Ira

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—Jodete Unity, si vas a acobardarte a este punto de la situación, no eres mas que un perdedor.

Levantó el dedo medio justo en la cara del ojiazul y se giró para caminar fuera de la institución, estaba tan enojado que sin duda desquitaría todo ese coraje sometiendo a Lune de nuevo, el pequeño idiota que siempre lo veía como si fuera el mayor tesoro ante sus ojos que no decía ni pío cuando le confirmaba el enfermo amor que le tenía al peliceleste encerrado en el almacén trasero del edificio.

—Maldición...

Se internó en una estrecha calle para llegar hasta la cortina de metal que les servía como entrada, esa porquería siempre se atascaba al inicio pero siempre cedía al fuerte golpe de sus manos y al entrar dobló por la esquina del pasillo y se adentró a la pequeña habitación para ver como su pequeña rosa dormía profundamente gracias a los sedantes que le añadía al agua que le ofrecían. Sinceramente, le dolía en el alma tener que tomar medidas tan drásticas como secuestrarlo y tenerlo restringido de la luz que hacía brillar su hermosa piel de porcelana, le dio un pequeño beso en la frente y le acomodó unos cuantos mechones detrás de la oreja hasta que vio un pequeño moretón en su mejilla: no era muy grande y contra penas se alcanzaba a apreciar la pequeña mancha verdusca.

Se levantó hecho una furia y fue hasta la parte delantera del edificio, gritando el nombre del Balrog que parecía haberse perdido en algún lugar de la construcción.

—Maldita sea... ¡LUNE SI NO SALES EN ESTE MOMENTO VOY A...!

No pudo terminar la frase ya que un puño se estampó contra su mandíbula y en menos de tres segundos tenía a alguien encima moliéndolo a golpes, certeros y fuertes en la cara.

—¡¿DÓNDE ESTÁ?! ¡DIME DONDE ESTÁ MI ALBAFICA, CONDENADO HIJO DE PERRA!

Manigoldo estaba ciego de ira y no podía pensar en otra cosa que su preciosa rosa siendo abusada por ese maldito psicópata del demonio, no fue hasta que Afrodita lo tomó de los brazos y lo alejó con dificultad.

—¡Manigoldo, calmate ya! ¡Vas a matarlo antes de que hable!— el menor le reprochó antes de pasárselo como chamarra barata a Deathmask quien se encargó de sostenerlo mientras el peliceleste se acercaba al Noruego con la mirada cargada de odio, lo tomó con fuerza por su dislocada barbilla causando que soltara un aullido de dolor y lo obligó a mirarlo a los ojos. —Ahora Minos, vas a decirnos donde está mi hermano o de lo contrario te reuniremos con el pequeño Lune que está disfrutando en grande de la fiesta que le organizamos con esas raras herramientas que encontramos en la parte trasera del mostrador ¿Qué te parece?

Esa fue la primera vez que Minos en realidad sintió miedo porque esas "raras" herramientas, no eran más que la colección personal de instrumentos de tortura del siglo XV que Lune solía guardar desde que había conseguido esa brida de regañar* el peliplata tragó con dificultad y con mucho dolor y esfuerzo pudo articular unas cuantas palabras.

—Bodega... Atrás... Pasillo... Puerta...

Fue lo último que pudo pronunciar antes de caer inconsciente por el dolor tan agudo de los golpes, Afrodita se levantó y le dio una patada con todas sus fuerzas en las costillas tanta que se escuchó un pequeño tronido, para después escupirle en la cara.

—Nadie se mete con mi hermano, basura.

Los cangrejos lo siguieron corriendo por detrás hasta llegar a una vieja bodega que apestaba a humedad y azufre, se adentraron en ella y siguieron las escasas indicaciones del pastor inglés hasta que llegaron a una puerta de madera completamente consumida por el moho; Manigoldo le propinó una patada y con un poco de esfuerzo lograron encontrar a Albafica tendido en el suelo completamente noqueado.

—¡Albafica!

El cangrejo no tardó en tomarlo en sus brazos y acunarle el rostro entre sus manos para repartirle besos por toda la cara.

—Mi pequeña rosa... te quiero... te quiero... te quiero...

A pesar de estar en el limbo de la vida y la muerte, una pequeña sonrisa se le formó en la cara.


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Okey, ahora si que iba a matar a ese pato bueno para nada.

Había sido tolerante con él porque era su pequeño hermano y además de que Camus no lo veía más allá que un amigo, pero una cosa era tolerar y otra aguantar. Ese rubio teñido le estaba robando la atención de su cubito y sabía que si no hacía algo rápido, Hyoga se aprovecharía de su carita de ángel y le robaría a su pelirrojo.

En ese momento, ambos se encontraban hablando animadamente en la sala de la casa de Camus: le había llamado para ver películas ya que sus hermanos habían estado muy raros últimamente y cada que les preguntaba nunca querían decirle lo que pasaba, además de que habían salido ya un rato. Milo había salido a hablar por teléfono y al regresar, Hyoga estaba abrazando a Camus como si su vida dependiera de ello, cosa que terminó por enfadar al escorpión.

—Camus ¿dónde está el pequeño Shun? No me digas que también salió.

Ambos chicos se separaron y el pelirrojo solamente le sonrió.

—Está arriba estudiando, tiene un examen mañana.

—Bueno, deberías llamarlo, hace tiempo que no lo veo y tanta información va a sobre calentarle la cabeza ¿no crees?

Un pequeño deje de molestia se instaló en la mente del cubo ¿por qué tanta insistencia en ver a su hermano?

—Ehh... claro, iré por él.— subió con rapidez la escalera, bajo la atenta mirada de los chicos.

—Hyoga ¿no crees que estás acercándote mucho a él?— como siempre, Milo y su brutalidad para hablar no pudieron esconderse.

—La verdad no, es muy lindo Milo.— vio de reojo como su hermano mayor apretaba los dientes —¿Crees que yo le guste? Digo, se que soy menor de edad pero ese porte tan frío hace que quiera verlo debajo de...

Ya está... se esforzó mucho, el escorpión puso su mano justo al lado de la cabeza del otro que solo lo veía juguetón.

—Ni siquiera lo pienses, ganzo.

Hyoga estaba a punto de replicar cuando la suave voz de Camus se hizo presente en la sala.

—¿Chicos? ¿Está todo bien?

Los dos hermanos giraron la cabeza poco a poco, hasta encontrarse con un castaño de mirada asustadiza.

—Todo está perfecto ¿verdad, Hyoga?

Le dio un manotazo a su hermano en el hombro pero el otro no respondió, tenía la mirada completamente perdida en el ojiverde que también lo veía con curiosidad.

—¿Hyoga?

Su hermano empezó a preocuparse, podía contar las veces en las que el rubio se quedaba sin habla y le sobraban dedos mas todo se redujo a lo que pasó después: Hyoga se acercó lentamente a Shun quien poco a poco se fue despegando de su hermano y cuando por fin llegó a donde estaba, le tomó de ambas manos y le susurró algo que nadie más pudo escuchar, acto seguido juntó sus labios con los del castaño en un suave beso.

Bajo la atenta mirada de Camus y Milo que estaban a punto de cenar moscas y pegar un grito más fuerte que el de la independencia.




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Una pequeña aclaración:

*La brida de regañar se utilizaba como método de humillación y tortura pública para las mujeres que eran acusadas de infidelidad, prostitución o brujería. Se colocaba una máscara de hierro en la cabeza de la víctima. La parte de la boca tenía puntas, con lo que la víctima no podía decir palabra.

 Y... se acabó, espero que les haya gustado y muchísimas gracias por leer.

Los quiero, Bye. ❤

Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora