De todas las posibilidades que Lena había barajado en su mente ninguna podía aproximarse ni ligeramente a la que estaba ocurriendo. Tan imposible le resultaba que no sabía cómo manejarla. Kara se había abalanzado sobre ella de un modo totalmente inesperado. Estaba en shock. Por raro que pareciera encontraba más razonable ser besada por Supergirl que por su amiga. Sin embargo... Sus ojos se abrieron aún más, aunque costara creerlo. No podía ser... Sus brazos reaccionaron empujando a Kara con cierta brusquedad para romper el contacto.
-Márchate -susurró Lena. Su cuerpo comenzó a dar ligeras sacudidas. Se apoyó en la mesa con los brazos extendidos. Necesitaba algo firme en lo que sujetarse o se caería sin remedio.
-Lena, mírame -suplicó Kara con la voz entrecortada. La agitación que sentía movía su pecho rítmicamente. Sabía lo que había hecho y no se arrepentía. Ver derrotada a Lena era como vender la parte de su corazón, la que le pertenecía a esa hermosa mujer de impresionantes ojos. Lena no era la única que había tomado una decisión. De ahí el atrevimiento, de ahí la súplica, el ruego. No había sido un impulso, no como la otra vez. No pretendía salvarla, ser su heroína, sólo quería hacerle saber que no estaba sola, que alguien la amaba, que le importaba.
-Kara, no voy a repetírtelo. Márchate -pidió con más fuerza. Sus ojos estaban clavados en la pantalla del portátil. Repasaba el contorno del logotipo de L-corp como si perderse en su perfecta forma la calmase.
-Lena, por favor. Solo quiero que me mires. Nada más -rogó, aguantando las ganas de recuperar la distancia perdida. Necesitaba ver lo que decía su mirada. En ella estaba la verdad.
-¡Márchate! -repitió elevando el tono de voz a la par que golpeaba la mesa con rabia. En su interior se libraba una batalla de emociones sin precedentes. Le había llevado años crear un muro de contención, esa capa de frialdad que parecía rodearla, la que intimidaba a toda persona que se cruzaba en su camino. Muchas veces había pensado qué podría derribarla, deseando con todo su ser que no fuera la maldad. Temía el momento en el que se rompiera porque no sabía si estaba preparada para afrontar las consecuencias. ¿Y si no lograba contenerse? ¿Y si hacía daño a alguien? Se había mantenido al margen precisamente para no distorsionar el complejo equilibrio que la mantenía viva. Se prometió a sí misma caminar por la senda correcta, alejarse de todo aquello que pudiera impedir que eligiese la opción correcta. Lo que jamás imaginó es que iba a ser la bondad quien la traicionara. Eso quebraba todos sus esquemas. Siempre creyó que sería su madre la encargada de perforarle el corazón sin piedad, que disfrutaría haciéndolo. Ver a su hija viviendo con un puñal atravesado en el pecho, sintiendo el dolor en cada latido. Estaba equivocada, completamente equivocada. En la fina hoja metálica había otro nombre grabado. El nombre de la persona que tenía justo en frente. Apretó los puños con fuerza. Kara permanecía de pie, rígida como una estatua, dispuesta a ser la diana de todos sus reproches. Sabía perfectamente que en cuanto sus labios rozaran los de Lena su secreto saldría a la luz.
-¿Por qué...? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Qué creías que iba a hacer? Todo este tiempo...Tú...Y yo pensando...No puedo... Es demasi...
Se dejó caer en la silla, pero en ningún momento hizo el amago de mirar a Kara. El logo de su empresa comenzaba a verse borroso. Pequeñas gotas de agua mojaban los papeles situados justo debajo de su barbilla. Estaba llorando, pero era diferente. Recordaba haber llorado muchas veces en su vida: por culpa de su hermano, de alguna compañera en el colegio, de su madre, de sus desengaños amorosos, pero nunca había deseado con tanta fuerza que sus emociones se disolvieran en las lágrimas y la abandonaran. Se sentía como una campana a la que tras golpear con rabia se dejaba vibrando. Temía no poder dejar de vibrar y eso la enfurecía. Le dio la espalda a Kara, momento que aprovechó para retirar las lágrimas de sus mejillas. La reportera no pudo resistirlo más y se acercó a su lado. Las dos veces que la había visto llorar había sido por su culpa. Sin embargo, esta vez el daño era infinitamente peor. Con delicadeza le levantó la barbilla. Sus ojos se encontraron.
-Pongo mi secreto en tus manos. Debí hacerlo hace mucho tiempo. Te merecías saberlo. Yo... Perdóname.
Lena se levantó y caminó hacia la ventana dejándola atrás.
-Puedes borrar la grabación. Buscaré otra manera de terminar con Maxwell.
Se giró hacia ella.
-Por cierto, cierra la puerta cuando salgas.
-Lena.
Escucharla pronunciar su nombre, lejos de calmarla, hurgaba aún más en la herida. Lena le había abierto las puertas de su apartamento, le había desvelado el peso que soportaba debido a su apellido, la difícil relación que tenía con su madre. Veía en Kara a una amiga. Incluso había hablado con ella sobre Supergirl. Recordó las palabras de alabanza que Kara le había dedicado y la rabia volvió a tomar el control de su cuerpo.
-Ya me has oído -dijo con voz firme. Necesitaba que se fuera. Su compañía no le hacía ningún bien. En cualquier momento, el llanto que llamaba a su garganta alzaría su voz y lo último que quería era que Kara presenciara como se rompía en mil pedazos. Resultaba irónico que la persona a la que recurría cuando se sentía perdida era precisamente a quien no deseaba ver.
-Lena -repitió Kara, incapaz de dejar los cristales rotos tras de sí.
-Si buscas que te grite, que de mi boca salga algún insulto o palabra hiriente es que no me conoces lo suficiente. Si esperas que te sonría como si no hubiera pasado nada, es que no conoces el alcance de tu engaño. Sinceramente, no sé a quién le estoy hablando, como para saber lo que te quiero decir. Así que, márchate y vuelve cuando creas que te lo mereces.
Durante todo su discurso no parpadeó ni un solo instante. Sus pupilas estuvieron fijas en Kara buscando potenciar el efecto de sus palabras.
Regresó la vista de nuevo hacia el cielo nublado volviendo a dejar a la otra joven tras su espalda.
Escuchó pasos tras de sí. Se alejaban. Kara se había ido llevándose con ella su esperanza. Y sabía lo difícil que era seguir sin esa luz iluminando el camino. Otra vez en medio de la penumbra. Otra vez sola. Otra vez Luthor.
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Nueva Era (SuperCorp) TERMINADA
Fanfiction¿Puede el amor derribar los prejuicios, sanar las heridas, perdonar las mentiras? Os invito a descubrirlo.