haberlo hecho en ese momento, pero lo que él le había dicho, había sido un tremendo insulto.
—Eres un...
ChanYeol lo tenía prisionero entre sus brazos, sin importarle su incontrolable temblor.
—Si realmente fueses mi esposo, no descansaría hasta que hubieras pagado por esa malévola acción —dijo entre dientes —. ¡Nadie golpea a un Chauvigny y se queda sin castigo!

El corazón de BaekHyun latía aceleradamente, sentía que su bata no era suficiente para evitar que sus latidos traspasasen la tela. No podía apartar los ojos de las marcas que sus dedos habían dejado sobre la mejilla de ChanYeol.

—Tú te lo has buscado —dijo, decidido a no dejarse atemorizar.
—¡Y tú te buscaste esto! —replicó ChanYeol y le oprimió los labios con los suyos, como si intentara quitarle por completo el deseo de desafiarle de nuevo.A

El menor trató de mover la cabeza, pero los dedos de ChanYeol le tiraban tanto del cabello, que el cuello le quedó arqueado hacia atrás, y sus labios oprimidos por los de su esposo, mientras insistía en darle una lección.
El brazo libre rodeaba su cintura y cuando; intentó zafarse, él subió la mano abriendo su bata para acariciarlo, lo cual provocó un estremecimiento en el menor. De inmediato ChanYeol levantó el rostro para observar sus ojos.

—Debes haber estado mucho tiempo sin amante —le provocó —¿Qué es lo que ansía tu cuerpo, BaekHyun? ¿Esto? —volvió a acariciarlo —¿Acaso, esto? —inclinó la cabeza para besarle el cuello con sensualidad, y BaekHyun no pudo evitar emocionarse.

Nunca nadie lo había acariciado así. Nadie se había mostrado tan dueño de su cuerpo, de sus deseos más profundos y secretos.

—¿O esto? —añadió ChanYeol con dulzura, cogiéndolo en brazos, atravesó con él, el salón hacia la intimidad de su propia alcoba.
BaekHyun no había estado allí, pero solo pudo ver los pesados muebles de caoba y la sombra de la enorme cama.

Los últimos vestigios de cordura le urgieron a protestar, pero se ahogó con rapidez bajo las manos expertas de ChanYeol, mientras lo colocaba sobre la cama y con destreza le quitaba la bata de seda.

El corazón le latía al joven fértil desenfrenado y decidió mirar a un punto fijo dentro de la habitación porque era incapaz de soportar el escrutinio de ChanYeol, pero éste lo obligó a mirarle a los ojos.

—Estás dejando que tu papel se apodere de tu verdadero yo —lo incitó —. No soy el primer hombre que te ve así, BaekHyun, aunque me da la impresión de que raras veces te has mostrado tan frío y virginal.

A pesar de las crueles palabras, su voz era tan seductora que adormeció sus temores.

—¿Sabes que aquel verano pensé seducirte? Parecías tan fresco e inocente, o por lo menos eso pensé. Me dije que no podía arrancar una planta todavía en flor, pero para entonces otro ya lo había hecho, ¿no es así mi pequeño joven fértil experimentado?

BaekHyun no pudo contestar. Sintió un nudo en su garganta. No se podía imaginar a ChanYeol reprimiendo sus deseos debido a su inocencia. ¿Fue así realmente? Por supuesto que no.

Las manos sobre su cuerpo le hicieron protestar. Él lo silenció con un beso tan dulce y tierno que BaekHyun sintió como si el fuego recorriera su cuerpo, levantando sus brazos hacia su acompañante, quien lo acariciaba sin compasión, incapacitándolo para controlar sus reacciones. Ansiaba apartar la bata de ChanYeol para sentir su piel tibia junto a la suya y eso lo consternó. Nunca había deseado eso de Kris..., pero es que su prometido nunca lo había acariciado de esa forma.

Sin embargo, algo en la mirada de ChanYeol detuvo su inmediata reacción, que era de abrazarle.

—Tal vez en el futuro te lo pienses dos veces antes de levantarme la mano de nuevo —dijo con frialdad, bajándose de la cama —. Ambos sabemos que querías provocarme para que te poseyera, para que apaciguara tu insaciable apetito, pero creo que éste es un castigo más apropiado. Para un joven fértil de tu experiencia, confiaste demasiado, querido mío —resaltando con desprecio las últimas palabras —, ¿o acaso pensaste que ver ese cuerpo, me haría olvidar lo que oculta? ¡Ahora vete de mi habitación!

Mientras se lo decía cogió el teléfono. BaekHyun recogió la bata, tratando de controlar el dolor que le embargaba. Aquello de que lo excitase para poder insultarlo después, no volvería a suceder.

—Si vas a pedir la cena, yo no quiero nada —dijo con amargura—. No tengo hambre.
—¡Mentiroso! —gritó, volviéndose para ver el cuerpo del joven fértil todavía a medio vestir —. Pero no iba a pedir la cena. Quiero que vengan a cambiar la cama. Detesto dormir en sábanas sucias.

BaekHyun palideció, tambaleándose ligeramente al dirigirse a la puerta. Nunca había sido sometido a tal humillación, y de pronto se le ocurrió confesarle la verdad, decirle que todas las pruebas de sus acusaciones eran injustas. ¿Pero qué objeto tenía? Probablemente lo escucharía con la misma arrogancia con que lo excitó y luego se burlaría de él por permitirle las intimidades de las que solamente Kris debió haber tenido derecho.

Consiguió llegar a su habitación. En el salón estaba el carrito de servicio con la cena y al pasar, el olor de los alimentos le provocó náuseas.

Una vez en su habitación, se metió bajo la ducha, dejando que el agua golpeara con fuerza su piel, pero cuando salió seguía sin sentirse limpio, porque no solo había deseado, sino también respondido a las caricias de ChanYeol.

No hubo lágrimas, estaba por encima de eso. ChanYeol tuvo razón, aquella noche aprendió una lección que nunca olvidaría. Le quedó una huella en la piel y otra en el alma.
Solo dos veces en su vida había visitado el infierno que los amantes, hombres y fértiles se enseñan unos a otros, y las dos veces fue ChanYeol quien hizo de guía. Nunca, debía haber una tercera vez. El horror de lo sucedido amenazaba con abrumar su sentido común normal.

Dirigir la mirada hacia el teléfono, sintió el deseo de oír la voz amable de Kris y rogarle que lo alejara de ChanYeol... pero si lo hacía, él querría saber el porqué y simplemente, sentía que no podía decírselo. Había traicionado su confianza; había permitido que otro hombre lo conociera íntimamente.

Algo lo despertó durante la noche. Su rostro y almohada estaban mojados por las lágrimas, y mientras seguía acostado en la oscuridad de la habitación, pensó que el sonido que lo despertó fue su propio llanto. No había llorado así desde... desde aquel verano en que cumplió dieciséis años.

 [ChanBaek] Black MailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora