37

216 39 28
                                    


"¿¡Qué hiciste Altagracia!?"-oí a mis espaldas.

Dejé caer el arma al suelo y esa chocó con el piso haciendo un ruido que me erizó la piel.

El disparo no se oyó ya que el arma tenía silenciador.
Todo fue demasiado rápido, ni siquiera me di cuenta que había apretado el gatillo, centrando a Mauro en el pecho con una bala.

"¿Qué hiciste? ¿Que significa esto Altagracia?"
Volteé y allí estabas tú, en el marco de la puerta, con Daniel dormido en tus brazos, mirándome con asombro y desconcierto.

No sabía que contestar.
El pánico y la agitación que aún sentía no me permitieron hablar.

Cerraste la puerta, apoyaste al niño sobre la cama y te acercaste, bajándote al piso para verificar si Mauro aún tenía pulso.

"¡Lo mataste!"-enredaste las manos en tu cabello en signo de desesperación.

"No...yo no quería. No, no sé...pasó...yo...Saúl...no soy una asesina, ¡no lo soy!"-balbuceé asustada.
Las lágrimas caían rápidamente.
Mi respiración estaba agitada.

Siguieron un par de minutos de silencio que me parecieron una eternidad.

"¿Qué hacemos ahora? Ayúdame, por favor, no puedo ir a la cárcel. Me iba a violar, yo me defendí y..."-te dije sollozando.

"No hay tiempo para pensar en donde esconder el cuerpo. Es de día, hay mucha gente en este hotel, se darían cuenta. Lo dejaremos aquí. Encontré los boletos. El vuelo sale a las nueve de la noche. Agarra lo que te sirve y vámonos ya."

Obedecí de inmediato.

Tú cancelaste las huellas que habían sobre el arma y la metiste en la mano de Mauro.
Lo dejamos allí tirado en medio de la habitación y corrimos fuerte, agarrando el primer taxi que vimos y pidiéndole al chofer que nos lleve al aeropuerto.

"¿Qué hice Saúl? Me convertí en una asesina. Maté al padre de mi hija."-susurré cuando ya estábamos en el avión, llorando.
Estaba desesperada.

Me apoyaste sobre tu hombro, abrazándome, y acariciando cariñosamente mi mejilla.

"Shhh, todo estará bien, no te preocupes. Pronto estaremos a un océano de distancia, lejos de todo el mal. Empezaremos una nueva vida tranquila a lado de nuestros hijos. Sara no tiene porque enterarse. Va a sonar muy feo, pero es un alivio que Mauro haya muerto, solamente así nos va a dejar en paz y lograremos ser felices. Además, ahora eres libre para casarte conmigo."-me regalaste una sonrisa que me tranquilizó de inmediato.

"¿Qué haría yo sin ti, eh? No sé como eres capaz de amarme tanto como para no juzgarme ni siquiera por un crimen, pero te lo agradezco inmensamente. Te amo, Saúl y te necesito tanto o más que al aire."

"Yo te amo más, mi princesa bonita. Nunca lo dudes. Eres mi primero y último amor."

"¡Esto no es cierto! Tuviste muchas novias antes de conocerme."

"¿Acaso me estás llamando mentiroso?"
Negué.
Reímos.

"Yo considero que el primer amor no es la primera persona que me gustó o que fue mi pareja.
Es aquella persona por la cual haces cosas que jamás imaginaste hacer, por la cual se te llena el corazón cuando la ves.
La que te eriza la piel, la que te hace temblar de placer.
Es esa persona que amas con locura, que te enciende los sentidos con tan sólo pensar en ella, la que te hace sentir las cosas más puras y verdaderas.
Tú eres esto y más por mi. Altagracia, tu me haces feliz con una sonrisa, me brindas paz con una mirada, me llenas de vida con tu presencia...
¿Ahora me crees cuando te digo que eres mi primer amor, el único y el último?"

Asentí con los ojos aguados.

Sellamos esas hermosas palabras que lograron conmoverme, con un largo y profundo beso de amor.

Nos amábamos.
Nos seguimos amando.
Y no hay en el Universo verdad más grande que esta.

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora