El camino hacia ti

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Llegaste a mi vida como una ola de aire fresco; como un barco de salvación en medio de la tormenta.

Aún recuerdo la primera vez que me tomaste por la mano, en camino hacia tu casa.
Parecíamos dos adolescentes enamorados, que estaban empezando a caminar en las vías del amor, aunque aún no éramos nada.

Te miré solamente de reloj, notando tu satisfacción.
Estaba roja por la timidez y emocionada por un nuevo sentimiento que poco a poco nacía dentro de mí.

¿Quien iba a decir que a mis casi 28 años sentiría mariposas en el estómago por la primera vez?

Contigo tuve muchas primeras veces, amor.

Me bastaron pocas horas en tu compañía para perder la cabeza y el corazón por ti.

Me volví adicta a tu voz, tus payasadas, tu ternura, tu manera de ver la vida, tu bonita costumbre de hacerme sonreír siempre...

Me volví adicta a tus labios, después de la primera vez que los probé.

¿Te acuerdas?
Estábamos muy cerca el uno de la otra, moviendo lentamente nuestros cuerpos al ritmo de una canción de Pablo Alborán, que por cierto, desde entonces se convirtió en mi favorita.
Sin darme un previo aviso, atrapaste mis labios entre los tuyos y ese toque...fue mágico.

Me bastó probar tu dulce boca esa primera vez, para entender que a mis labios siempre les había hecho falta sentir algo más y también para saber que te amaría a ti para toda mi vida.

En ese momento lo supe: nunca fui de nadie, tú eras la excepción.