Capítulo 28.

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Dos días.

Dos días que vivía en un nuevo lugar que no era mi casa.

Todavía me sentía incómoda viviendo con Demian, de pasar hacer muchos en casa y ahora sólo estábamos nosotros solos todo tiempo, no podía quejarme porque él me trataba como una reina, no dejaba que haga nada por mi seguridad y la de los bebés.

Extrañaba un poco mi casa y se que por ahí era un poco dramático estar de esa forma pero esa mañana cuando partí del lugar que me vio crecer veintidós años y ver la lágrimas de mis padres me sentía completamente mal, en verdad me planteaba si la decisión que había tomado era la mejor o no.

- Acá estas - escucho la voz de Demian que me saca de mis pensamientos.

Hace una hora me había levantado porque los bebés no dejaban de moverse entonces decidí levantarme de la cama y venir a la habitación que será de ellos muy pronto.

- Hola - murmuro mirándo sus ojos pero luego vuelvo a mirar por la ventana observando el día lluvioso en Chicago.

- ¿Hace mucho que despertaste? - pregunta acercándose hasta donde estoy sentada.

Niego. - Hace poco los bebés se movían mucho y no podía dormir más - digo pasando mis manos por mi gran vientre de veinticuatro semanas.

Sólo faltan entre diez semanas más para que los pequeños lleguen al mundo.

Eso me tiene un poco ansiosa y preocupada a la vez porque yo me someteria a una cesárea debido a que un parto natural no es la mejor opción pero lo que más tenía miedo es por ellos, se que por ahí tienen que ir a cuidados neonotales porque sus pulmones no están bien desarrollados, también soy consciente que sólo los veré unos segundos antes que el equipo médico se los lleve para ver como están de salud, trataba de seguir todas las indicaciones a la perfección para que mis bebés nazcan fuertes y sanos y no tengan que ir a otra sala sin nosotros.

- ¿Estás bien? - me pregunta sentándose en piso preocupado. - ¿No eres feliz acá? - consulta tomando mis manos entre las suyas y puedo notar el miedo en sus ojos a mi respuesta.

- Demian - murmuro.

- No Jaz - me interrumpe - Si no te sientes cómoda y deseas volver a tu casa no voy a impedirlo, no puede retener en mi casa si tu no quieres - musita mirando hacia la ventana.

Mis lágrimas comienzan a traicionarme y rompo en llanto al verlo de esa forma, yo no me quería ir de su lado, sólo que los cambios eran tan de repente que tenía muchos sentimientos encontrados.

- Yo no quiero irme - digo entre sollozos.

Demian se incorpora para abrazarme con fuerza y dejar que llore en su pecho como una maldita loca pero en realidad ya ni sabía el porque tanto lloraba.

¡Malditas hormonas!

Estaba más sensible de lo normal y lloraba a cada rato por cualquier cosa.

- No llores Jaz - murmura consolandome. - Esto no le hará bien a los bebés - acota  apoyando su mano en mi vientre y siento como los pequeños comienzan a moverse. - Creo que ellos tampoco le gusta que su bella mamá este llorando - agrega sonriendo.

- Yo creo que tenemos hambre - musito secando mis tontas lágrimas.

- Entonces vamos a solucionar ese gran problema - se levanta y estira su mano para que yo pueda levantarme de ese gran sillón mecedora que pronto la usariamos con los bebés.

Demian me preparó un super desayuno antes de irse a trabajar, aunque no quería irse no le quedaba otra que cumplir con sus responsabilidades pero no estuve mucho tiempo sola porque Helena y Dante me honraron con su presencia.

¡No somos Nada! (5°SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora