Capítulo 3. Choque de miradas

1.2K 112 6
                                    

No le gustaba perder el tiempo de forma infructuosa y sin embargo, allí estaba, con cara de pocos amigos y unas mal disimuladas ojeras bajo sus ojos. Recibir un aviso bien entrada la noche ya era molesto de por sí, como para encima tener que lidiar con aquel hombre al que había que sacarle las palabras con sacacorchos. De ahí la rigidez de su mandíbula y los puños apretados a ambos costados, preparados para golpear a la mínima señal de peligro. O en este caso, de frustración. De frustración por parte del hombre, puesto que ella ya había pasado esa barrera hacía minutos.

-Vamos a ver -interpeló con un tono de voz monocorde. No estaba para florituras vocales-. Estamos aquí porque han saltado las alarmas del edificio y nos han avisado de la entrada violenta de varios hombres -recitó por enésima vez a su enésimo testigo-. ¿Es eso cierto?

-Así es, agente... -desvió la vista hacia su identificación-...Sawyer.

Y ahí terminó la respuesta. El hombre, de aspecto aniñado, la miraba expectante, como si acabara de revelarle el secreto del origen del Universo y esperara de vuelta su recompensa.

-Bien. Vamos progresando -comentó Maggie con sarcasmo-. ¿Usted ha visto algo?

-Yo...No.

La agente se mordió el labio para no soltar una grosería.

-¿Sabe, al menos, dónde está Lena Luthor? Quisiera hablar con ella.

-La señorita Luthor se ha ido.

Eso ya era demasiado. Nadie había visto ni oído nada, todo estaba en su sitio y la representante de la compañía en casa. Si era una broma no tenía ni pizca de gracia. Necesitaba descansar. La situación era del todo surrealista. Eso o los ricos tenían una manera de proceder extraña. Si alguien ponía un pie en su apartamento sin su consentimiento no tendría miramiento alguno a la hora de hacerle saber su error en caso de pillarlo in fraganti. Si se enteraba después, sería la primera en querer saber el porqué de su intromisión y buscarlo hasta llegar al fondo de la cuestión.

-¿Puedo irme ya? -escuchó decir al interrogado con cierta impaciencia. La idea de hacerlo esperar un poco más cruzó fugaz por su mente. No iba ser la única en sufrir aquel absurdo.

-Sí. Gracias por su colaboración -dijo, tras unos instantes de silencio. Alargar la conversación, más que aliviarla, sería una tortura innecesaria. Lo vio alejarse con paso ligero, acercarse a otro hombre y tras una ligera sacudida de hombros desaparecer de su campo de visión.

-Sawyer -la llamó otro de los policías de la unidad-. Aquí ya no tenemos nada que hacer. ¡Menuda pérdida de tiempo! -exclamó a la par que la miraba con una sonrisa resignada.

-No te preocupes. Lena Luthor me va a dar unas cuantas explicaciones.

-Bueno, yo me voy. Estoy reventado.

Maggie se despidió de él con un seco gesto de cabeza y se quitó el chaleco antibalas con rapidez. Deseaba salir de allí cuanto antes y coger la cama, aunque por esta vez no estuviera acompañada. La imagen de Alex dibujó una sonrisa en su rostro. Sacó el móvil de su bolsillo y le envió un mensaje. Seguía tecleando cuando una ráfaga de aire despeinó su oscura cabellera, ahora suelta.

-¡Maggie! Me alegra ver que estás recuperada.

La risueña voz de Supergirl hizo que se despidiera de Alex y le prestara atención.

-Sí, Alex...digo, la agente Danvers me echó un cable. Tiene buena mano para coser heridas.

Supergirl observaba el escenario con el ceño fruncido. Le encantaba ver el efecto que provocaba su hermana en la morena aunque no podía evitar sentirse un poco mal. A fin de cuentas, ella conocía su relación y los intentos de Maggie de proteger su privacidad serían innecesarios si supiera que estaba al tanto.

-Me temo que has venido para nada. No hay rastro de los atacantes, ni indicio alguno de que se llevaran algo y nadie ha visto nada. Incluso Lena Luthor se fue a casa como si el asunto no fuera con ella. Parece una broma de mal gusto.

-Voy a echar un vistazo por si acaso.

-Como quieras. Estoy demasiado cansada como para buscar tres pies al gato. Suerte con ello. Nos vemos, chica de acero.

Kara esperó a saberse sola para caminar en semipenumbra hacia el despacho de Lena. Su superoído le decía que no era la única persona en el edificio. Como había dicho Maggie nada parecía fuera de sus sitio, lo cual, lejos de tranquilizarla la inquietaba aún más. Algo no iba bien. No necesitaba tener superpoderes para darse cuenta. La puerta del despacho permanecía entreabierta así que solo tuvo que empujarla suavemente para adentrarse en el cuarto. Entonces la vio, apoyada sobre el muro que delimitaba su balcón. La luz de la luna resaltaba el tono de su piel haciendo que brillase. Detuvo su avance, quedando a medio camino, en una posición resguardada. No quería romper la bella estampa que tenía ante sí. Esa era la Lena auténtica, la que aceleraba su corazón sin saber muy bien por qué. Esa que provocaba un cúmulo de sensaciones en su pecho que no alcanzaba a comprender. Esa misma que ahora estaba...llorando. Un tenue sollozo la atravesó como jamás lo haría un cuchillo. Sintió el dolor extenderse por cada fibra de su piel, saltando de célula en célula sin control. No quería seguir mirando, no podía seguir mirando, pero allí estaba, con los pies anclados al suelo como si fuesen una extensión del mismo. Era una cobarde, la heroína de National City, era una cobarde incapaz de soportar las consecuencias de sus actos. Porque alguna de esas lágrimas le pertenecían, ella las había provocado. La vergüenza le impedía dar un paso. Ella, que tendía a pensar que todo el mundo tenía buenas intenciones hasta que demostrase lo contrario, se encontraba justo en frente de su propia mentira. Mientras veía a Lena apretar el botón, que daría por terminada la vida alienígena no kryptoniana, jamás pensó, ni por un segundo, que lo que estaba viendo no era lo que parecía. Los prejuicios habían derribado su máxima con tan solo un ligero suspiro. Había dudado de ella. Y ese instante de duda, aunque no lo supiera, quedó grabado en la retina de Lena Luthor, siendo una veta más para dar profundidad a su mirada.

Kara deseaba con todas sus fuerzas que se girara, que la descubriese y la encarara, que gritara, pues no podía soportar escucharla llorar. Sin embargo, Lena, ajena a sus cavilaciones, se desahogaba implorando que cesase la decepción que incrustada parecía haberse adherido a sus pulmones. No podía más. La visita de su madre, su ultimátum. Necesitaba que el tiempo se parase. O volver atrás y ceder a lo que todos creían, plegarse a esa maldad que todos veían en su interior, esa maldad que la había perseguido desde pequeña y de la cual había llegado a creer que no podría escapar. Su espalda comenzó a sacudirse al agudizarse el llanto y sin poder evitarlo sus piernas fallaron. Antes de terminar en el suelo, unas manos suaves la sujetaron por la cintura. Su cuerpo se tensó al reconocer el aroma de su acompañante. Sus miradas se encontraron. La culpa y la esperanza chocaron bajo aquel cielo estrellado. Entonces, con una sonrisa en el rostro sus ojos se cerraron. Se había desmayado en los brazos de Supergirl.

Nueva Era (SuperCorp) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora