Capítulo 22

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Capítulo 22:

Lo poco que recordaba de aquella tarde se resumía a este momento. No consideraba justo que luego de casi quebrarse la cabeza, la vida le pagara de esta forma. No entendía cómo es que cuando consideraba que todo iba bien, que no había ninguna cuerda floja o que estaba llevando todo con cautela y sin arrepentimientos, le llegara este golpe, así como así, prácticamente de la nada. Con un mohín amargo recordó que ni siquiera fue discreta al decirle a Matteo cuáles eran sus intenciones esa tarde y que, en ellas, no estaba incluido él.

—¿Por qué tienes tanta prisa? —le había preguntado en medio de una risilla divertida al verla correr hacia el estacionamiento.

—Debo llegar a casa, despejar mi mente y pensar con claridad —fue lo que le respondió sin siquiera mirarlo.

Lo halaba de la mano y caminaba a toda prisa para poder subir al auto de su novio. De verdad estaba apurada, y es que, después de escuchar a Luna haciendo un estruendo mientras casi gritaba a todo pulmón un feliz cumpleaños a su amigo, se puso a maquinar en un posible regalo para este mismo. No quería regalarle algo común, algo para salir del apuro, todo lo contrario: quería que fuese algo especial y que él pudiera recordarlo siempre que lo viera y que, al verlo, no fuera «Ah, me lo regaló Ámbar» su primer pensamiento, sino que primero sonriera, lo tomara y, como si del más lindo tesoro se tratara, su pensamiento sería: «Fue el primer regalo que me dio Ámbar». Quizás algunos no notasen la diferencia, pero ella quería que su primer regalo fuera uno difícil de olvidar. Casi como una parte de ella misma.

—¿Y en qué necesitas pensar tanto? —abrió la puerta del coche mientras preguntaba. Era extraño ver a su novia desesperada por algo. Rozaba lo divertido.

—Hoy es el cumpleaños de Simón, debo conseguir un regalo para él —como ya venía haciéndolo, la rapidez con que soltaba sus palabras demostraba que lo único que quería era llegar al destino que le había solicitado desde el principio: su casa.

—Ya veo —quiso disimular cierto malestar que se produjo en la boca de su estómago. Sí, quiso, solamente quiso —. ¿Por qué te desesperas tanto? Quiero decir, puedes pasar por una tienda y comprarle una camiseta y listo. O algo por el estilo.

Lo volteó a ver con un aire de desaprobación y enojo en su mirada. Claramente no le había gustado lo que había dicho y, supuso, que menos le gustó el tono de fastidio mal contenido que le agregó.

—No es a cualquier persona que le regalaré algo, ¿sabes? Es a Simón... —volteó a ver al frente sin percatarse de que todavía los ojos de su novio seguían pegados sobre ella y sobre cada una de sus reacciones —. Él no es cualquier persona, es mi mejor amigo... es especial.

—¿Especial? ¿Cómo así? —de nuevo, allí estaba ese malestar tonto que, de poco a poco, parecía dejar de ser tonto a ser preocupante.

—Ni siquiera sabía que era hoy su cumpleaños... —agachó la cabeza con pena por su pequeña confesión —. Debo compensar eso. Le debo una disculpa por no haber sabido que hoy es un día especial para él.

—Entiendo... —no dijo nada más.

Y la cuestión era que su novia se preocupaba más por el cumpleaños de su mejor amigo, por lo especial que era y porque ni siquiera lo sabía hasta el día de hoy, mas no se daba cuenta de que tampoco conocía la fecha del suyo.

Se apresuró a bajar del auto apenas este se vio estacionado en la acera de la casa perteneciente a Simón, solo un «Adiós, cariño» fue la despedida, nada de besos, nada de la última caricia del día. Solamente el guantazo de poca atención que le golpeó las dos mejillas.

Querida Ámbar |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora