El camino hacia ti

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"Jamás sería capaz de soltarte, amor."

Esas palabras me armaron de valentía.
Yo tenía mucha fe en ti, en nosotros y en ese futuro juntos por el cual tantas veces anhelamos.

Te besé con pasión, saboreando cada rincón de tu boca y perdiéndome en tu aroma, como si no existiese un mañana.

Tú Saúl, tenías magia en tu interior porque en tan poco tiempo fuiste capaz de curarme las heridas de toda una vida y de sanar mi alma.

De repente un malestar se apoderó de mí y corrí hacia el baño.

"El efecto de la tequila."-te mentí cuando salí, después de haberme cepillado los dientes.

Estabas un poco preocupado pero me creíste.
Sabías muy bien como reacciona el cuerpo humano al exceso de alcohol, sobretodo en una persona que no está acostumbrada a tomar.

Llamamos a Sara contándole nuestro plan y sin problemas aceptó.

De un momento a otro se aferró a mí, empezando a llorar y pidiéndome nuevamente disculpas por no haberme defendido antes y por haber sido, según ella, una mala hija.
Pero para mí ella, aún con sus fallas, era la hija perfecta y no la hubiera cambiado por nada ni nadie en este mundo.

La pegué más a mí, acariciando su cabecita y sobando su cabello color miel.
Unas lágrimas bajaron también por mis mejillas.
Necesité sentirla cerca de mí, abrazarla con fuerza.
No sé porque, fue muy extraño, pero sentí como si no la iba a ver más.
Como si ese fuera uno de nuestros últimos momentos juntas.

Nos separamos y Sara quiso asegurarse de que tú, Saúl me tomarías como esposa una vez llegados en el nuevo País.
Le dijiste que así será.

Con mucha emoción y la voz temblándote, me pediste matrimonio.
Era imposible decirte que 'no' cuando todos los rincones de mi cuerpo y de mi alma me pedían a gritos que te contestara 'sí, acepto'.

Escribimos nuestras promesas en un post it.

"A pesar de cualquier obstáculo que haya en medio de los dos y trate de separarnos, siempre lograremos encontrar el camino correcto para volvernos a juntar."
Esta fue una de las mías y hoy con orgullo puedo decir que la mantuve.

Tú también me hiciste muchas promesas, tan bonitas que me derretieron el corazón.
Gracias por haberlas cumplido, amor.