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"¿Y qué pasó con ese hombre del cual por desgracia llevo la sangre?"-me preguntó con curiosidad.

Bajé la cabeza y mi respiración se volvió agitada.
No tenía el valor de mirar a mi hija en los ojos y contestarle.

"Dile la verdad. Estoy segura que entenderá."-dijiste entrando a la habitación.

"¿Andas escuchando conversaciones ajenas, Aguirre?"-pregunté irónica.

Al final te hice caso y le conté absolutamente todo, aún con el riesgo de que me odie.
No quería que existieran secretos entre nosotras.

Las lágrimas se asomaron de inmediato.
Me sentía aliviada pero a la vez culpable.

"No estoy contenta con lo que hiciste pero tampoco puedo juzgarte. Ese hombre se dedicó en hacerte la vida un infierno. Era un malvado y te hizo cosas muy feas a ti y a muchas otras mujeres. Yo hace mucho tiempo dejé de considerarlo mi padre. Saúl ocupó su lugar. Él es un hombre extraordinario, el mejor que podías encontrar y me alegro que ya estamos juntos los tres y también con mi hermanito.
Mamá yo lo único que deseo es verte feliz, créeme."

Las palabras de Sara me conmovieron y me tranquilizaron.
Otra vez nos fundimos en un fuerte abrazo; igual de fuerte como el amor que nos une.
Sonreíste complacido al ver esa escena de madre-hija.

En la tarde convenciste a Sara de llevar a Daniel al parque para que se conocieran y se empezaran a querer.

"Listo, ya estamos solitos sin nadie que nos pueda interrumpir."

"¿Qué estás tramando, tontito?"

"¿No adivinas?"-preguntaste pícaramente.
Reímos.

¿Por qué negarlo? Me encantó tu idea. Yo también me moría por volver a estar contigo.

"¿Juntitos, bonitos, pegaditos y revueltos?"
Asentiste besando mi cuello, acción que me estremeció por completo.

Bastaba tan sólo una caricia tuya para erizar cada centímetro de mi piel y llenarme de deseo.

Me conduciste hacia nuestro cuarto empezando a desvestirme y a dejar por mi cuerpo un camino de suaves y dulces besos.

Quedamos rápido sin ropa y nos tumbamos en la cama.

"Desde ahora en adelante ella será testigo de nuestros más íntimos secretos."-dijiste.

Empezamos un hermoso baile de pasión, deseo, placer y amor.
El ritmo lo daban los latidos acelerados de nuestros corazones y el choque de nuestras pieles húmedas y calientes.

Nuestros cuerpos estaban unidos, convirtiéndose en uno solo.
Nuestras almas se susurraban cosas incomprensibles a los demás.

Nos pertenecíamos por completo.

Tú eras mío y yo tuya.
Esta vez sin peligros, sin mentiras, ni misterios.
Sin nadie de por medio que pueda separarnos y que intente destruir nuestros amor.
Sin heridas abiertas, ya que tú me habías sanado por completo.

¿De verdad era posible sentir algo tan grande y fuerte por una sola persona?
¿De verdad existía en el mundo un amor así?
Pues sí, nosotros lo estábamos viviendo.
Y esta vez íbamos a ser felices.

"Saúl, si tendría que vivir otra vez la misma vida y pasar de nuevo por las mismas desgracias solamente para conocerte a ti, lo haría. Por ti valió la pena todo el dolor y el sufrimiento. Tú lo vales la pena todo. Yo no creo en las casualidades pero sí creo en el destino y estoy convencida que cada pequeño paso que di en la vida, fue un paso hacia ti.
Juntos vamos a triunfar."

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El próximo capítulo es el último ♥️

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora