Consciencia

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Una semana.

7 días.

168 horas.

10080 minutos.

604800 segundos.

Todo ese tiempo encerrado en esa oscura habitación donde se limitaba a sentarse en la soledad de las cuatro paredes de su alrededor ¿su hermano se habría dado cuenta de su ausencia? apostaba a que sí ¿Degel lo recordaría al entrar en la cocina? Seguramente una que otra vez  ¿Manigoldo notaría que ya no estaba en su mesabanco? Obviamente, él le había mencionado que era demasiado hermoso como para pasarlo por alto. Todas esas posibilidades lo torturaban día, noche, hora, minuto y segundo que le parecía eterno.

Había estado contando su estadía en ese lugar desde que llegó, no lograba recordar nada más allá que la forma tan miserable en la que se sumió de camino a su departamento, su mente no veía nada más allá del negro cuando trataba de recordar; sus manos y pies estaban atados y tenía una mordaza en la boca que le impedía sollozar con libertad ¿Quién podría haber hecho esto? Nadie había entrado en ese lugar cuando él estaba consiente pero podía jurar que a veces sentía la mirada de alguien dentro y cuando despertaba de sus constantes pesadillas, siempre encontraba un plato de comida a su lado junto con la movilidad de sus manos para comer y sin la mordaza.

Podía jurar que algo estaba mal con el agua que le ofrecían ya que tenía un peculiar sabor amargo y siempre caía cual costal de papas después de tomarla, al percatarse de esto, trató de evadirla a toda costa pero su cuerpo siempre terminaba clamando más por agua que por comida.

Lentamente, fue saliendo de los brazos de Morfeo para poder sentarse en la pequeña habitación y después de tallarse los ojos se giró para poder comer: se le había hecho una pequeña costumbre de guardar en su memoria cada centímetro del lugar, por lo que se sorprendió al ver un pequeño rectángulo gris en el suelo. Al arrastrarse para recogerlo, bendijo infinitamente su curiosidad cuando se percató de que era un pequeño celular muy viejo que tenía las teclas un poco pegadas.

Lloró de felicidad mientras tecleaba los dígitos del número de emergencia cuando se recordó que recién habían renovado las telecomunicaciones para estos casos y maldijo infinitamente al gobierno junto con sus estúpidas reformas, ahora... ¿a quién llamaría? Afrodita había perdido su teléfono en el transporte público y Degel no contestaba teléfonos desconocidos.

Su mente viajó hasta su pequeño cangrejo y supuso que no tenía otra opción, pero cuando estaba a punto de hablar entre sollozos: la grabación de falta de saldo se hizo presente. El pequeño cachivache no tenía suficiente saldo para una llamada... pero tal vez un mensaje sí.

Estaba a punto de teclear las letras cuando la puerta se abrió de repente, así que rápidamente guardó el utensilio y se hizo el dormido con el fin de poder ver quien era su secuestrador. Los pasos se hicieron más pesados conforme se acercaba y la esencia que desprendía el agresor le parecía bastante familiar: almizcle y azufre.

Incorregiblemente había detectado ese aroma tan característico del fastidioso tipo que se la pasaba detrás de él suplicando por una oportunidad.

—Oh, mi hermoso Albafica...— el suave toque de sus manos le pareció inmensamente repulsivo mas tuvo que controlar sus facciones para que no supiera que estaba consiente de todo eso. —Si me hubieras elegido a mí no hubiera llegado a estos extremos, amor mío.

Se acercó para dejarle un pequeño beso en la frente y sin más, tomó los trastes sucios para después retirarse.

El peliceleste rápidamente borró el pequeño mensaje que había escrito y puso únicamente dos palabras antes de caer de nuevo en los efectos del agua extraña:

Albafica y Minos



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—¿Eso es todo? ¡¿Una puta semana y es lo único que han podido hacer?!— Zaphiri tomó por los hombros a Manigoldo que estaba a punto de golpear al par de oficiales inútiles parados en el marco de su puerta.

—Lo lamento, pero no podemos dar con el joven Derceto  con tan escasas pruebas, lo único que pudimos encontrar fue esta pequeña carta en su casillero.— les extendió el pequeño pedazo de papel. —Al parecer, el agresor ha visto muchas películas de espías.

Sin ningún cuidado Manigoldo desdobló la carta, leyendo la simple y única oración que estaba escrita en el papel:

No lo busquen al otro lado de la barda.

—La mandamos al laboratorio por si tenía alguna huella digital por ahí pero no encontraron nada fuera de lo normal.

El cangrejo había dejado de escuchar la conversación, poniendo a trabajar su cerebro para resolver todo este enigma ¿dónde había escuchado esa última frase? ¿dónde? ninguna respuesta llegaba a su mente y sin poder soportarlo más, subió corriendo las escaleras a su habitación ignorando la presencia de su familia y amigos.

Después de despachar a los oficiales con un "buenas noches" la habitación se sumió en un profundo silencio cargado de tristeza.

—¿Va a estar bien?— Krest abrazó a su hermano tratando de calmar un poco las incesantes lágrimas que salían de sus orbes violáceas.

—No lo sé.—Kardia meditó un poco antes de sentarse al lado de Degel tomando su mano ganándose una mueca de desprecio de parte del castaño —Lo vamos a encontrar, ya lo verás.

Zaphiri le lanzó una mirada de reproche a Krest para que dejara a esos dos tórtolos solos y le hizo una seña con la cabeza para que lo acompañara afuera, a regañadientes el cubo salió detrás de él.

—¿Qué quieres aho...—no pudo terminar la oración cuando los fuertes brazos de Zaphiri se enredaron en su cuello. —¿Qué diablos estás haciendo? ¡Suéltame!

El agarre se intensificó, logrando calmar un poco el alterado corazón del cubo y poco a poco se dejó llevar por la sensación de pertenencia que siempre le invadía al estar con el bicho.

—Deja de hacerte el fuerte, no quiero tener que calmarte en uno de tus ataques de desbordamiento emocional.— sin darse cuenta, gruesas lágrimas caían por las mejillas del galo que no podía hacer nada más que soltar fuertes sollozos e hipeos descontrolados. —Todo va a estar bien... tarde o temprano lo vamos a encontrar.

—Mi bebé... Zaphiri... se llevaron a mi niño...— su voz le rasgaba una y otra vez el corazón e inconscientemente, el cubo escondió más su rostro en la camisa del bicho.

—Sí, lo sé... lo sé...

—Mi pobre Albafica...

No supieron al rededor de cuanto tiempo pasó, ni eran conscientes de lo que había a su al rededor: tan solo pudieron aferrarse el uno al otro sin decir nada, solamente soltando lágrimas de amargura y tristeza.

No tenían idea si fue por el ambiente de la situación o por la simple necesidad de un consuelo, pero de algún modo ambos terminaron conectando sus labios en los del otro mezclando sus alientos y desbocando sus corazones en un infinito río de sensaciones que jamás habían sentido en toda su existencia.

Sin si quiera percatarse del grito que el cangrejo pegó al ver su teléfono y atar los últimos cabos para dar con el hijo de puta que había decidido arrebatarle a SU pececito.







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Holaaa! ❤

¿Cómo están? Espero que muy bien :D

Bueno, ya sé que dije que iba a pausarla pero esta mañana apareció y fui la persona más feliz por eso, además de que ya tenía bien pegada la otra historia y si la seguía ignorando se me iba a ir de un momento a otro... así que espero que les guste la actualización c:

Muchísimas gracias por leer ❤

Los quiero, Bye. ❤

Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora