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¿Te acuerdas cuando hicimos el amor en orilla al mar, acunados por las olas y por la brisa fresca?

Pasó unos días después de que yo te abriera mi corazón, contándote aquello que fue tan doloroso para mí.
Nunca me juzgaste.
Siempre me ofreciste respeto, cariño y protección y no tienes idea de lo importante que es todo esto en la vida de una persona, sobretodo para una mujer como yo, que fue acostumbrada solamente a recibir golpes.

Ese día dijiste que me tenías una sorpresa y me llevaste a aquella playa en donde yo te había contado que viví los únicos momentos alegres de mi vida.

Tú siempre buscaste cualquier pretexto para hacerme feliz, y esto no tiene precio.
¿Cómo podré algún día agradecerte lo suficiente y regresarte por lo menos una mínima parte de todo lo que has echo por mí desde cuando me conociste?

Tenías todo preparado, amor.
La playa entera para nosotros dos, velas encendidas en la arena, una mesa tranquila y solitaria ornada con flores perfumadas y una cena deliciosa con mi comida favorita.

El atardecer que se dibujó en el cielo fue mágico, pero no más que aquellos besos llenos de pasión que me diste.

Pasamos la noche entera allí.

Tenía miedo por la reacción de mi marido si me veía llegar en la madrugada, pero no me importó.
Por una vez, decidí pensar solamente en nosotros dos y hacerle caso a mi corazón.

Esa noche, la luna llena fue el testigo de nuestros más íntimos secretos, de nuestras locuras, de nuestra desnudez y nuestras caricias llenas de deseo y amor.

Por la primera vez en mi vida, me sentí completamente feliz y despreocupada.

Saúl, ¿tenías idea de todo lo que significabas para mí?
¿Tienes idea de lo mucho que yo te amo?

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora