Capítulo 2. Revelaciones

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-Es que... ¡Buah!, deberías haberlos visto. Estábamos rodeados y cada vez venían más. Salían de todas partes.

Caminaba describiendo círculos en medio del salón. La pobre alfombra persa estaba siendo víctima de su trote incesante.

-Y entonces... -detuvo su andar de improvisto, enmarcando así su silencio, para mirar a Alex con el rostro lleno de una emoción desbordante-, atacamos en grupo y finalmente se rindieron. Esos seres se marcharon con el rabo entre las piernas o eso dijo Mick, ¿se dice así, no? -preguntó ganándose un asentimiento por su parte. Alex intentaba, sin éxito, conseguir que, una excesivamente nerviosa Kara, se sentara a su lado en el sofá. Tras el aspaviento número diez desistió, dejando caer los brazos a su costado a la vez que suspiraba con resignación. Tendría que comprar otra alfombra.

-Y Barry con su supervelocidad, Ray con su traje especial y Sara lanzando patadas a diestro y siniestro como dice Martin, es que...deberías...

Un cojín impactó en su cara impidiéndole terminar con su monólogo.

-Alex, ¿por qué has hecho eso?

-Era la única forma de hacer que te callaras. La kryptonita se la llevó tu primo, ¿recuerdas? -bromeó, aunque con un deje de molestia. El gesto ofuscado de su hermana la divertía. Kara pareció entender el mensaje y se acomodó junto a ella.

-Perdona, pero fue genial -repitió por enésima vez provocando que Alex pusiera los ojos en blanco. Se estiró cuan larga era y una sonrisa atontada ensanchó sus facciones.

-Aunque... -se incorporó apoyando las manos sobre las rodillas. Estaba visto que no podía estarse quieta.

-¿Aunque? -inquirió Alex al ver como su hermana en lugar de seguir hablando se sonrojaba.

-Me pasó una cosa rara... Bueno... no sé... es que Sara no paraba de mirarme continuamente y yo pensé que era porque no había visto nunca un alien pero siempre que nuestra miradas conectaban me sonreía o me guiñaba un ojo. Es una chica rara -concluyó.

Alex mantenía el gesto impasible. La Kara ingenua era realmente adorable. Había llegado el momento de hacerla un poco de rabiar. Escucharla hablar durante más de una hora de sus aventuras contra los Dominators describiendo cada detalle de sus nuevos aliados era demasiado.

-Pues sí que es raro, sí -dijo, intentando parecer seria pero falló estrepitosamente. Era imposible tomarla en serio si su cara sufría espasmos por culpa de la risa contenida.

-¿Qué te hace tanta gracia? -preguntó Kara, mientras se cruzaba de brazos.

-Lo siento -se disculpó-. ¿Recuerdas lo que hacías cuando te gustaba James?

-Sí, pero yo... ¡Qué!... No, no, no, no...

Se levantó del sofá como si éste quemase.

-¿De verdad?

Su cara había adquirido una tonalidad rojiza nada despreciable. Frunció el ceño, pensativa. Intentaba hacer memoria.

-No. Solo estaba siendo amable. ¡Si no me conoce de nada! -exclamó con rotundidad.

-No lo sé. Tú sabrás. Yo no estaba allí.

-Pues eso tiene fácil solución -comentó, cambiando de tema-. Cisco, el amigo de Barry, me dio un objeto que es capaz de crear puertas entre nuestros mundos. Así podré visitarlos cuando quiera -añadió con entusiasmo.

La mente científica de Alex envió una señal luminosa a sus ojos, los cuales brillaron ávidos de conocimiento.

-Creo que deberíamos guardarlo en el D.E.O. En malas manos puede ser muy peligroso -dijo, aunque Alex hacía rato que no la escuchaba. En su lugar, buscaba con la mirada el objeto que había mencionado Kara con la intención de posar sus manos sobre él. Quería saber de lo que era capaz Cisco Ramón. Seguro que a Winn también le gustaría saberlo.

-Mañana, Winn y tú, tendréis todo el tiempo del mundo para analizarlo -se apresuró a prometer Kara intuyendo el rumbo de sus pensamientos-. Ahora toca peli y manta. ¡Es noche de hermanas! -exclamó como si fuera una niña pequeña-. Yo elijo, así que veremos una comedia romántica. A ver en qué lío se mete esta vez Jennifer Aniston.

-Vale, pero tú haces las palomitas.

-¿En serio? ¿Ni un amago de protesta? ¡Un momento! -entrecerró los ojos con sospecha-. ¿Quién eres tú y dónde está la verdadera Alexandra Danvers?

-Kara, ¡déjate de tonterías!, y trae la peli antes de que me arrepienta. Espera -gritó haciendo que se detuviese y la mirara como si hubiese perdido el norte-, las palomitas mejor las hago yo. Valoro demasiado mi cocina.

-Ja, ja. Muy graciosa. Entonces cojo la bebida.

"Ni que no supiera controlar mis poderes a estas alturas" pensó mientras abría la nevera. Lo hizo con tanta fuerza que sacó la puerta de sus goznes.

-¡Uy! -exclamó antes de volver a colocarla en su sitio. Quizás Alex tenía razón.

Con el imprevisto olvidado, dos botellas de cerveza danzaban en sus manos de canino al sofá.

-No las muevas así. Ya verás después al abrirlas -la regañó Alex. Estaba claro que ella era la hermana mayor.

Al poco, ambas se encontraban en disposición de empezar su sesión de cine: cuenco de palomitas en el regazo y cerveza en la mano.

-Oye, Alex, ¿desde cuándo bebes cerveza negra? -quiso saber, mientras pasaban los rótulos iniciales.

-Desde nunca, ¿a qué viene esa pregunta? -cuestionó sin apartar la vista de la pantalla de plasma.

-Entonces, ¿por qué tienes varias botellas en la nevera?

-¿Qué? Yo no... ¡Oh! -abrió los ojos comprendiendo-. Es que... Verás...

Se había puesto nerviosa sin motivo aparente.

-¿Te estás sonrojando? ¡Espera! ¿Maggie ha estado a aquí?

Alex paró la película visto que el rostro de Kara mostraba una mezcla de emociones, entre preocupación y cabreo.

-Vino hace un par de días, después de conseguir arrestar a Lillian Luthor. Me dijo que la vida era demasiado corta y que debía hacer lo que sentía sin perder el tiempo.

Alex sonrió al evocar la imagen de la detective. Ese detalle hizo que Kara se relajase. No era la Alex que se había encontrado en ese mismo apartamento completamente hundida. Su rostro emanaba paz y eso solo podía significar dos cosas: había superado el rechazo y volvían a ser amigas o Maggie la correspondía.

-¿Y? -cuestionó Kara, deseosa de resolver el enigma.

-Me besó, y la besé... y.... fue... fue... ¡Dios! No sé cómo describirlo.

-Mágico -dijo Kara con ciertos ojos azules en su retina.

-Sí y no. Fue torpe, necesitado, deseado -hizo una breve pausa-. Real. ¡Eso es! Fue real.

Kara observaba sus reacciones con una sonrisa, las analizaba cuidadosamente y la conclusión era evidente: Alex parecía feliz, completa. La agente continuaba hablando, ajena al escrutinio de Kara, quien, espontáneamente, la abrazó.

-Me alegro por ti, Alex. Te lo mereces. -susurró en su oído-. Siempre lo has hecho.

Era un abrazo totalmente diferente al de la otra vez. En esta ocasión el corazón de Kara latía preso de la alegría y no estaba contraído por la tristeza y la rabia. Tras unos instantes, se separaron.

-Ahora quiero saber más cosas de mi cuñada. Seguro que ella tiene algo que ver en que me hayas dejado ver una fantasiosa cursilada.

Alex iba a responder cuando sintió su teléfono vibrar en el bolsillo.

-Es un mensaje de Maggie. Han entrado en L-Corp y... -una suave brisa la dejó sin terminar de hablar. Kara ya no estaba allí-... Lena no estaba en su despacho.

Nueva Era (SuperCorp) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora