De baules y luciernagas

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Hacia ya una semana que Ivonne había resurgido del olvido. El profesor Snape se encontraba sentado junto a su escritorio, mirando a la nada misma. Golpeó la mesa con los dedos, como impaciente por algo, hasta que se puso de pie y se dirigió a ese baúl que hacia tantos años que no había abierto. Un baúl de recuerdos. Contenía cosas que a veces era mejor olvidar, dejar pérdidas en el abandono, enterrarlas en el bosque prohibido o permitir que un dragón se los comiera. Pensó que eso no seria tan mala idea. Se sentó en el suelo para crear dos montañas de cosas a ambos lados. Cosas para tirar y cosas para guardar.

La llegada de Ivonne fue una llamada de atención con respecto a ese baúl. En la búsqueda de la joya, había visto cosas que era mejor tirar. Inservibles, llenas de polvo y lo peor, dolorosas.

Encontró sus siete diarios. Los que había llenado de reflexiones, ideas, pensamientos y sucesos durante su adolescencia. Sonrió con una mueca. En ese entonces era mucho mas abierto. Por lo menos con Ivonne y con un trozo de papel.

Abrió por la mitad el diario del último año y leyó:

"Hoy me pase la tarde entera hablando con Iv. Faltan cuatro meses para que terminemos de estudiar y nos separemos. Luego no se lo que haré. Se que quiero ser un experto en pociones, pero mis dudas no son en base a eso. He estado junto a ella desde los primeros días, cuando nadie siquiera me hablaba y me va a ser muy difícil separarme de ella y quedarme solo. Quisiera ir a Francia con ella, acompañarla y aprender un poco mas, pero no puedo. No tengo dinero y es a ella a quien becaron. Con los días tengo esa sensación y esta angustia que crecen, empeoradas por el hecho de que no puedo hacer nada al respecto.

Ivonne también está triste pero peor estoy yo, y ella se ha dado cuenta. Trata de animarme, como siempre. Me alegro tanto de que ella este siempre a mi lado, como el primer día. Solo Dios sabe donde estaría yo ahora sin ella. Probablemente muerto.

Por ahora solo puedo pasar el mayor tiempo posible con ella y tratar de no deprimirme tanto, para que ella no se entristezca también.

Extrañare tanto sus ojos azules..."

Severus dejó de leer. Recordaba bien esa época, esas tristezas continuas que ahora se habían clonado en su corazón. Por suerte Ivonne estaba de vuelta.

Siguió separando cosas lentamente. Encontró un paquete que reconoció al instante. Dudó en abrirlo, ya que sabía cual era el doloroso contenido. Lo abrió y sacó el contenido rápidamente. Dibujos, fotos, poemas que había recortado. Todas cosas de sexto año, dedicados a una sola persona, que no era Ivonne. Recordó con dolor su tonta pasión juvenil hacia LiLy Evans. Una mujer que realmente no había entendido. Una mujer conocida por su bondad y que terminó enamorada de uno de los alumnos mas despiadados de Hogwarts. A la mente llegó el recuerdo de la tristeza y desesperación inmediata al saber la verdad sobre la pelirroja. Pero también recordó sus lágrimas de adolescente bajo el amparo de una madeja de hilos de oro y zafiros cristalinos.

Puso todo el contenido en el paquete y lo arrojó con desprecio a la montaña de cosas para tirar, con un nudo en la garganta y pensando en el hecho de que incluso cuando no debía, Ivonne siempre había estado para él.

Recordó como la había dejado de lado como un objeto cuando él perseguía a la futura Potter por todo el colegio. Ella jamás le había reprochado su forma de ser. Siempre lo comprendió.

La montaña de cosas obsoletas crecía mientras juntaba paquetes, cosas inútiles y un sin fin de tonterías adolescentes.

Un pesado cuaderno de cuero detuvo su atención. Lo reconoció. Era un álbum de fotos. La gran mayoría, de él e Ivonne. Lo ojeó, reviviendo días que se habían escondido en los acantilados de su memoria, hasta que llegó a la última foto. El baile de graduación.

Onix y Zafiro | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora