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—Ahora coge tú a la niña, BaekHyun —le pidió Rose —. Quiero tener una foto tuya con ella... y tuya también, ChanYeol. Abraza a BaekHyun —le ordenó —. Así está mejor.

El menor se quedó rígido en cuanto su esposo puso la mano en su cintura. Estaban parados afuera de la pequeña iglesia normanda en Chauvigny, el sol no calentaba demasiado.
BaekHyun se sintió sorprendido y halagado cuando Rose y Phillipe, le habían pedido a ChanYeol y a él que fuesen padrinos de la pequeña Claire Jeanne; y en ese momento, mientras tenía a la bebé en sus brazos, el menor trató de ahuyentar la ola de ansiedad que amenazaba con apoderarse de su cuerpo.

Faltaban tres meses para que naciera su hijo, y la trampa en que se había convertido su matrimonio con ChanYeol, lo dejaría inmóvil por completo.

Cuando le devolvió la niña a Rose, le sonrió a la joven. La maternidad había hecho florecer sus mejillas, cualquier persona que observase a la pequeña familia no podía dudar de su felicidad.
Después del bautizo,  habían invitado a su casa a todos los asistentes. BaekHyun había pasado la mayor parte del tiempo ayudando a Rose a preparar un buffet frío.

Cuando ChanYeol lo ayudó a subirse al automóvil, le miró de reojo.
Desde la noche del baile, él se había comportado como un extraño. Seguían compartiendo la misma habitación... él había insistido en ello, pero lo trataba con frialdad. Cuando lo veía le preguntaba que qué tal se encontraba y el menor le respondía con la misma amabilidad, sin que ninguno de los dos dejara de pensar que su matrimonio era un infierno que tenían que soportar por el bienestar de su hijo.

—¿Estás bien? —no se había dado cuenta de que lo observaba —. Pareces cansado.
—Estoy bien —era mentira.
En su última visita al médico, éste le había dicho que estaba delgado y que debía comer alimentos nutritivos. BaekHyun reconoció con tristeza que necesitaba más que comida para despertar su apetito; el amor de su esposo, que nunca tendría.

Los ojos se le llenaron de lágrimas al recordar la ternura con que Phillipe miraba a su esposa e hija.
Jessica y su padre asistieron al bautizo y estaban en la casa cuando ChanYeol y BaekHyun llegaron.

—Todavía no te he felicitado, ChanYeol —comentó el señor Trouville, sonriente —. Le he dicho a Jessica que ya es hora de que se vuelva a casar y de que me proporcione nietos.
—¡Niños! —Jessica protestó con la mirada fija en el vientre de BaekHyun —. Te dejan un cuerpo horroroso. Ya sé que el deber de una esposa es proporcionarle un hijo a su marido, pero las que después se dedican a la educación de sus hijos, se vuelven muy aburridas. ¿No te parece. ChanYeol?

ChanYeol sonrió.

—Nadie podría imaginarse que tú te volvieses aburrida, Jessica —fue su único comentario.
No se dijo nada más, pero BaekHyun supo que Jessica le recordaba sutilmente lo que él había dejado y que tal vez todavía estuviera esperándole.

—Debes descansar, chéri —le ordenó Rose —. Estás pálido y ChanYeol nunca me perdonaría si te agotaras demasiado. ¿Ya tienes todo listo para cuando llegue el niño?

BaekHyun movió la cabeza de un lado a otro, negando. No había preparado nada para la llegada de la criatura, esperando sin saber cómo, poder escapar del castillo y de ChanYeol, pero en lo profundo de su ser, sabía que eso era imposible. ChanYeol nunca le permitiría marcharse, no ahora.

La fiesta terminó bastante pronto, a BaekHyun le dolía la espalda de tanto estar de pie. Rose y Phillipe, los acompañaron al automóvil, y Rose frunció el ceño cuando vio que su rostro continuaba pálido.
Se había encariñado mucho con BaekHyun, y su instinto le indicó que no todo le iba bien a su nuevo amigo, y no eran tan íntimos como para que se atreviera a preguntarle qué le sucedía.

—Tienes que cuidarlo, ChanYeol, no está bien. Es una etapa difícil para un joven fértil, sobre todo cuando está lejos de su familia.
—¿Es cierto, chéri?—preguntó con suavidad, acariciando la mejilla de BaekHyun.
La fingida ternura era para cubrir las apariencias delante de sus amigos.
BaekHyun lo sabía, pero le fue imposible evitar responder a su caricia, al cerrar los ojos, evitando la verdad, le sintió como genuino... ese calor de los dedos masculinos sobre su piel, la mirada tierna y sus labios rozándole la sien.
—¿BaekHyun? —lo abrazó con fuerza, obligándolo a levantar el rostro —. ¿Te encuentras mal? ¿El niño...?

El menor cerró los ojos para relajarse contra su pecho.
Por supuesto... toda su preocupación era por su hijo, no por él.

—Simplemente estoy cansado —se apartó de su esposo, para que no viese las traicioneras lágrimas y para que los demás invitados no adivinasen que había querido prolongar el contacto físico, que ChanYeol parecía estar ansioso por terminar.
—Mañana iré a Nantes —dijo ChanYeol cuando partían —. Tengo que unas negociaciones pendientes. Necesitarás cosas para el niño... ¿Te gustaría ir conmigo o prefieres que las pidamos a París?
—¿No te importará?
Lo que quiso decir realmente, fue que si no le molestaba que lo acompañase, pero ChanYeol frunció el ceño.
—A mí me da igual, pensé que querrías elegir tú mismo las cosas. Sin embargo, me doy cuenta de que mi hijo no puede despertar en ti el mismo cariño maternal que si hubiese sido de tu ex prometido.

La voz del mayor se volvió muy dura durante esa conversación, y por un momento, BaekHyun estuvo a punto de decirle cómo se sentía con ese hijo, pero si lo hacía, se traicionaría por completo y su relación ya estaba bastante tensa, sin que tuviera que añadir la carga de su amor no correspondido.

—Me gustaría ir contigo —dijo el joven fértil —. Mi pregunta era es porque no quería ser un estorbo.
—Si pensase eso, no te pediría que vinieses conmigo —dando por finalizada la conversación.

Cuando llegaron al castillo, ChanYeol desapareció en dirección a los sótanos.
El vino estaba a punto de ser trasegado y BaekHyun supuso que el mayor querría supervisarlo personalmente. El embarazo estaba drenando su energía, se sentía cansado y no tenía ánimo para comer solo en el salón, así que pidió que le subieran una bandeja a la habitación.
Una de las jóvenes camareras se la llevó, y BaekHyun lo único que hizo fue mirar los alimentos con apatía.

Sabía lo que pasaba, estaba deprimido por la falta de amor en su matrimonio, deseaba el amor de su esposo. Alejó la bandeja y leyó una vez más la carta que había recibido aquella mañana de sus padres.

La noticia de su matrimonio les había sorprendido, y alegrado; su madre pensaba ir a Francia cuando naciese el niño. También le confesaban que Kris nunca les había caído bien, y que siendo él una criatura tan apasionada, no hubiese sido feliz con un hombre tan frío como era su ex prometido.

Tal vez era así, pero tampoco hubiese conocido la agonía en que vivía ahora, anhelando lo imposible.
Estaba dormido cuando ChanYeol entró y no pudo ver la forma en que le miraba.
Para sorpresa de BaekHyun, a la mañana siguiente le encontró abajo en la salita donde el menor solía desayunar y le recordó que irían a Nantes.

—Ahora te traerán unos croissants recién hechos —le informó él, acercándole una silla para que se sentase —. Yo ya he desayunado.
—Yo no quiero nada —BaekHyun comenzó a protestar, pero ChanYeol hizo caso omiso y casi le obligó a comerlos.

 [ChanBaek] Black MailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora