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Al llegar de nuevo a casa era tiempo de dormir a Nat, y para eso hay que hacer el baile del sapo, ahora me odio por acostumbrarla a dormir con esa canción.

-Bien cariño, ya duerme- Le di un beso en la frente y me retire de la habitación.

Empecé a recoger la ropa y ponerla en una maleta, según Matthias tendríamos que estar mudadas en dos o tres días.
Dejar esto nos hará bien, dejaré todo atrás, todos los demonios que me atormentan, todas las cosas espantosas que viví aquí. O al menos trataré de hacerlo.

-Mami no puedo dormir- Giré para ver a Nat con su pijama parada en medio de la habitación.

-Ven aquí- Se sentó a mi lado, junto al desastre que había echo con la ropa.

-Mami quien es el hombre?-Me preguntó.

-Que hombre?-

-El de la casa grande-Ahora ya sé a quien se refiere.

-Vas a saber quien es muy pronto, no te preocupes- Acomode su cabellera rubia a un lado, había heredado todo de Matt.

Oh no Samanta ya empiezas a llamarle Matt, corta esto de raíz.

La voz en mi mente intervino, como la odio.

-Todavía no puedes dormir?- Le pregunté a Nat después de un rato.

-Si, ya me voy- Me dió un abrazo y se fue a dormir. Cosa que yo también hice.


-Mami! Despierta! Mami!- La aguda voz de Natalie me despertó.

-Que pasa?- Pregunté aún medio dormida.

-No despertaste- Miré la hora en el reloj, las once de la mañana y Nat aún no come.
Me paré rápidamente e hice el desayuno de Nat, luego la alisté e hice lo mismo conmigo.
Y luego hubo que terminar de empacar lo poco que nos llevaríamos, que cabía en dos maletas.

-Mami a donde vamos?- Nat tiró de mi pantalón.

-Nos mudaremos de casa, viviremos en otro lugar- Le contesté.

-No volveremos más a aquí?- Asentí.

-Ya no más-

Ahora dejaría el infierno atrás, para enfrentarme con el mismo demonio.

-Mami tocan la puerta- La voz de Nat me sacó de mi ensimismamiento, vaya que estaba sumergida en mis cosas.

-Están listas?- Un impecable Matthias Bennet se presentó en mi puerta con jeans y un abrigo negro, era perfección en toda su expresión, ahora entiendo porqué me gustó en la universidad.
No juegues con fuego Samanta, te puedes quemar.

De nuevo ignore la voz en mi cabeza.

-Si, lo estamos-Lo invité a pasar, de inmediato fue con Nat, esto si que se está poniendo serio.

-Hola Nat, lista para mudarte?- Matthias la levantó del piso.

-Si!-Contestó Nat con su voz chillona.

-Ya nos podemos ir Sam?- Me preguntó, Asentí en un suspiro.
Mire por última vez el lugar en donde había pasado los últimos dos años, es un asco, al igual que las cosas malas que aquí pasaron.
Pero ya no volveré a este lugar.

-Bien, vamos- Salimos de allí, nos fuimos en su coche hasta Manhattan, en donde él vivía.

-Aqui vivirán a partir de ahora, se que no te gustan las cosas ostentosas pero ya me conoces Sam- Vaya que me conocía.

-Gracias por esto, Matthias- Aunque no quisiera estar aquí a Nat le haría bien.
No quiero que ella corra con la misma suerte que yo, sin un padre y viviendo cosas espeluznantes por culpa del dinero.

-No es nada Sam, ahora todo irá bien. Podré estar con mi hija, y tal vez logre arreglar las cosas contigo- Sonreí ligeramente.

-Si que eres optimista- Dije divertida.

-Ya lo hice una vez, no voy a dudar en hacerlo de nuevo-

-Es Bueno que confíes en ti mismo-Conteste todavía con una sonrisa desafiante.

-Esa es la Samanta que conozco-Sonreí abiertamente, como no lo había echo en mucho tiempo.
Maldito Matthias esto es lo que causas en mi.

-Matthias, tu nunca me terminaste de conocer- Dije mirando a otro lugar que no fuera su rostro, porque si lo veía a los ojos lo abrazaría como una idiota.

-Quizá logre hacerlo ahora que te encontré de nuevo- Dijo casi en un susurro.

-Quizá- Terminé la conversación. Me introduje más en la nueva casa, Nat ya había empezado a correr por el lugar.
Era unas cincuenta veces más grande que mi casa, y los ventanales dejaban ver toda la ciudad. Era simplemente hermoso.

2 AÑOS DESPUÉS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora