Capítulo 17

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Capítulo 17:

Luego de las confesiones de Nicolás para con Simón, se sometieron a un silencio que de cómodo no tenía ni una letra. El primero no encontraba qué decir o qué hacer para salir del mutismo en el que estaban metido, mientras que el segundo no prestaba mucho de su parte para poder salir.

—¿Deberíamos ir a dormir? —cuestionó el rubio, igual de poco confortable con la situación.

—Yo... —titubeó jugando con sus dedos, sin ordenar bien las palabras que volaban dentro de su cabeza —¿Dormiré en el piso?

El otro chico se lanzó una risa divertida, confundiendo a Simón en el acto.

—Simón —llamó sin salir de la diversión que la pregunta le hubo provocado —. ¿Crees que también me voy a enamorar de ti igual que con Pedro? —la pregunta era nada más que pura burla, pero Simón no podía tomarla de esa forma.

El silencio le confirmó que su duda era veraz y no pudo hacer otra cosa que continuar riéndose. Era una cosa tan divertida, tierna y un tanto tonta. Imaginó que, si el caso hubiese sido al revés, él hubiera tenido la misma duda que su amigo le planteó.

—No te ofendas, amigo —relajó su rostro, volviéndolo a la calma que normalmente tenía —. No eres mi tipo.

No pudo sentirse más ofendido. No era que deseara ser el tipo de Nico, pero la forma en que lo dijo para él había sonado tan despectiva que lo hizo sentirse como la mierda.

—No, pues, qué linda forma la tuya de despreciarme, de decirme que soy feo —se cruzó de brazos y le quitó la mirada —. Mira que me rechace una chica lo veo pasable, pero que me rechace un gay, ya es como una maldición la que tengo encima.

Como momentos antes, volvió a reírse a carcajadas. Qué gracioso, apenas llegara el muchacho estaba hecho un lío por dentro, lo único que quería era llorar para sacar toda esa pesadumbre. Pero ahora estaba casi llorando, pero de la risa. Consideró que fue una muy buena decisión el haberle confiado su más grande secreto a aquel muchacho. De no haberlo hecho, seguiría con esa nube negra encima suyo.

—No te estoy diciendo feo, no pongas palabras en mi boca —lo miró un momento, como analizando la situación o a él —. Viéndote bien, estás bien bueno —la cara de Simón no pudo ponerse más roja —. Pero créeme, nunca me fijaría en ti, sería raro, pareces mi hermano.

—Ya —dijo, sintiendo sus mejillas rojas y calientes todavía —. Excusas. Solo excusas.

—Para ser sincero, no me gusta ningún chico —hizo un sonido con su boca, simulando pensar más allá de lo que debería pensar —. Digamos que solo me gusta Pedro.

Dear God! —se tapó la boca con una mano, ahora sí dándole la cara.

—¿Qué? —dijo viendo para todos lados.

—¡Eso es tan hermoso! —le brillaron los ojos, burlescos pero llenos de ternura —. ¡Quiero a alguien así en mi vida!

—Deja de hacerte el tonto y vamos a dormir —le lanzó una almohada.

—Oye, Nico —agarró la almohada que le tiró —. No traje ropa para dormir.

—¡Ni de chiste vas a dormir desnudo! —exclamó colorado y sorprendido a la vez —. Ya te dije que no eres mi tipo.

—Solo te iba a decir que me prestaras de la tuya, no tenía pensado seguir los pasos de tu enamorado —le regresó la almohada, dándole de lleno contra el rostro.

—Ah, Okay —puso el objeto en el lugar al que pertenecía para luego abrir una de las puertas, donde era el armario, y sacó un pijama negro que tenía al costado una raya blanca y una roja. Sacó también una camisa que hacía juego con el pijama y le pasó las prendas, apuntando hacia el baño para que se cambiase.

Querida Ámbar |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora