Capítulo 6. No es lo que parece

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Cuando Alex abrió la puerta, Kara pensó que se iba a encontrar una imagen desoladora. Sin embargo, la más absoluta oscuridad hizo que se girara hacia su hermana sin comprender. No la encontró.

—Alex, ¿de qué va todo esto? —cuestionó con las manos apoyadas en la cintura en una de sus poses características. Nadie respondió. Un foco de luz llamó su atención. La figura a la que alumbraba sonreía de forma infantil. La luz de una linterna se proyectaba sobre su rostro dándole un aspecto extraño.

—¿Pucheros y ambiente terrorífico?¿En serio?

Alzó una ceja, incrédula.

—¿Recuerdas aquel día en el que me fui de acampada con mis amigos y discutimos porque tú también querías ir?. Deseabas escuchar las típicas historias a la luz de la hoguera.

—Claro.

—Te dije cosas que no sentía. Y…

—Al volver viniste a mi cuarto y me contaste una historia que me hizo llorar mucho más de lo que lo había hecho durante la tarde.

—¡Oye! No sabía que tenías miedo a los payasos.

—Alex, es tengo. Les tengo pavor. ¿Por qué siempre se te olvida?

—¿Quién ha dicho que se me olvide? —cuestionó entrecerrando los ojos—. ¿Te imaginas el titular? Supergirl le teme a los payasos —dijo mientras fingía leer un periódico imaginario.

—¿Está es tu forma de disculparte?

—En realidad solo estaba ganando tiempo. Al parecer Winn no es tan habilidoso con los proyectores como con los ordenadores.

—Te he oído, Danvers —gritó una voz desde las profundidades del cuarto, ahora levemente iluminado—. Y Winn sería más rápido si alguien le ayudara.

—¿Tiempo?

Kara no entendía nada.

Una melodía comenzó a sonar provocando que sus ojos destellaran por la emoción.

—No —murmuró sin creérselo—. ¿De verdad?

No cabía en sí de entusiasmo.

—Oh, Alex, ya lo verás. No te vas a arrepentir. Es una obra de arte. Sí, una obra de arte —repitió mientras buscaba asiento con la mirada.

En buena hora Alex le había pedido a Winn que la ayudase a proyectar Titanic en la sala de reuniones. Sin embargo, sentía que había sido demasiado dura con Kara. Debía admitir que le costaba confiar en las intenciones de Lena. No podía olvidar que Lillian aún tenía retenido a su padre y tenía que hacer un gran esfuerzo para alejar ese pensamiento cada vez que Kara mencionaba a la dirigente de L-Corp. Sabía perfectamente que no era razonable meter en el mismo saco a todos. Ella no era así. Era empática, comprensiva, y no juzgaba a la ligera. No obstante, el miedo a perder esa felicidad que, poco a poco, parecía asentarse en su vida la hacía actuar de manera irracional. Estaba cansada de mirar hacia atrás cada dos pasos vigilando que nadie viniese a arrebatársela. Incluso había llegado a creer que no era merecedora de ella, que Maggie era demasiado siendo cuestión de tiempo que la dejara. A veces, se preguntaba si no era mejor estar sola.

Todas esas inseguridades la convertían en una persona temerosa, asustada, una persona que no quería ser. En cambio, las brumas se desvanecían en cuanto veía a la agente de policía. Sonrió inconscientemente al recordar lo que había pasado bajo las tenues luces del bar hacía un par de noches. Como habían bailado, como se había aferrado a su cintura, la precisión de sus besos y la agilidad de las manos de Maggie sobre su cuerpo, las ganas de más, la huida apresurada y la excitante liberación de su deseo. Un choque de trenes sin víctimas que las fundió en un mismo ser. El amor en sus ojos y en cada uno de sus gestos, el brillo de sus sonrisa, la forma delicada con la que sus cuerpos se movían, acompasados, plegándose a sus órdenes, para terminar exhaustos sobre las sábanas.

Nueva Era (SuperCorp) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora