Epílogo

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—¿Dónde pongo estos libros?

—Oh, en la caja del escritorio.

Degel miró por unos pequeños instantes las copias que sostenía en sus manos y sonrió, había pasado unas cuantas noches en vela pensando en todo sobre su amado escorpión ¿qué comida odiaba? ¿cuántos años tenía cuando se le cayó el primer diente? ¿cómo lucía estando dormido? ¿roncaba? ¿hablaba dormido? ¿se movía mucho? cuando se encontraba pensando en ese tipo de cosas se avergonzaba demasiado y se obligaba a dormir dejando en paz aquellos pensamientos de acosador.

Je, si hace cuatro años le hubieran dicho que terminaría siendo novio de un nerd que no sabía como demonios usar la estufa y que se la pasaba pensando en cosas que no valían la pena, se habría reído muy fuerte porque en primera: no se consideraba homosexual aunque casualmente el amor de su vida fuera un hombre, él también pensaba que nunca llegaría a querer a alguien de esa manera. Al encontrarse pensando este tipo de cosas no pudo evitar pensar en el tipo de persona que pudo haber sido la madre de Kardia: nunca le había preguntado y justo ahora no tenía la fuerza para arruinar el día en que ambos iban a irse a vivir juntos.

Los brazos de su escorpión lo envolvieron por la cadera y aspirando su aroma, escondió su cara entre los verdes cabellos de su novio.

—¿Pasa algo, Deggie?— el tono de voz que estaba usando el bicho era el mismo con el que le hablaba mientras estaban haciendo el amor y no pudo evitar que un pequeño escalofrío le recorriera la columna vertebral cuando el otro le depositó un pequeño beso en el hombro.

—Bueno... solo estaba pensando... cuando recién empezaste a coquetearme recuerdo que nunca mencionaste a tu madre.— lo último lo dijo en voz baja por si tenía algún impacto negativo en su pequeño bicho. Pasaron unos cuantos minutos antes de que el peliazul le contestara a su pregunta.

—Mi madre... era una mujer hermosa, siempre estaba sonriendo y nos animaba cada vez que mi padre salía a una misión, era el pilar de esta casa... recuerdo que todos los sábados íbamos al bosque en una excursión o a la playa en verano incluso fuimos varias veces al cine a ver alguna película que nos llamara la atención.— trató con toda su fuerza que su voz no se quebrara y soltando un gran suspiro, continuó —Cuando Shun nació... una enfermedad muy rara y fuerte la alcanzó, mi padre hizo todo lo que pudo para poder salvarla pero ella estaba muy cansada y con mucho trabajo comía, fue un golpe muy duro para todos nosotros: Camus no hablaba, yo no paraba de llorar a todas horas y Zaphiri cuidaba de Shun hasta que se dormía pero no comía ni salía de la habitación de mamá... ahora que lo pienso, fue mi padre quien se sentó a hablar con todos nosotros y por él nos levantamos, él nos hizo quienes somos ahora.

Una pequeña lágrima se resbaló por su mejilla y Degel solo pudo envolverlo en sus brazos para reconfortarlo: hace unos meses Escarlate había caído en un descuido de sus misiones y eso era a lo que más le temían sus hijos, que un día se fuera y nunca más regresara; Kardia sonrió un poco, por lo menos ahora estaba con el amor de su vida.

Algo en la esquina de la habitación llamó la atención de Degel quien se separó de él y sacó un poco más el pizarrón en donde habían dos columnas divididas por un par de nombres, al terminar de leer, se le salió una risilla.

—De verdad, son peor que el FBI



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—Milo apurate, por favor.

El pelirrojo estaba apunto de sacar a su esposo de la oreja como niño pequeño, llevaba una maldita hora encerrado en la habitación con el pretexto de que se estaba cambiando algo que le pareció totalmente estúpido a estas alturas de su relación ¡No era el momento de ponerse pudoroso y tener vergüenza al verlo desnudo!

—Ya voy, amor.

—No me llames así.

—¿Te molesta? Bueno, entonces escoge uno porque tengo un montón de ellos ¿Qué tienes en mente? ¿Corazón? ¿Bombón? ¿Cariño? Tal vez...

—¡Cállate y sal ahora o voy a...!— La palabras de Camus se quedaron flotando en su subconsciente al ver al pequeño felino que su esposo llevaba en sus brazos, era una pequeña bola de pelo gris con los ojos más azules que el mismo cobalto, totalmente embelesado le arrebato al minino de los brazos y lo envolvió en los suyos.

—Pensé que podríamos tener algo cercano a un hijo y un gato me pareció la opción perfecta.— el rubio le regaló una sonrisa encantadora, pero Camus no podía hablar de la felicidad que sentía en ese momento, con los ojos llenos de lágrimas se acercó a besarlo.

—Gracias por este maravillosa sorpresa... mon amour—  siempre pensó que el francés sonaba exquisito de los labios del pelirrojo y aunque no fuera su lengua nativa, se sentía como si fuera un nativo de aquel país tan maravilloso.

Ambos volvieron a besarse con más intensidad que antes, al parecer llegarían tarde de nuevo a la reunión familiar.



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—¿Estás bien pequeña Yuzu?

—Chi, muchas gracias Krest.

La pequeña niña se alejó brincoteando por aquí y allá mientras que el cubito se limpiaba la tierra que se le había pegado al trasero bajo la atenta mirada de Zaphiri que veía con ternura toda la situación, si bien su pequeña "prima" (hija de Hakurei) era un encanto el mirarla al lado de Krest hacía que su corazón se acelerara al ver que tan buen manejo tenía ese chico con los niños a pesar de ser tan frío como un tempano de hielo.

—¡Ya estamos aquí!

Camus y Milo fueron los últimos en llegar, como de costumbre. Observó a todos los presentes del pequeño salón: Degel, Sísifo, Asmita y Shun estaban acomodando todas las mesas para tener el suficiente espacio para pasar, Deuteros, El Cid, Aspros y Manigoldo estaban molestando a Kardia para que accediera a proponerle a Degel matrimonio, Shion, Dohko, Deathmask y Dita estaban hablando animadamente sobre la próxima boda del peliceleste, Krest estaba platicando con Hakurei y Sage acerca de todo un poco. Sonrió para sus adentros cuando levantó la vista al cielo, rogándole a su padre que siempre se mantuvieran de esta manera.

Después de comer, todos se quedaron impresionados al ver como Kardia se llevaba a Degel a una pequeña fuente de la recepción, sin embargo nadie dijo nada y se limitaron a espiar hasta que vieron como el par se abrazaba con un lloroso peliverde gritando como loco: Sí.

Pudo ver como Krest sonreía al otro lado de la habitación y sigilosamente se acercó para abrazarlo por la espalda para después depositarle un tierno beso en la mejilla.

Respirando hondo, dejó que el tiempo fluyera al mismo tiempo que sus pensamientos se discurrieron a uno solo: Ahora sabía como se sentía su padre al ver a todos tan felices.










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Holaaa!

¿Cómo están? espero que bien :3

Bueno, espero que esta historia les haya gustado y que por lo menos les haya sacado una inocente sonrisa, lamento no haberles premeditado el final de esto pero no tenía caso alargarlo más de lo que ya está porque bueno... ya todos son felices y bonitos ❤

Los quiero muchísimo y muchas gracias por todos sus comentarios.

Nos leemos luego, Bye ❤


Tratando de ser "cool" (multipareja)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora