Capítulo 12

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Capítulo 12:

Querida Ámbar...

Hola, ha pasado un pequeño lapso, ¿verdad? Aunque la verdad ya no sé si decirte «querida» se vea bien en la ocasión, pero he de decirte que me da completamente igual. Es más, ni siquiera debiera estar escribiendo nada que se trate de ti, pero me parece casi imposible. Parece que, aunque ya no estés cerca de mí, sigues atrayéndome a hacer cosas de las que en un principio no tenía ni de cerca una idea de hacer.

Es mi triste realidad. La realidad que al parecer tú decidiste crear para mí.

Cuanto drama, ¿verdad? Pero hoy no fue todo así, pero debo ser sincero conmigo mismo diciendo que me encantó tenerte en mi cabeza por un momento, porque fue por eso por lo que conocí a una persona simplemente increíble. Es una chica muy linda y que me cae muy bien.

¿Sabes? Yo también tenía derecho a conocer a alguien con quien pasar la mayor parte del rato. De la misma manera que tú encontraste a Matteo, que, dicho sea de paso, no me cae para nada bien y que, como es de esperarse porque yo haría lo mismo si tú dijeras que Luna te cae mal, sé que te da igual.

Sí, así son las cosas.

Me enojé, en verdad me enfadé contigo porque, de alguna forma que no sé si lo supiste en ese momento, me sentí defraudado, traicionado y pasado a un segundo plano. ¿Así tratas a tus amigos? Quiero decir, yo no te hubiera cambiado por nadie, quien sea. Porque tú llegaste primero, porque te quería, porque eras mi amiga, y porque... Dios, porque no podría sentirme separado de tu lado ni, aunque viviéramos a kilómetros de distancia.

Otra de las cosas por las que le agradezco a Dios, es porque vivimos a tan solo unos metros. De esa forma al menos puedo sentirte un poco cerca. Sin embargo, yo tengo mi orgullo y ese mismo es el que me impide cruzar la calle y hablarte, o dar unos pasos cuando estás sentada frente a mí y saludarte, hablar contigo, volver a tener tu confianza. La misma confianza que hacía que te lanzaras sobre mí, que te acostaras a mi lado, que me tocaras partes que no me dejaría tocar por cualquiera o que me dijeras que tengo un culo de infarto.

Si me vieras en este momento, te reirías de mi cara colorada cual trasero de mono.

No te quiero olvidar, Ámbar, eso nunca, ni, aunque me borren la memoria quisiera sacarte de mi cabeza. Pero sí quiero superarte, superar el amor que siento por ti y superar tu presencia, justo como me lo hiciste a mí con ese chico. Hoy, no te juzgo, seguro debía ser así, supongo que ese iba a ser nuestro fin desde un principio. Ibas a ser un pequeño problema desde que te vi entrar al salón de clases. Pero era nuestro fin y el inicio de cada uno por separado.

Te quiero, te quiero mucho.

Hablemos algún día, ¿sí? Cuando ambos hayamos dejado nuestros orgullos atrás, cuando sienta que ya puedo hablarte sin que el ver a Matteo deteniendo tu mano me provoque desacomodar todos sus dientes de sus encillas.

Hasta entonces...

Simón.

Se quedó mirando por un momento la nota posada en su escritorio, dejó la pluma de color rosa chillante junto con las demás de colores igual de encendidos, pero de tonalidades diferentes, dobló el papel a la mitad y lo colocó junto a las que anteriormente había escrito, en una de las gavetas a su par. Una sonrisa se dibujó en sus labios al momento de pensar en la rubia y, casi al instante, pensar en Luna. En verdad se había divertido con ella ese día y tal vez lo haría los próximos.

Se metió entre las sábanas posadas sobre su cama, respiró muy profundo y se quedó viendo al techo por un momento. La lámpara que antes ocupaba como única fuente de luz en su habitación estaba encendida y hasta ya entrada la sensación de sueño se dio cuenta, decidió levantarse a apagarla y regresar solo con la única intención de dormirse temprano porque al siguiente día era lunes y debía asistir a clases. Con todo lo que le encantaba levantarse súper temprano para bañarse, dejar el sueño atrás y recibir una jornada que se volvía eterna llena de clases que cada una se volvía más aburrida a cada minuto que pasaba. Pero bueno, esa era la pobre vida de un estudiante.

Querida Ámbar |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora