Inesperado

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¿Qué había pasado?

¿Quién era la persona tan hostil y desconfiada con la que había hablado hace unos cuantos minutos?

¿Qué le había pasado a ese cangrejo tan feliz y risueño con el que estaba tan conmocionado?

Entendía que le había hecho daño al no comunicarse con él para cancelar su salida pero no era del todo su culpa. Comprendía su humillación por haberlo dejado plantado porque ya había pasado por eso, la primera vez que se dio cuenta que no le gustaban las niñas y le había expresado sus sentimientos al chico que le gustaba y el mismo le había hecho esa jugada. Y sobre todo, entendía que estuviese furioso con él aún así sus acciones le habían aclarado que no sería muy difícil disculparse y volver a la encantadora relación que habían entablado.

Porque Manigoldo era el chico más maravilloso que había conocido en todos sus años de existencia: era divertido, caballeroso, cortés, guapo y la forma en la que su sonrisa brillaba era genuinamente preciosa.

Degel le acercó la taza del dulce y caliente té mientras Kardia sobaba con suavidad su espalda y Asmita lo veía con preocupación.

—Bien... ahora dinos ¿Qué pasó?— Kardia trató de no sonar tan brusco.

—Re... realmente no lo sé— nuevas lágrimas le inundaron el rostro y su voz se volvió temblorosa —Fui a su casa con la intención de poder hablar con él, al contrario tuyo él sí fue a la escuela ayer pero... me evitó a toda costa y cuando pasaba a su lado ni siquiera se fijaba en mi presencia y hoy no lo vi por ninguna parte; su papá me recibió algo esperanzado y me dijo que subiera a su habitación para que pudiera sacarlo a patadas de ahí, toqué varias veces pero nunca me respondió y justo cuando me di la vuelta para recoger mis cosas, abrió.

La voz de Albafica se rompió un poco.

—Me miró como si fuera la peor cosa del mundo... y me dijo que no volviera a dirigirle la palabra porque no iba a soportar que me burlara de él solo por tener una cara bonita y me cerró la puerta en la cara— se secó las lágrimas con la manga. —Sé que tal vez no lo decía en serio, porque su comportamiento pasado me lo dice pero aún así... duele.

Kardia solo resopló y rebusco las palabras apropiadas para poder decir lo siguiente.

—Fica... escucha, debes saber que Manigoldo es una persona que no es mucho de entablar amistades sinceras con las personas porque tuvo muchos problemas cuando eramos más jóvenes, incluso se apartó de mí un tiempo por lo mismo y no suele confiar mucho en la gente, tiene un estúpido muro de sarcasmo y burlas al rededor de su verdadera personalidad, no soporta que se burlen de él... pero valora mucho la persistencia de la gente, así que... no te rindas que ese cangrejo es todo un dilema pero si de verdad te interesa no tendrás problema alguno en atraparlo.

Le sonrió para poder reconfortarlo un poco, conocía bien a ese cangrejo orgulloso y esta vez no permitiría que se encerrara de nuevo en sus estúpidos muros con ayuda del peliceleste quien le sonrió limpiándose las lágrimas con una dulce sonrisa.

—Tienes razón, no voy a rendirme tan fácil.

—Ese es el espíritu.

Degel solo vio conmovido al bicho, le encantaba su mirada de amabilidad y el brillo que parecía despedir era algo tan hermoso y sencill...

—¡FICA! ¡FICA! ¡ÁBREME!

Unos fuertes toquidos en la puerta los sacaron de su momento de positivismo y Asmita, Degel y Albafica transformaron su dulce expresión en una de completo terror.

—¿Quién es?— Kardia preguntó inocentemente.

—¡TRAJE A UN AMIGO! ¡ESPERO QUE NO TE MOLESTE!

—Es...—  alcanzó a proninciar Degel con la voz temblorosa.

—Afrodita.— Asmita bufó con un poco de molestia.

Y Kardia no imaginaba que tan mala tenía que ser para ganarse el miedo de de Degel y la molestia de Asmita.

*^*^*^*^*^*^*

—Hola Cam... ¿vas a salir?— Escarlate lo vió por encima de sus lentes.

—Sí papá, no tardo.

Cerró la puerta tras de él y se giró a iniciar su camino para las compras, normalmente siempre lo acompañaba Shun pero el peliverde en ese momento estaba en sus clases de arpa de las que volvía al rededor de las 8 de la noche, bastante tarde para salir a hacer las compras según Camus.

Estuvo tentado a seguir a esos dos, Degel no le daba confianza y Kardia era tan comprensivo que no entendía a ciencia cierta la magnitud del problema.

Entró al pequeño supermercado y tomó una canastilla para poner las compras: uno que otro producto de limpieza, pan para sándwich, un delicioso mozarella, unas cuantas tiras de tocino y su más grande gusto culposo un paquete gigante de malvaviscos.

Tenía una fuerte debilidad a todo lo que parecía ser esponjoso o tierno, por eso le fascinaba tanto el largo cabello azulino de Kardia, las abultadas mejillas de Shun y los ojos brillantes de Zaphiri aunque le doliera admitirlo.

Tal vez ese era su problema con el chico que atendía en la caja 9

Era un rubio de hermosa sonrisa, piel canela y ojos traviesos que estaban completamente llenos de curiosidad, ciertos ojos que no se despegaban de los suyos a la hora de pagar.

Shun lo animaba a que le pidiera una cita o por lo menos su teléfono pero siempre que tenía suficientes agallas para eso, el chico nunca estaba.

Pero esta vez lo intentaría, por fin lo haría: se asomó a la caja y vio la esponjada melena rubia que esperaba a su siguiente cliente.

—Hola ¿puedo empezar a checar?— la sonrisa amable siempre lo tomaba por sorpresa.

—Claro.— le devolvió la sonrisa y sus ojos no se despegaron de él hasta que volvió a proferir otra palabra.

—Disculpa mi descortesía pero... ¿puedo preguntar cómo te llamas?

La pregunta le tomó por sorpresa.

—Claro que sí... Mi nombre es Milo.

—Lindo nombre, je— Camus ya no sabía que más decir y el rubio solamente lo ponía más nervioso.

—¿Y el tuyo?

—¿Eh?— su sistema de recepción estaba completamente apagado.

—Tu nombre, debe ser uno muy bonito para poder se digno de tí.

Camus se sonrojó.

—Me llamo Camus... Camus Antares.

—Je, un gusto Camus Antares— dirigió su mirada a la pantalla de la cuenta —Son 5 euros.

El pelirrojo le sonrió y le extendió el dinero mas su sorpresa vino cuando estaba a punto de pedirle su número.

—Disculpa si suena muy creepy pero... ¿tienes algo que hacer ahora?

La pregunta lo sorprendió pues estaba a punto de hacersela.

—Emm... no jeje ¿po... por qué la pregunta?

—Sucede que... acaba de terminar mi turno y estaba esperando a que aparecieras para invitarte a cenar a algún lugar.

Camus solo se sonrojó más.

—Claro je, bueno debo llevar las compras a casa pero vuelvo en unos minutos.

—Puedo acompañarte si no te molesta.

No se pudo resistir la oferta y asintió con la cabeza. Esperó por cinco minutos en la entrada a que el rubio saliera con ropa normal y una sonrisa brillante en el rostro.

—Todo listo... vamos.

Le quitó unas cuantas bolsas y con la mano libre lo tomó de la mano.

Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora