Capítulo 01:
Tres simples cuadernos que pesaban más de que si llevara diez, dos libros de los que no tenía idea lo que decían, unos cuantos lápices de tintas oscuras y la hoja de inscripción en la mano. Estaba nervioso, aunque su sonrisa típica dijera que todo estaba bien y que sus hombros caídos dieran un aire de despreocupación, la verdad es que, lo que llevaba dentro era, por mucho, completamente diferente a lo que se podía leer en su exterior.
—Puedes estudiar el próximo año si quieres, cariño —le dijo su madre sin despegar la vista del camino.
—No te preocupes, mamá —le dedicó una sonrisa, aunque ella no la pudo ver —. No quiero desperdiciar este año.
—No lo harás —estiró su mano para poder tomar la suya y ejercer un poco de presión —. Sé que esto no es algo fácil. No te preocupes, no lo veas como un año perdido...
—Mamá... —apretó un poco más los dedos de la mujer —. Estoy bien, en serio.
—Está bien —suspiró cansada —. Aún es tiempo para que te arrepientas.
—Lo sé... —dijo a secas, pero sin apartar la curvatura de sus labios.
Sintió que le vehículo de detenía de a poco y que su corazón se aceleraba de sobremanera, sin embargo, no llegó a demostrarlo. Lo último que quería en esos momentos, era causarle una angustia más a aquella mujer que tanto había sufrido.
—Ya es hora —anunció ella como en despedida —. ¿De verdad quieres hacer esto?
—Sí, mamá, en serio, deja de preocuparte —se acercó a su rostro y depositó y suave beso en su mejilla como gesto de gratitud.
—Te voy a extrañar mucho —confesó con un deje de tristeza en su voz.
—Y yo a ti, pero ya hablamos de esto, ¿no? —acarició su mejilla con su pulgar, mientras sonreía tratando de darle confianza —. Todo es cosa de acostumbrarnos a nuestra nueva realidad.
Volvió a sonreír medio acongojada y miró por encima de su hombro para ver que muchos chicos se hallaban yendo en una sola dirección.
—Se te hace tarde —informó regresando su vista a donde segundos antes la tenía —. Nos vemos por la noche.
Bajó del coche y a paso acompasado se dirigió hasta las dos enormes puertas de color marrón que esperaban impasibles y tan elegantes como todo lo demás en aquel lugar. Volteó la cabeza para dirigirse hasta donde estaba el auto de su madre. Sonrió con melancolía al ver que este ya comenzaba a deslizarse por el gris asfalto y perderse entre los demás de su misma familia. Regresó su vista al frente y, a paso decido, decidió atravesar la entrada. Mostrándose de la manera en la que ya le era habitual: como si nada le importase.
Eso en lugar de ser un colegio parecía ser un convento, nadie hablaba, nadie gritaba, ni siquiera las pláticas entre los mismos alumnos eran ruidosas como en sus anteriores centros de educación. Parecía que había entrado a una escuela militar y no a un colegio de secundaria común y corriente. Claro, ahora se daba cuenta de que las palabras recitadas por su madre en días anteriores no se quedaban grades.
—Es muy raro, incluso a mí me lo pareció. Parece que forman a sacerdotes y monjas —le había dicho con sus ojos crispados. No quiso creerle en ese instante, creyó que exageraba con el simple propósito de hacer que no se metiera a clases ese año.
Sabía que la secretaría era uno de los últimos salones y que se hallaba en el fondo. Caminar y sentirse el centro de atención era una situación en verdad incómoda, ver muchos pares de ojos posarse sobre su persona y unos leves susurros de cuchicheos llegar hasta sus oídos, hacía querer sacar de su interior, a gritos, palabras o expresiones nada amables.
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Querida Ámbar |SIMBAR|
Fanfic|NO ES «AL ESTILO CARTAS»| Simón es el chico nuevo en el colegio, tiene una infancia que lo ha dejado marcado y en sus momentos más débiles recuerda el cómo la pasó en aquellos tiempos. Cerrado consigo mismo y abierto a solo un exclusivo número de p...