Claridad

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—Ya estoy en casa.

Dejó caer su pesada mochila para encaminarse a la cocina y tomar una botella de jugo del refrigerador mientras pellizcaba la comida de la cazuela.

—Te juro, por el amor a todos los dioses, que si vuelves a meter tus sucias manos en MI estofado, voy a servirte la comida fría por todo el tiempo que vivas en esta casa.

La voz de su medio hermano le ocasionó unos ligeros escalofríos que lo recorrieron desde la punta del pie hasta la médula, trató de esconderse de la penetrante mirada pero esta ya estaba sobre él desde que había entrado a la cocina.

—Lo lamento, Krest.— se acercó al castaño y le dejó un rudo beso en la mejilla, al mismo tiempo que el otro se removía en sus brazos —Iré a lavarme para ayudarte con la mesa.

El cubo solamente negó con la cabeza, solo Milo lo sacaba de quicio de esa forma... pensando más a fondo tal vez no solo Milo, a veces Degel era demasiado inocente y caía muy fácil en las provocaciones y ni que decir de Hyoga que era tan inestable como un naufrago en alta mar desde que sus padres habían muerto, definitivamente había una razón justificable de porqué mandó a Hyoga de intercambio a Siberia; un poco de tiempo a solas lo haría entrar en razón.

Aunque... Zaphiri también ponía a prueba su paciencia con sus estúpidos acertijos y sus sonrisas brillantes por todos lados, eso era lo que lo hacía más despreciable para él: que tuviera el poder absoluto de controlar su animo con solo una palabra o gesto.

—¡Auch!— por andar perdido en sus pensamientos, se quemó el dedo índice con el sartén.

—¿Estás bien Krest?— Milo se asomó por la puerta con la mirada llena de preocupación —¿Te quemaste, cierto?

Ya no le parecían raros esos pequeños incidentes, desde que su hermano mayor había empezado con su proyecto de la tesis era mucho más inestable y distraído tanto que una vez quemó la comida de toda una semana, aún recordaba todas las veces que guardó silencio para no hacerlo sentir mal.

Le dedicó una cálida sonrisa y se sentó en la mesa, analizando cada movimiento de su hermano mayor hasta que cierto pelirrojo se le vino a la mente y no pudo evitar sonrojarse con fuerza: ahora que lo pensaba, siempre le pasaba eso cuando pensaba en Camus junto a unas fuertes ganas de gritar como loco y ponerse a brincar como niña, eso lo estaba consumiendo porque, bueno, nunca había sentido esto, ni siquiera cuando estuvo con Shaina o Shoko, ninguna de las dos había logrado obtener de escorpión algo más que una sonrisa de satisfacción por ser conocido como: el chico que sale con la más buena del instituto. Así que trató de arriesgarse y preguntarle a alguien que tuviera más experiencia con esas cosas.

—Krest...

—Mmm? 

—¿Puedo preguntarte algo?— el cubo se giró para darle el plato lleno de carne y vegetales junto con un poco de arroz, en el camino le lanzó una mirada llena de curiosidad.

—Claro...

—Conocí a una persona...—su sonrojo volvió, dios tan siquiera pensarlo le provocaba todo esto —Y cuando pienso en él, siempre se acelera mi corazón y mis manos sudan además tengo un gran impulso por gritar y luego siento como si me ardiera la cara...

Krest le sonrió con ternura, esta era la descripción que siempre soñó que sus hermanos tuvieran, aquella que solo en los libros se puede encontrar; algo tan raro e impredecible como la atracción mutua.

—Creo que ese "alguien" te gusta, Milo.

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—¡¿PERO QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO?! ¡Sé hombre y enfrenta las consecuencias de tus actos!

Los gritos del rubio llegaron hasta los oídos del heleno que se encontraba sentado en el sofá de la estancia junto a Albafica quien le regaló una mirada de disculpa. Degel se había recluido en su habitación desde el viernes en la madrugada y no había salido ni siquiera a comer (o eso les hizo pensar, porque a las 12 de la noche se escuchaban ruidos en la cocina) además de que estuvo evitando a Kardia todo ese día, así que decidió ir hasta su hogar para aclarar las cosas de una vez por todas.

—¡Deja de portarte como niño y sal de la cama!

—¡NO! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡ASMITAAA!

El par de chicos aparecieron en el pasillo en una extraña situación: Asmita arrastraba por la pierna a Degel quien venía jaloneandose y hablado palabras inentendibles en francés que solo él podía entender.

—¡Ustedes dos! ¡YA BASTA!— la potente voz del peliceleste detuvo la pequeña riña y por un momento el corazón de Kardia —¡Asmita, suéltalo ya y tú deja de ser un cobarde y enfrenta las consecuencias de tus actos!

Un pequeño silencio se instaló en la estancia donde el hindú le soltó la pierna y el galo se paró de un tirón con las mejillas sonrosadas por la vergüenza, se acercó a donde el heleno estaba sentado y se acomodó a su lado mientras que los otros dos se internaban en la cocina para darles privacidad.

—Eh... lo siento por eso.

—Je, no te preocupes, está bien— le dedicó una sonrisa que le desarmó por completo, pasaron unos cuantos minutos de silencio antes de que Degel se decidiera a hablar.

—Discúlpame por lo que pasó el otro día, sé que dijiste que querías tomártelo con calma pero... no puedo ignorar las inmensas ganas que tengo de monopolizarte y que esas bobas sonrisas que le sueles dar a todo el mundo, tengan un motivo y que ese motivo sea que yo te hago feliz de la misma forma que tú me haces a mí porque...

Los suaves labios del escorpión impidieron que pudiera seguir parloteando sobre las razones de su espontanea acción y, a pesar de que al principio se sorprendió un poco, lentamente se fue rindiendo a esos dulces y carnosos labios que lo provocaban a nunca alejarse de ellos.

—¿Cómo puedo tomarme esto con calma si no dejas de ser tan adorable todo el tiempo?

Las mejillas del peliverde se encendieron con intensidad y se quedó prendado de las preciosas gemas lapislázuli del heleno enfrente de él que lo veía como si nada a su al rededor existiera.

Je t'aime mon ange

Un pequeño toque eléctrico le recorrió la espalda al escuchar de los labios del griego las palabras de su lengua madre pero antes de que pudiera pronunciar cualquier otra cosa, Kardia volvió a unir sus labios en un corto beso para después abrazarlo con fuerza por unos cuantos minutos.

—¿Desde cuando hablas francés?

—No lo hago, lo busqué en el traductor antes de venir.

Degel soltó una risilla en respuesta.

Definitivamente no dejaría ir tan fácil a este chico.

Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora