Capítulo 20. Resurgir.

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No pasó nada. Ningún cuerpo cayó al suelo, ninguna bala abandonó la comodidad de su metálica recámara. Una sonrisa ensanchó las facciones de Lena. No era la sonrisa de la muerte, era una sonrisa que dejaba entrever un rencor profundo.

-Bien. Supongo que estamos en paz -dijo tras retirar el cañón del arma de su sien-. No estaba cargada -se apresuró a añadir ante la perpleja mirada de Lillian, a la cual le temblaba la mandíbula de forma incontrolada-. ¡Vaya! Al parecer sí que sientes algo por mí -hizo una breve pausa. Lillian permanecía inmóvil tratando de retomar el control de la situación-. No soy fanática de montar numeritos -continuó Lena-, pero te debía una. No sé si estabas más aterrada cuando te apuntaba a ti o a mí. ¿Creías que perder a Kara me haría acercarme a mi querida madre? ¿Qué el dolor me haría vulnerable y terminaría uniéndome a ti? ¿O cometer una locura? No me conoces lo suficiente entonces. Ella no querría que me comportase de ese modo. Me ha enseñado a ver la vida a través de otros ojos, de los suyos y ... es maravilloso; a esperar encontrar flores en los sitios más inesperados, por eso te voy a dar una última oportunidad. Dime cómo revertir lo que le has hecho antes de que la agente Danvers se presente aquí. -Sacó el móvil de su bolsillo-. Me ha puesto un localizador en el coche, el cual he podido redirigir. Depende de ti que haga que conozca nuestra ubicación o no. Dame el antídoto.

-Creo que te olvidas de con quién estás hablando, querida.

La voz de Lillian sonaba más temblorosa de lo habitual. Era evidente que se encontraba arrinconada y no le agradaba lo más mínimo. Sabía que Lena tenía potencial, siempre lo supo, pero esperaba que se uniera al suyo propio no tenerlo como un rival contra el que luchar.

-Hay un pequeño detalle que estás pasando por alto -No iba a rendirse fácilmente-. Tus amigos de la D.E.O. se dirigen a su propio final. Sólo yo puedo evitarlo, así que no estás en posición de demandar nada.

Lena, en lugar de preocuparse, desplegó una de sus hipnotizantes sonrisas.

-Hace tiempo que me perdiste y tu incapacidad para reconocerlo te ciega. Nunca viste en mí una sucesora a tu altura. Te equivocabas. Estoy muy por encima de ti en muchos niveles.

-No voy a caer en esa pose de superioridad, Lena. Soy la que la ha patentado.

-Sigue engañándote, te ayudará a superar lo que está por venir.

-¿Me estás amenazando? Te tengo...

-¿Dónde están tus hombres, mamá? -Lillian reprimió un grito. Jamás había utilizado ese apelativo con ella-. ¿Cómo es posible que haya entrado son problema y nadie esté cubriendo tus espaldas?

-Sabía que ibas a venir, querida. Eres demasiado previsible.

Lena alzó las cejas mientras sonreía con los ojos. Había visto la preocupación recorrer los de su madre.

-No. No lo sabías. Creías que iba a seguir tu plan. E ibas bien encaminada. No te lo voy a negar, pero la verdad siempre sale a la luz, aunque te empeñes en retrasarlo.

-Lena. No creo que debas perder el tiempo en una conversación que no va a llegar a ninguna parte. A tus amigos no les queda mucho-. Lillian trataba de mantener la calma. Empezaba a preguntarse si no habría subestimado a Lena-. Mis hombres se están encargando de que nadie salga con vida. Aún estás a tiempo de unirte a mi causa, a nuestra causa, a CADMUS.

-¡Dios! ¿Qué es lo que no entiendes? Jamás formaré parte de nada que implique matar, coaccionar, imponer y reducir a cenizas la libertad de los que quieren vivir sus vidas sin hacer daño a nadie.

-Lena, no piensas con claridad. Ellos son invencibles, debemos resistir o nos machacarán sin piedad.

Lena suspiró tratando de calmarse. No parecían hablar el mismo idioma.

Nueva Era (SuperCorp) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora