Al fin

359 53 5
                                    

La fuerte luz encandilaba sus ojos, al grado de que tuvo que poner la mano en su cara para hacer un poco de sombra con ella: al acostumbrarse, sus mirada se paseó ligeramente por la blanca habitación, sorprendiéndose un poco por ello al no encontrarse en el anterior cuarto lleno de oscuridad.

Por los instrumentos y aroma a desinfectantes, intuyó que estaba en un cuarto de hospital pero... ¿Qué demonios había pasado? ¿Lo habían liberado? ¿Alguien lo había sacado? Ninguna de sus conjeturas encajaban con lo que él recordaba: Unos aterradores ojos violeta llenos de ira injustificada le habían propinado unos cuantos golpes en la cara, repitiendo la misma frase una y otra vez "me arrebataste lo que más amaba, rosa demoníaca"

Y después de eso... nada.

No había nada más allá de eso.

Con algo de dificultad logró sentarse en la incomoda cama y fue ahí cuando se percató de la presencia de un peliceleste recostado en una silla con los ojos cerrados y grandes ojeras debajo de ellas, respirando rítmicamente, sumido por completo en su sueños: sus ojos se inundaron de felicidad, sus movimientos se volvieron torpes y  su seca garganta estuvo a punto de profesar un grito de alivio. Con un poco de trabajo, logró bajarse de esa camilla para caminar hasta su hermano y cuando llegó a él, lo envolvió entre sus brazos mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—A...¿Albafica?

Un sollozo ahogado salió de sus labios en respuesta, había anhelado tanto escucharlo, por lo menos el rechinido de Afrodita solía hacer cuando estaba comiendo: ese que tanto lo sacaba de quicio y lo obligaba a reprenderlo aunque sabía que el menor lo hacía con la intención de fastidiarlo. Dita rodeó a su hermano por la cintura y hundió la cabeza en su estómago, embriagándose en la sensación de protección que siempre le había transmitido abrazarlo; lloró con más intensidad al darse cuenta de lo delgado que se encontraba y al recordar en la situación critica de su salud, rápidamente se separó de él.

—¡¿Pero qué demonios haces fuera de la cama?! ¡Necesitas descansar!— ante el regaño, Albafica se sintió cual niño pequeño y con algo de ayuda, logró llegar hasta la camilla aún llorando como María Magdalena. —Ya... ya... Todo estará bien Fica, ya todo terminó.

El menor envolvió sus brazos al rededor de su cabeza y le repartió unos pequeños besitos al rededor mientras sobaba su cabello, estuvieron así por lo menos 20 minutos hasta que la curiosidad por saber que era lo que había sucedido terminó por ganarle al mayor de los Derceto.

—¿Cómo... ¿Cómo llegué aquí?— conectó los acuosos zafiros con su hermanoquien estaba igual que él pero, a pesar de aquello, se permitió embozar una pequeña sonrisa de tristeza.

—Estábamos desquiciados el primer día que no llegaste a dormir, todos te buscamos hasta por debajo de las piedras y le preguntamos a toda persona que conocías si te habían visto, incluso le llamé al estúpido de Amor pero, nadie lograba darnos algún indicio de tu paradero y Manigoldo iba perdiendo un pedazo de su alma a cada minuto que pasaba...— Afrodita se limpió las lágrimas con la manga de su camisa y siguió hablando —Hace cuatro días, apareció un mensaje en tu casillero y los idiotas de la policía no supieron como tomar esa extraña misiva, así que fueron a entregarla a la casa de Manigoldo y poco tiempo después llegó un mensaje a su teléfono con tu nombre y el de Minos, y ahí fue cuando la nota empezó a tomar sentido: seguimos a Minos todo el siguiente día pero, la verdad no parecía estar haciendo nada malo e íbamos a rendirnos cuando escuchamos por casualidad una conversación que tuvo con Unity  sobre alejar a Degel de Kardia de la misma manera que lo hizo contigo... tengo que declarar que Mani casi se le hecha encima cuando lo escuchó pero Zaphiri logró tranquilizarlo un poco, así que mandamos a Degel, Kardia y Zaphiri a buscar a su cómplice; fue difícil que nos diera información de tu paradero hasta que Kardia se puso un extraño anillo de metal en el puño y le dio un sagrado puñetazo que solamente tuvo con eso para sacarle toda la sopa; aunque Manigoldo se puso peor cuando encontramos a Minos porque le se aventó a golpes antes y después de que te encontramos, de hecho, está internado en el hospital: tiene rota una pierna, la nariz, la mandíbula, el antebrazo y las costillas; también se le reventaron unos cuantos tendones y tuvo una pequeña hemorragia interna por lo de las costillas: su cara está completamente hinchada y morada.

—Ma... Manigoldo... ¿Vino por mí?— el peliceleste no mostró ninguna emoción por la mención del peliplata, a estas alturas de la situación deseaba que ardiera en el mismo infierno. 

—Estuvo cien por ciento al pendiente de tí desde que te encontró y no dejó que nadie más que yo te tocara... hace unos minutos a penas logré que se fuera a dar un baño a su casa porque apestaba a sangre seca y a tierra.— se asomó por la ventana de la habitación y se levantó —Y parece que ahí viene así que voy a dejarlos solos unos momentos ¿está bien?

Albafica asintió y Afrodita se acercó para besarle la frente para después salir por la puerta misma por la que un minuto después se apareció un cangrejo con la mirada iluminada a pesar de tener un aspecto de zombie.

—Ma... Manigoldo.— de nuevo, las lágrimas inundaron la cara del peliceleste quien estuvo a punto de hacer lo mismo que con su hermano hasta que el otro caminó con rapidez hasta él y lo tomó con cuidado por el rostro seguido de unir sus labios con los suyos.

Fue un beso corto, casi treinta segundos pero fue lo mejor que les había pasado en toda su vida a los dos: lograron expresar todo lo que no podían en palabras con ese simple y pequeño gesto. Cuando ambos se separaron, la rosa juntó su frente con la del cangrejo y ambos cerraron los ojos.

—Te quiero...— el pescadillo no pudo contener más sus palabras dejando un poco aturdido a Manigoldo quien estaba luchando consigo mismo para que esas mismas palabras pudieran salir de su boca sin trabarse —Te quiero, con todas mis fuerzas... me sentía tan miserable al no saber de tí todo este tiempo, me desquiciaba saber si alguien te había hecho reír y no fuera yo, me enloquecía pensar que le habías sonreído a alguien de la manera que lo haces conmigo y me llenaba de cólera pensar que alguien te había envuelto en un abrazo como lo que me das a mí... pero ¿sabes qué? al mismo tiempo eras tú quien me mantenía con la cabeza en la tierra. Siempre fuiste tú.

Conectó sus labios una vez más y ambos se fundieron en un largo y dulce beso, entregándose el uno al otro sin necesidad de un acto carnal.

—Te quiero... Te quiero... Te quiero.—el cangrejo lo envolvió en sus brazos al mismo tiempo que soltaba unas pequeñas lágrimas de felicidad.


Mientras que en la ventana, el peliceleste menor también estaba conmovido por las palabras tan dulces de su hermano y su novio, Deathmask únicamente se limitaba a verlo con ternura para después acercarse a su oído y repetir aquellas palabras que tanto le gustaban oír.





Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora