Sobrevolar la ciudad siempre la tranquilizaba. Sentir el aire golpeándole el rostro, jugando con su pelo la hacía sonreír. Sin embargo, esta vez no lograba mantener una dirección fija. Tras varios minutos oscilando peligrosamente entre los edificios, Kara decidió posarse sobre una azotea. Descendió lentamente. No quería dejar una huella en el suelo. Desde donde se encontraba podía visualizar todo National City. Era una imagen digna de admirar. Cada día apreciaba un matiz diferente en la ciudad, como si se fuera mostrando poco a poco para que nunca la terminase de conocer. Evolucionaba a la vez que lo hacían sus habitantes. Suspiró para acto seguido tomar una gran bocanada de aire y dejarla salir entre sus labios. No sabía cómo seguía todavía respirando. Creía que Lena se había quedado con su último aliento. La culpa le atenazaba el pecho. Le había hecho daño. Justo lo que trataba de evitar a toda costa. La pregunta era cómo iba a solucionarlo. Herir a Lena era como herirse a sí misma. Las mentiras nunca llevaban a buen puerto. Debería haber confiado en ella tiempo atrás. Lena había demostrado su lealtad, sus ideales, su honestidad. Merecía la verdad. No obstante, sabía lo que era perder a su familia, el desgarro que ello suponía, un agujero de tal calibre que ni los recuerdos eran capaces de llenarlo. No le había quedado más remedio que aprender a vivir con su ausencia. En momentos como el que estaba viviendo su falta era más acuciante. Necesitaba las palabras de su padre, los abrazos de su madre, que alguien mitigase el dolor de alguna manera, que lo hiciese más llevadero. Un dolor del que era la única responsable, lo cual no la hacía sentir mejor.
Observaba las calles buscando evadirse de sí misma cuando escuchó un grito procedente de uno de los múltiples callejones que hacían más peligrosa la ciudad por la noche. No se lo pensó dos veces y se dirigió hacia allí. Un hombre corpulento perseguía a una chica entre unos contenedores. Kara se situó entre ellos con los brazos en jarra.
-La carrera se acaba aquí, amigo. Yo que tú daría media vuelta si no quieres terminar en los calabozos.
-Cuidado -gritó éste con una mirada de pánico.
Kara se dio la vuelta justo a tiempo para ver un puño dirigirse hacia su cara. No pudo esquivarlo a tiempo y el golpe la lanzó hacia atrás con violencia. Algo no iba bien. Un líquido rojizo resbaló por su barbilla. Estaba sangrando.
-¿Cómo...?
-Supergirl -gritó de nuevo el hombre para llamar su atención. Esta vez Kara pudo bloquear el golpe y de paso observar con atención a quien había osado ponerle un dedo encima. Era una joven pelirroja de constitución delgada. Había fiereza en sus pupilas. Era humana, lo cual no tenía sentido. ¿Cómo podía plantarle cara con esa bravura?
-Me ha robado -dijo el hombre alzando la voz otra vez. A pesar de estar asustado no se había ido. Él era la víctima. Kara había malinterpretado la escena. El hombre la perseguía para recuperar una pequeña bolsa que la joven llevaba colgando del cuello. Kara se fijó en las manos de su rival. Un destello verde la cegó momentáneamente. Un cosquilleo recorrió su espina dorsal. Lo que veían eran puños americanos de kriptonita. Por eso la herida en su rostro. Tenía que quitárselos como fuera. Sin embargo, no podía acercarse a ella sin sufrir las consecuencias.
-Ya no eres tan valiente, ¿eh? -dijo su adversaria con sorna-. ¿No te gusta el verde?
La chica lanzaba puñetazos al aire intentando hacer contacto.
-¿De dónde has sacado eso? -cuestionó Kara mientras buscaba la manera de romper la distancia. Intentó usar sus rayos láser para despistarla, pero nada salió de sus ojos. ¿Cómo podía afectarla tanto?
-¿No te sientes bien, Supergirl?
-¿De dónde los has sacado? -repitió a duras penas. Comenzaba a tener dificultades para mantenerse despierta.
-Márchate, Supergirl. Márchate -escuchó decir tras de sí con vehemencia. Buscó el origen de esas palabras. El dolor se hacía cada vez más intenso. Sus ojos apenas podían permanecer abiertos. Unos ojos azules la miraban de vuelta.
-Lena -susurró antes de perder la consciencia.
Los pasos acelerados de Alex resonaban en la sala de operaciones del D.E.O. La agente no paraba de dar vueltas de un lado a otro.
-Es que no me lo puedo creer. No me lo puedo creer. ¿Cómo se le ocurre? -hablaba en voz alta ante la atenta mirada de Maggie, la cual ya no intentaba hacer que se detuviera-. Es que quiere que la maten. ¡Dios! La voy a matar yo en cuanto despierte.
Habían tenido que sacarla de la habitación en la que Kara estaba siendo atendida. Sus manos no paraban de moverse por el nerviosismo. Maggie cansada de verla deambular sin ningún tipo de criterio la tomó entre sus brazos. Alex apoyó la cabeza en su cuello sin dejar de temblar.
-Nunca la había visto así, Maggie. Nunca.
El miedo escapaba de sus palabras envolviéndolas a ambas.
-Se pondrá bien. Es una Danvers -susurró Maggie en su oído tratando de calmarla. Poco a poco el pulso de su novia se fue ralentizando hasta alcanzar un ritmo normal. Alex se separó sin mudar su gesto preocupado.
-No entiendo por qué no se fue, Maggie. Dejó que la golpeara sin piedad. Es como si quisiera que... ¡Dios! -se llevó las manos a la cara-, no puedo ni decirlo. Si no llega a ser por...
Winn y J'onn aparecieron haciéndola callar.
-¿Cómo está? -cuestionó la agente.
-Estable, pero las heridas son considerables.
-Son efecto de la kriptonita -añadió Winn dando voz a lo que todos pensaban.
-No puede ser. Superman se la llevó toda. Está en un lugar seguro -dijo Maggie.
La mirada de Alex se había oscurecido. Su rostro estaba contraído por la ira.
-Winn, ¿has encontrado un lugar neutral? -preguntó para sorpresa de todos. Nadie esperaba un cambio de tema tan repentino.
-¿Qué? ¡Eh! ¡Ah, sí! Hay una fábrica abandonada en el muelle. Es el lugar perfecto.
-¿Servirá? -dijo Alex, esta vez dirigiéndose a J'onn.
-Sí, claro.
-¿Contactas tú con todos? -cuestionó la agente. Su superior asintió-. Voy con Kara. Si me necesitáis avisadme.
Winn, Maggie y J'onn se miraron entre sí preocupados por el comportamiento de Alex. La policía hizo el amago de seguir a su novia, pero Winn negó con la cabeza.
-Necesita estar con ella. Creo que es mejor que las dejemos solas.
-Estoy de acuerdo -dijo J'onn.
-Tenéis razón. Es que nunca la había visto así. Me asusta.
J'onn posó una mano sobre su hombro.
-Sin la una no existiría la otra. Alex está aún más asustada que tú. Algo no va bien. Nada bien.
Alex contemplaba a su hermana con los ojos empapados en lágrimas. No necesitaba tener una mente brillante para saber que Kara estaba sufriendo. Debía haberle prestado más atención, haberse dado cuenta de que ya no era la misma, de que el brillo de su mirada era diferente. Apretó los puños con fuerza. ¿Qué clase de hermana mayor era? Debía protegerla. Se aproximó hacia la cama en la que yacía. Kara tenía el rostro cubierto de heridas y respiraba con dificultad. Su piel emitía un ligero fulgor verdoso. Todavía quedaban partículas de kriptonita en su sistema. Se sentó a su lado y tomó una de sus manos entre las suyas.
-Jamás en mi vida he tenido tanto miedo como ahora, ¿sabes? -dijo con la voz entrecortada-. ¿Qué voy a hacer yo con la comida que me sobre? -cuestionó intentando romper el dramatismo de la escena-. No vuelvas a hacer algo así, ¿me oyes? ¿Has escuchado, Kara? Ni en broma, ¿eh?
Kara abrió la boca. Un balbuceo de palabras incoherentes hizo competencia al pitido de la máquina a la que estaba conectada. No parecía tener sentido nada de lo que decía. Sin embargo, tras varios segundos de verborrea incongruente una palabra de cuatro letras se escuchó con total nitidez. Era un nombre, un nombre que Alex conocía perfectamente. Un nombre que por una cosa u otra siempre sobrevolaba el ambiente.
-Lena.
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Nueva Era (SuperCorp) TERMINADA
Fanfiction¿Puede el amor derribar los prejuicios, sanar las heridas, perdonar las mentiras? Os invito a descubrirlo.