Capítulo 4. Impulso

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Recobró el conocimiento ante la atenta mirada de Supergirl y no pudo evitar parpadear varias veces para comprobar que, efectivamente, la joven no se había ido.

-¡Menos mal que te despiertas! Me has asustado -dijo Kara con la preocupación inundando sus pupilas. Ver a Lena tan vulnerable, tan frágil le era desconocido. En todas las ocasiones en las que habían coincidido, la dirigente de L-Corp se mostraba imponente, con la cabeza alta y la espalda recta, segura de sí misma. Kara podía apostar que era de las pocas personas que la habían visto en ese estado. Muchos pensaban que mostrar sus sentimientos los convertía en personas débiles, pero ella sabía que estaban equivocados. Las emociones debían mostrarse y era un signo de valor el hacerlo, por eso estaba tan orgullosa de Alex, porque había conseguido exteriorizar lo que sentía asimilando que era una parte valiosa de sí misma. Al decirlo en voz alta lo había transformado en algo real y por fin, además de entenderlo, lo comprendía. Como si fuera una revelación, supo lo que tenía que hacer.

-Lo siento -pronunció, sin apartar la mirada de los cautivadores ojos de Lena. No necesitaba decir más. La bruma de dudas que sobrevolaba la mente dela otra joven se disipó al percibir la verdad tras esas dos palabras. Entonces Supergirl lo vio, vio lo que escondían esos ojos y una cuerda invisible tiró de ella acercando su rostro al de Lena. Apoyó las manos sobre la pared arrinconándola contra el sofá en el que permanecía sentada, inmóvil. Comprendió el miedo que había sentido al verla desfallecer en sus brazos, reconoció el remolino que amenazaba con destruirla por dentro si no hacía algo. Se fijó en sus carnosos labios y, por primera vez en su vida, se arriesgó; porque no existía mayor riesgo que abrirse en canal a otra persona. Sus bocas se encontraron y por un ínfimo instante creyó que se había equivocado, pero solo fue un espejismo. Su gesto fue correspondido de forma nerviosa, al principio, para acabar siendo un beso dulce, tierno. Tras unos segundos se separaron. Ambas tenían las mejillas enrojecidas y un brillo especial en la mirada. Lena no podía creer lo que acababa de pasar. Supergirl la había besado. A ella. A una Luthor.


En otro punto de la ciudad, se encontraba otra Luthor igual de sorprendida. No podía despegar la vista de la pantalla del portátil que tenía ante ella. Una sonrisa maliciosa estiraba sus facciones. Lena nunca aprendería de sus errores. Podía ver a su hija levantarse del sofá de su despacho y ser abrazada por Supergirl, las veía hablar y aunque no podía escuchar lo que decían no le hacía falta. Sus hombres habían hecho un buen trabajo. Ahora, Lillian Luthor controlaba las cámaras de L-Corp y eso le causaba una enorme satisfacción. Cerró el archivo y el logo de Cadmus acaparó el centro del escritorio.

-Empieza el juego, querida, y mucho me temo que tú tienes todas las de perder.

Contactó con su secretaria, quien, diligentemente, acudió a su llamada.

-Quiero que localices a Maxwell Lord. Él y yo tenemos que hablar.

-Sí, señora. ¿Desea algo más?

-Ahora que lo dices -respondió con sorna-. Me gustaría que dos de mis hombres sigan a cierta persona día y noche. Elija a los mejores.

-¿De quién se trata?

-De Alexandra Danvers, una agente del D.E.O. Quiero que no pueda dar dos pasos sin tener que mirar tras su espalda. ¿Entendido?

La secretaria asintió con vehemencia antes de marcharse.

-Somos Cadmus -susurró para sí misma sintiéndose victoriosa. Con un poco de suerte los aliens serían exterminados de la faz de la Tierra y ella, recompensada por semejante hazaña. La esperaba la gloria y estaba dispuesta a todo por alcanzarla. Lex estaría orgulloso.


Supergirl mantenía una distancia prudencial aún asombrada por lo que había hecho. Se había dejado llevar por un impulso. Sus emociones estaban descontroladas, vivas y esa sensación de pérdida de control la abrumaba. Ella no era una persona normal y corriente. Si se excedía en su fuerza podía llegar a hacer verdadero daño. Lena la miraba expectante, aún con el corazón latiendo salvajemente en el pecho. Un nuevo panorama se abría ante ella y no era capaz de comprender la amplitud de sus dimensiones. Ninguna de las dos era consciente de lo que implicaba ese beso y tardarían demasiado en hacerse una idea. Kara luchaba contra los pensamientos negativos que inundaban su mente. No debería haberlo hecho, no debería haberlo hecho se repetía incesantemente como un mantra que hacía resurgir la culpa. Había cometido un terrible error. El pánico comenzó a adueñarse de su cuerpo y el deseo de volver el tiempo hacía atrás se volvió nítido en su retina. ¿En qué demonios estaba pensando? Sonrió con ironía. La razón no tenía nada que ver con sus actos, los impulsos no atendían a la lógica. Lena observaba sus reacciones sin saber qué hacer. Aún estaba en shock. No sabía si era producto de su desvanecimiento pero se sentía débil, como si un camión la hubiese golpeado sin compasión. La realidad más inesperada había hecho acto de presencia, y por no ser esperada, la había cogido por sorpresa. A ella, que solía tenerlo todo meticulosamente preparado, que estaba acostumbrada a lidiar con los imprevistos. Pero, ¿qué hacer cuando hay sentimientos de por medio? La teoría se desvanecía como la niebla al salir el sol y solo quedaba un espacio claro, despejado, dolorosamente real.

-¿Qué va a pasar ahora? -preguntó Lena recuperando, poco a poco, el habla. Kara alzó la cabeza hacía ella. Se podía ver en sus pupilas la batalla interna que estaba librando.

-No lo sé -respondió escuetamente. Necesitaba calmarse y reflexionar para poder ver con claridad las cosas-. Sí, sé que he sido yo la que te ha besado -se apresuró a añadir al ver abrirse los labios de Lena-, pero...

-Eres Supergirl -completó por ella. Lena no era estúpida. Comprendía la encrucijada en la que se encontraba Supergirl, pero no había sido ella la que había prendido la mecha, por eso el reproche bañaba sus palabras. Resultaba más doloroso saber que la correspondía y no poder ser algo, que la esperanza de ser correspondida.

-Entiendo si te molesta, pero tu madre es un peligro constante y no puedo pretender... ya sabes...-le costaba decirlo en voz alta-... con Cadmus al acecho. No sería justo para ti. Te pondría en peligro.

Una frase de un libro que había leído cruzó su mente: tarde o temprano una persona se sienta a un banquete de consecuencias. El rostro herido de Lena era el suyo.

"Tampoco sería justo para ti" pensó Lena. Negarlo sería engañarse y más cuando ella sabía que su madre estaba libre. Comenzaba a sentirse culpable por no contarle la visita de Lillian, pero no estaba segura de que fuera lo mejor. No sabía el papel que iba a desempeñar en los planes de su madre y, por tanto, no podía aventurarse a decírselo. No ahora que había descubierto que la forma en la que Supergirl la miraba no era simple amistad. No quería perderla sin haber comenzado nada, así que esperaría a reunirse con su madre para tomar una decisión.

-Entonces, será mejor que te vayas -dijo, intentando mantener la serenidad. Supergirl se acercó con rapidez y la abrazó.

-Es real -susurró en su oído haciéndola estremecer. Dos palabras que se grabaron a fuego en el corazón de Lena y que, más tarde, en un oscuro callejón, recordaría con la esperanza vana de que la persona que las había pronunciado la salvara.

Antes de que se diera cuenta, la sombra de una capa se reflejó sobre la pared del despacho. Con la promesa implícita de un futuro mejor cogió aire para enfrentar al presente. Y ese presente tenía nombre y apellidos: Lillian Luthor.

Nueva Era (SuperCorp) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora