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Jennifer

Los siguientes días viene ocurriendo lo mismo:

1. Josh se va a trabajar.
2. Me pregunta si quiero acompañarlo y respondo que no.
3. Pese a mi constante negativa se sigue repitiendo el número 2.
4. Me la paso botada en la cama o en el mueble pensando en Milo, esperando una llamada de Lenny o haciendo nada.
5. Llega la noche y cenamos juntos los tres.

Ha pasado una semana y aunque agradezco la gentileza del par que me acompaña, mi instinto me dice que no tardaré en volverme loca. De tal manera que pese a mi decisión en un inicio, en el octavo día, digo algo que cambia todo.

—Sí quiero acompañarte.

Josh frena su paso y me mira raro como serciorandose de haber escuchado bien. Estaba a punto de ir por las llaves, lo sé porque siempre es el mismo hábito. Baja de su recámara y me hace la pregunta del millón, digo que no, y últimamente ya no sé detenía a esperar mi respuesta, y corría por las llaves. Pero esta vez lo he sorprendido.

—¿Estás segura?

—Es eso o que un día llegues y me encuentres colgada de un árbol.

Claramente Josh no entiende el sarcásmo en mi voz porque se ha quedado pasmado.

—Es broma —agrego riendo —Solo deja me cambio de ropa.

—De acuerdo.

Me apuro y saco unos pantalones pegados, una blusa que me regalaron en Navidad, la cuál me encanta porque tiene brillos por todas partes. Me pongo unos botines y agarro lentes de sol.

—Lista —digo en cuanto salgo.

Josh se levanta del mueble y me ve con cara interrogante.

—Yo no creo que debas salir así... —dice con cautela.

Enseguida inspeccionó mi atuendo.

—¿Tengo algo roto? ¿No combina?

—Nada de eso —mueve los brazos para negarlo —En realidad luces muy bien, solo que... —se detiene un segundo pensando que decir —No te ves como alguien que viviría aquí.

—¿Y como se ven las personas de aquí? —pregunto claramente confundida.

—Más...sencillas. Ni siquiera creo que vendan ese tipo de ropa.

No entiendo a que se refiere. Estoy de lo más normal.

—¿No tienes algo más cómodo?

—Estoy cómoda —aclaro.

Josh se rasca la cabeza mientras arruga la frente.

Lo siguiente es que le enseño mi ropa. Y por su gesto no le ha gustado nada.

—No niego que te veas fantástica, pero debemos aparentar que eres una más del pueblo. Y no se si con tu ropa se pueda.

—Pero entonces... —me callo antes de continuar y recuerdo algo —Bueno, que tal si me pongo algo que no sea mío.

—Bien, podría salir y comprarte algo...

—No me refiero a eso —lo interrumpo —Sino a usar esto.

Voy a los cajoneros y abro la ropa de mujer que días antes había descubierto. Agarro una prenda al azar y la saco. Es una blusa a cuadros azul y negra. Parece lo que usé el último Halloween cuando me disfracé de vaquera.

Cuando miro a Josh lo noto extraño o sorprendido.

—¿Puedo usarla? —vuelvo a hablar ante su silencio —Porque creo que alguien la ha olvidado aquí...

Por tu vida | JOSHIFER (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora