15

4.3K 506 17
                                    

Su esposo se movió a su lado y el deseo lo embargó.
Supo que si ChanYeol se daba la vuelta en ese momento, y le abrazaba, no podría evitar que descubriera lo equivocado que estaba en la imagen que tenía de él, agradecía en parte, lo poco probable de que aquello ocurriese.

El clima no cambió, el calor continuaba. Los hombres salían todos los días para regar y nutrir las vides. ChanYeol había mandado a dos de sus trabajadores para ayudar a Phillipe; mientras la tierra se secaba, esperando la vivificante caricia de la lluvia, la tensión se había apoderado de la atmósfera de aquel lugar.

La cena que organizaron para los amigos viñadores de ChanYeol, había pasado sin incidentes que comentar. A BaekHyun la mayor parte del personal parecía aceptarlo como dueño del castillo, y con el permiso de ChanYeol, se había encargado de las mejoras correspondientes al salón de baile.

Aquella mañana habían terminado los trabajos del salón, BaekHyun había bajado a examinar la habitación recién pintada; estaba decidido a que la celebración por la vendimia, que a su vez marcaría el término de su forzada estancia en el castillo, fuese memorable, y recordase mucho después, aún cuando se olvidasen de él mismo. Estaban confirmados cuarenta invitados para la cena, muchos de ellos pasarían allí la noche.
ChanYeol le había entregado las listas, luego de la cena, habría un baile, al que por lo menos cien personas asistirían. Cuando salió del salón, BaekHyun subió a la torre sur. Le dolía la cabeza, y prefirió dirigirse a una de las habitaciones a descansar.

Desde allí podía ver las diminutas figuras de los hombres inclinados, trabajando en las vides; ChanYeol estaba entre ellos, para evitar la sequía que amenazaba sus cosechas. Los rayos de sol se extendían sobre todo el terreno, formando una especie de alfombra, el calor del verano entraba a través de las estrechas ventanas y de pronto, BaekHyun quiso dar un paseo.
Cambiando su elegante traje de lino, por unos pantalones vaqueros y una camisa que le quedaba un poco grande, salió corriendo por el patio y atravesó las vides.

Más allá de los jardines del castillo y de los campos de uvas, había un pequeño bosque donde ChanYeol iba a montar casi todas las mañanas y, sin darse cuenta de ello, BaekHyun siguió el polvoriento y seco sendero. Había un arroyo del que cogían agua para regar los jardines del castillo, el cual había disminuido su caudal, pero era agradable estar tumbado sobre la hierba escuchando su murmullo. Adormilado y en paz consigo mismo por primera vez desde que llegó al castillo, cerró los ojos.

Cuando los volvió a abrir, su primer pensamiento fue que debió haber dormido durante horas, por lo oscuro que estaba, pero luego se dio cuenta de que la oscuridad era debida a los nubarrones que cubrían el cielo. Se levantó, corría una brisa muy fresca, que lo hacía temblar. Una mirada a su reloj le dijo que ya se había hecho tarde para cenar y mientras buscaba el sendero que lo había llevado al pequeño bosque, oyó los primeros truenos que anunciaban tormenta, seguidos de rayos que iluminaban todo.

Su primer pensamiento fue de alivio al saber que tendrían lluvia, sin embargo cuando regresase al castillo estaría empapado.

Por un momento se quedó parado con el rostro levantado, dando la bienvenida a la lluvia que caía sobre su cuerpo, empapando el campo y luego se dio la vuelta para marcharse. Se asustó al ver a un caballo con su jinete en la salida del pequeño claro donde había estado durmiendo.

—¡ChanYeol! —fue hacia él, dándose cuenta de que la camisa mojada se le pegaba a los hombros.
Otro trueno apagó su voz y el caballo retrocedió atemorizado.
—¿Dónde estabas? —maldijo su esposo, desmontando furioso.
BaekHyun tenía los ojos clavados en los hombros contrarios. Los árboles los protegían de la lluvia.
—Me dormí...
—¡No te burles de mí! —exclamó él furioso —. Hace dos horas que te estoy buscando. Uno de los hombres te vio salir del castillo...
—¿Dónde pensaste que había ido?
Su disgusto lo sorprendió, pero su respuesta fue ahogada por otros truenos más fuertes. El caballo relinchó desafiando a los elementos de la naturaleza, para luego huir, dejándolos solos.
—Tu caballo...
—Estará bien. Va directo al establo. A Satán no le gusta la lluvia, que es más de lo que puedo decir de ti. ¿No te asustan los truenos?
—No, me encantan, son estimulantes —BaekHyun rió —. ¿A ti te asustan?
No hubo respuesta, ChanYeol lo miraba detenidamente.
—Supongo que debí haberlo adivinado —murmuró con voz ronca —. Cualquier cosa tan elemental y llena de pasión como ésta, tenía que excitarte, ¿o no? —suspirando —Está bien, BaekHyun, me rindo...

Mientras hablaba le abrazó, besándolo en la boca, destruyendo todas las barreras que había elegido con determinación; la tormenta y ChanYeol parecieron fusionarse y convertirse en un todo antes de que pudiese defenderse. Cuando su esposo lo tendió sobre la hierba húmeda, él no trató de impedírselo.

Fue como si estuviese soñando. No sintió vergüenza cuando ChanYeol le quitó la camisa, el pantalón o su ropa interior, y se deleitó mirando su cuerpo desnudo. Su esposo inclinó la cabeza y el joven supo que intentaba besarlo, pero en vez de dejarlo, él puso un dedo en los labios contrarios y comenzó a desabrocharle la camisa, en su cuerpo sintió el recorrido de sus dedos, con besos ligeros que le hicieron gemir apasionado.
De pronto, BaekHyun reconoció en silencio, de que aún lo amaba. Algo en lo profundo de su ser se estremeció y supo sin ninguna duda, que la culminación apasionada y casi violenta de un amor juvenil, que había comenzado hacía seis años, era algo que no podía esperar más. La luz de un rayo iluminó sus cuerpos; a su alrededor habían diferentes olores, principalmente olor a uvas y petricor; la humedad les llegó a la piel pero BaekHyun apenas lo notó. Gemía de placer, sus frenéticos movimientos eran prueba de que había perdido el control. Era incapaz de razonar en ese momento.

Aquella noche, BaekHyun pensó que no era Byun BaekHyun, ni siquiera el esposo de ChanYeol, sino un joven fértil, una persona que había incitado y despertado a un hombre hasta impulsarle a tener necesidad de hacerlo suyo de la única manera que podía..., poseyéndolo, en medio de truenos y relámpagos siguió con aquel juego amoroso sabiendo que ninguno de los dos se detendría.

Cuando pasó todo, el mismo se asombró de la intensidad de su pasión, al recordar cómo había acariciado de forma desenfrenada a ChanYeol. Habían estado en la cima del éxtasis.
Podía oír la respiración de ChanYeol cerca de suyo. BaekHyun tenía el cuerpo húmedo por la lluvia.

—¡Eras virgen! —de pronto ChanYeol lo acusó y BaekHyun ladeó la cabeza —. ¡Dios mío, lo que querías era adquirir experiencia! Toma, ponte esto.

El menor se vistió sin mirarle, su anterior felicidad quedó ahogada por el malestar que lo invadió. ¿Qué había esperado? ¿Qué lo tomara en sus brazos y le jurase amor eterno?
¿Qué le dijese que amarlo era la cosa más bella que había experimentado nunca?
Las caricias que le deleitaron sin duda eran muy normales para su esposo. Deseaba mirarle, sin embargo, no se atrevió, para que no pudiese descubrir la verdad en sus ojos. Ahora que la pasión se había apagado, comenzaba a dolerle el cuerpo, al ponerse la camisa sintió dolor en los brazos e hizo un gesto. ChanYeol lo cogió de la muñeca y comentó:

—Al igual que las uvas, te magullas con facilidad, BaekHyun. ¿A qué diablos estabas jugando? —estalló impaciente, como si ya no pudiera ocultar su disgusto —. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Me hubieras creído? No debes preocuparte, con esto no pretendo obligarte a seguir en este matrimonio, ChanYeol.

Observaba a su esposo con ironía. ¿Había pensado que trató repentinamente de obligarle a continuar casado con él, al descubrir que era virgen? ¿Creyó que lo movían los intereses materiales, o peor aún había adivinado que se había enamorado de él?
—Hace años me condenaste por una carta, que ni siquiera había sido escrita por mí —continuó BaekHyun —. Lo que ha pasado esta noche, ha pasado, y no me da vergüenza que así haya sido —levantó la cabeza orgulloso, deseando que sus ojos no lo traicionaran, para que él no supiese sus verdaderos sentimientos—. Lo que hemos hecho me ha producido un enorme placer, ChanYeol —confesó con valentía.

—Pues bien, la próxima vez que quieras experimentar con algo peligroso como el sexo, búscate a otro..., no me gusta sentirme como un conejo de laboratorio.

Se fue, dejándolo que regresara solo, destrozado.
Entró en el castillo sintiéndose muy desgraciado, Nadie le preguntó la causa de su ausencia, ni de la humedad de su cabello y ropa, pero no había señales de ChanYeol. Subió a la habitación negándose a cenar, y aunque se quedó despierto hasta tarde, él no llegó.

Ésa fue la primera noche que durmió solo.

 [ChanBaek] Black MailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora