Odio

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—Oye ¡Krest, espera!

Zaphiri corrió por su chaqueta y salió a toda velocidad a perseguir al cubo que ya iba casi a cruzar la calle de en frente, para ser de piernas cortas, si que caminaba rápido. Krest por su parte, no se atrevía a girar la cabeza para encarar al bicho que iba detrás de él; estaba que se moría de vergüenza  ¿y todo por qué? por culpa de ese estúpido chico de cabello negro que le provocaba tantas sensaciones que terminaban por revolverle las ideas y lo orillaban a actuar conforme sus instintos, estaba por demás decir que eso lo enfurecía y le daban ganas de asesinarlo por hacerle pasar este tipo de cosas.

—Por favor Krest, escúchame.

Aunque no era el único que tenía instintos psicópatas hacia el otro, pues el azabache estaba a punto de lanzársele a taclearlo contra el suelo y obligarlo a escuchar todo lo que llevaba guardándose desde que lo besó. Admitía que fue cobarde y estúpido actuar como si nada pasara después de ese incidente pero es que... estaba aterrado de que el cubo lo rechazara, si bien se le había declarado indirectamente con el bendito libro que le regaló, pareciera como si Krest no le hubiera tomado ninguna importancia y eso le afectó tanto que no pudo evitar alejarse unos cuantos días de él para poder reparar un poco todo lo que había derrumbado con su inconsciente indiferencia, pero... las acciones del cubo siempre le confundían demasiado porque siempre lo trataba como si su presencia fuera una completa pesadilla para él, sin embargo, en varias ocasiones pudo notar un poco de amabilidad que era canalizada hacia él y estaba tan confundido que prefirió guardarse todo eso para él.

Gran error.

Ese día en el que lo besó, no pudo evitar pensar en la forma tan desgarradora que debía sentirse en ese momento y quiso hacer un pequeño esfuerzo en ser buena persona y... Bueno, Krest se veía tan vulnerable y pequeño, nada que ver con el tipo altanero y con el ego inflado que siempre presumía de todos sus logros; no pudo evitar guiarse por sus instintos y tomarlo entre sus brazos para besarlo antes de que Kardia saliera a gritarles sobre la pista que recién habían encontrado.

Pasaron tres días hasta que sus miradas volvían a conectarse por breves segundos y después desviarse: por lo menos ya tenían algo de contacto.

—Carajo... Krest ¡Ven acá!

El bicho no tuvo otra opción que correr a tomarlo del brazo para después cargárselo a la espalda y caminar hasta un callejón bajo la atenta mirada de unos cuantos transeúntes que pasaban por ahí.

—¡Déjame en paz, estúpido! ¡Bájame ahora o te juro que te vas a a arrepentir! ¡¿Quién te has creído?! ¡Hijo de tu...!— Krest no pudo seguir renegando porque ya estaba con los pies en el suelo siendo acorralado por el bicho que no tenía un aura de amabilidad.

—Solo dime porqué hiciste eso y te dejaré en paz.

Un silencio se instaló entre ellos y fue entonces cuando Zaphiri se dio cuenta de las gruesas lágrimas que bajaban por sus mejillas al mismo tiempo que resoplaba como toro enfurecido.

—¡Te detesto!— el grito lo aturdió tanto que tuvo que detenerse con ayuda de la pared —¡Detesto que me hagas sentir de esta manera y que juegues con todo lo que soy! ¡Detesto todas tus sonrisas blancas y esos ojos de los que no puedo escapar! ¡Detesto que me conozcas tanto al grado de saber que palabras utilizar para convencerme de seguir tus bobas ideas! ¡Detesto que siempre estés velando por mí y te preocupes cuando no llego a tiempo a las sesiones!

Krest sollozaba con fuerza y le repartía puñetazos en el pecho soltando todo lo que tenía dentro al mismo tiempo que se desquitaba con él. Tragó saliva y agachó la cabeza para que no viera como sus lágrimas volvían a salirse de sus ojos.

—Detesto cuando adivinas mis pensamientos con una sola mirada y que yo sea tan débil para no poder poner distancia cuando estás a punto de aplastarme...— sorbió saliva con fuerza y dejó salir otro sollozo mientras hablaba—También cuando haces que me llene de rabia al verte con otra persona que no sea yo ¿a caso no ves todo lo que has hecho? Eres un completo hijo de puta ¿por qué no vuelve a ser todo como al principio y me odias de la misma forma en la que yo lo hacía? ¿por qué tenías que acercarte a mí y hacer que renegara lo que empezaba a brotar en mi interior? ¡Te odio por hacerme quererte de esta manera tan enferma! ¡Y me odio aún más por permitírmelo!

No pudo más, sus piernas ya no tenían la fuerza para sostenerlo y el dolor que se instaló en su pecho fue demasiado fuerte que lo atrajo de vuelta al suelo mientras que el heleno no paraba de darle vueltas a las últimas palabras que habían profesado la boca del galo ¿Quería decir que... también lo quería? con mucho cuidado, se agachó junto al cubo y lo envolvió en sus brazos.

—Krest... yo...

—Cállate... no digas nada— su voz era apenas un susurro —Creo que...  mi imaginación me hizo soñar que ese párrafo subrayado iba dirigido hacia mí y que me llevabas esos bisquets porque querías hacerme feliz... je, y cuando me besaste... no supe exactamente que sentir, solo me asusté y traté de esconder lo bien que me sentí cuando pasó... porque sabía que no tendríamos posibilidad alguna.

Sonrió con tristeza y se apartó de los brazos de Zaphiri, completamente destrozado.

—Bien, ahora que ya sabes esto... puedes irte a burlar con Aeras de lo patético que soy, lárgate a ser feliz mientras yo me hundo en esta...

El bicho estaba a punto de darle una buena tunda para que se callara pero no era razonable golpearlo en ese estado, así que lo aprisionó contra la pared y tomó sus dos manos para que no escapara y poco a poco se acercó a su boca, jugando un poco con él antes de besarlo. El otro solamente abrió como platos los ojos y no pudo corresponderle por la simple razón de que era Zaphiri Antares quien lo estaba besando y al separarse no pudo hacer más que esconder su vergüenza agachando la cabeza.

—Deja de ser tan egoísta y aprende a mirar tu entorno, idiota.— Zaphiri soltó una de sus manos y acarició su mejilla para volver a darle un beso.

—No juegues así conmigo porque yo no soy juguete de nadie.

—No estoy jugando contigo y creo que a estas alturas ya deberías de haberte dado cuenta.

Después de eso, ninguno de los dos dijo nada y se limitaron a besuquearse en ese callejón sin llamar la atención de nadie en especial.

Dejando que el otro se diera cuenta de que tan idiotas habían sido al retener todo de esa manera porque, de haber sido más astutos, estuvieran disfrutando de los labios del otro desde hace tiempo.

—Creo... creo que debo irme.— Krest se separó un poco con las mejillas sonrojadas —Mi hermano debe estar como loco buscándome.

—Entonces te acompaño.— no quería separarse del cubo porque pensaba que si lo hacía, el galo aparentaría como si nada hubiera pasado y le haría creer que todo ese momento de ensoñación hubiera sido solo eso: un sueño.

Salieron del callejón tomados de la mano: Krest con la cabeza agachada y Zaphiri con una gran sonrisa en el rostro, caminaron un par de cuadras antes de que alguno volviera a hablar.

—¿Sabes algo?— Krest no levantó la mirada y solo le soltó un débil "¿mm?" para que continuara —Acabo de perder mi trabajo por tu culpa.




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Al fin este par de idiotas se declararon 7-7 de verdad que estaba a punto de meterme a la historia y darles unos buenos coscorrones: uno por ciego y el otro por cobarde.

Ahhh! bueno... perdónenme si el capítulo fue algo cursi y con drama innecesario pero es que mientras estaba escribiendo salieron las canciones tristes de Rebelde, Jesse & Joy y Camila una detrás de la otra, así que no pude evitar ponerle el sentimiento de nostalgia que me causan esas canciones xD

En fin... espero que les haya gustado el capítulo, muchisimas gracias por leer y les recuerdo que me encantan sus comentarios sean buenos o malos los tomaré para mejorar mis historias.

Los quiero, Bye ❤

Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora