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"Ese bastardo llegó a nacer"

Mis ojos se abrieron como paltos al escuchar esas palabras y se llenaron de una nueva esperanza.

"¿En serio, no me estás mintiendo?."

"Poco me importa si me crees o no. Para que veas que no soy tan malo, te contaré como fue. Las patadas que te dí ese día en el estómago no lograron matarlo y la bala mucho menos ya que fue arriba del utero. Ese mocoso crió dentro de ti mientras estabas en coma. Isauro, el doctor, se dió cuenta a los ocho meses de embarazo que estaba listo para venir al mundo. Tenías contracciones y pensó que ibas a despertar pero eso no pasó así que te practicó una cesárea. La verdad no sé porque dejé nacer a ese bastardo."

Muchas lágrimas calientes bajaron por mis mejillas.
Estaban cargadas de felicidad, esperanza y de un gran amor de madre.
Mi hijo fue un guerrero.
Logró sobrevivir y nacer en esas condiciones.

Tenía tantas ganas de verlo, de estrecharlo fuerte entre mis brazos.
Deseaba recuperar también a Sara y a ti Saúl, teniendo la certeza de que nadie nunca nos volverá a separar.

~No debo ilusionarme. Quien sabe lo mucho que falta para esto...~ pensé

"¿Por qué le dices bastardo?"

"¿No lo imaginas? Tenía pocos días de nacido cuando hice una prueba de ADN y allí comprobé que no es mío, sino del idiota de tu amante."

Una sonrisa involuntaria apareció en mi rostro.
¡Tú hijo Saúl!
Lo que siempre soñamos.
¿No era algo extraordinario?

"¿Dónde está? ¿Qué hiciste con él?"-esta última pregunta la grité.

"Tranquila que no le falta nada. Tal vez una madre y un padre. Puede ser que también le falte ropa nueva y tres pastos al día, pero nada más."

Al oír estas palabras se me formó un gran nudo en la garganta.

"¡Imbécil! ¿Dónde lo llevaste?"

"Lejos de ti. Ojalá nunca lo encuentres. Este fue mi objetivo cuando lo llevé lejos de aquí, mantenerlo separado de ti."

"!Desgraciado! Eres un maldito infeliz. ¿Que ganas con hacerme tanto daño?"

" La verdad no gano nada pero verte sufrir me provoca placer. Tú sufres y yo estoy feliz, así funciona.
Pero, aunque no lo creas, tengo un poco de corazón. Imagínate, hasta le puse nombre y lo bauticé antes de regalarlo y dejarlo a su propia suerte."

Me sentía demasiado mal con todo lo que él me había dicho.
No estaba lista para oír todo eso.
Estaba muy alterada y sin energía.
Empecé a sollozar.

"¿Cómo se llama mi hijo?"-pregunté con la voz entrecortada.

"Tranquila. Le puse un nombre muy bonito para que nunca logres olvidarme, mi reina: Mauro."

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora