Capítulo 11

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Luego de que Castian me ayudará a vendarme la mano y me diera algunas pastillas para el dolor me fui a intentar descansar.

(..)

-    ¡Arriba!- gritaron al unísono.

-    Demonios, no dejan dormir- me queje destapando mi cuerpo de la cobija. Pero un silencio incómodo se formó cuando ambas me miraron preocupadas.

-    ¿Qué?- artículo Vania señalando mi mano y cuello.

-    ¡Ah, esto!- dije con falsa emoción- cortesía de "King"- agregué y estas abrían y cerraban sus bocas como peces fuera del agua.

-    ¡Será Cabrón!-grito Vania.

-    Lo mato- murmuró Nebraska y sin darme tiempo a reaccionar salieron de la habitación

-    ¿Qué piensan hacer?- pregunte a la nada. Me levanté de la cama y salí a paso rápido de la habitación al escuchar gritos.

-    ¡¿Quién carajos te crees para ponerle una mano encima a mi amiga?!- grito Nebraska.

-    Nebraska- dijo este con voz ronca a modo de aviso.

-    Te voy a decir una cosa y espero que te la graves hermanito, a tus perras las tratas como te salga del forro pero a mi amiga le vuelves a poner un dedo encima...- dijo esta.

-    Y te cortamos las bolas- hablo ahora Vania con una navaja que no se de donde la saco. Los chicos observaban la escena burlones y yo veía todo sin que ellos se percataran de mi.

(...)

Luego de lo sucedido regrese a paso rápido a la habitación, agarré mi equipaje y lo coloque en la cama. Saque de este un crop top rosa claro, un short negro, tacones y listo. Me di una ducha, no sin antes hacer mis necesidades básicas, como lavarme la boca. Al final me maquille sencilla y amarre mi cabello. Salí del baño y cerré mi equipaje. Para luego salir con este.

-    ¿Para donde vas?- pregunto Vania que iba subiendo las escaleras.

-    Me voy, prefiero no ser un estorbo para gente indeseada- dije refiriéndome a King.

-    Estas loca si piensas que vamos a permitir que te vayas- dijo ahora Nebraska que apareció casi de la nada.

-    No me pueden detener- dije y pase por su lado.

-    Vamos Abrí, no seas así- dijeron mientras me seguían.

-    No, chicas enserio- dije- me mantienen al tanto de todo- dije guiñándole un ojo, para luego darme la vuelta y caminar hacia la puerta.

-    Al menos déjanos llevarte – dijo Vania y yo negué.

-    No, ya me resuelvo yo- dije y salí de la casa. Apenas 1 día en esa casa y ya todo era un desastre. Se que ellas no tenían la culpa, pero prefiero estar en un lugar en el que me sienta cómoda y no estar en un lugar con un maldito loco que a atentado contra mi vida un sin número de veces. Así que ahora me encontraba caminando por ese largo camino alejado de la civilización intentando llegar a alguna parada de autobuses o algo parecido. Creo que a veces puedo llegar a ser muy dramática, pero que les digo así soy. Llevaba alrededor de 30 minutos caminando y el maldito camino parecía eterno. Así que me acordé de la única persona que me podía salvar la vida así estuviera en otro planeta. Saque mi móvil a toda prisa con intenciones de llamar a Bastián. Pero comencé a maldecir al ver que no tenía señal- Diablos, puto teléfono de mierda- comencé. Así que no me quedo más remedio que seguir caminando. Mis pies dolían y mi preocupación aumento cuando una gota impacto en mi nariz, levanté el rostro y más gotas comenzaron a cubrirme- esto es enserio- murmure ya sin ánimos. Me detuve y me tire en medio del camino junto a mi equipaje- ¡Este día puede ir peor!- exclame a la nada. Entre la rabia y el desespero me puse de pie aún con la lluvia cubriéndome- en estos momentos les daría vergüenza a mis padres- dije mientras comenzaba a caminar nuevamente. No les voy a mentir que me emocioné al ver un pequeño bar, que a decir verdad tenía muy mala pinta pero que justo ahora era lo menos que me importaba. Me aproxime a este y abrí la puerta de golpe por culpa de mi equipaje y cuando levanté la vista. Digamos que todos me estaban viendo. No dije nada y me aproxime a la barra- Dame un whisky- dije y el muchacho asintió. Segundos más tarde ya estaba frente a mi. Alrededor de 20 minutos habían pasado desde que llegué al bar de mala muerte. Mi teléfono parecía haber muerto por la lluvia así que me encontraba sola, rodeada de hombres con pinta de matones e incomunicada. Lamentablemente cuando pensaba que nada podía ir peor, las puertas del bar fueron abiertas de golpe. Y alrededor de 15 moteros entraron y si antes los que estaban aquí intimidaban, mejor no hablemos de los que llegaron. Le tendí el dinero al de la barra y me levanté inmediatamente. Agarré mi equipaje y comencé a caminar a paso rápido intentando no llamar la atención. Pero obviamente como no hacerlo, cuando eres la única mujer, tienes pelo blanco, ropa mojada y una maleta rosa.

Born Inside the Mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora