Capítulo 34

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Capítulo 34:

Las gotas de lluvia se deslizaban sobre el oscuro paraguas que cubría gran parte de su cuerpo, sus zapatos recién estrenados estaban completamente mojados, así como también una pequeña porción de sus tobillos. Podría parecer una loca, pero no se arrepentía, a diferencia de muchos, a ella le encantaba ese clima, la hacía sentir viva, de una manera tan tranquila que no encontraba con qué comparar.

A cualquier lugar que mirase se encontraba con una que otra persona corriendo desesperada por, quizá, llegar a un refugio hasta que la lluvia cesara, los coches con las luces encendidas cuidaban la velocidad para no causar algún accidente o no mojar a nadie, cosa que no se veía todos los días. Y en los bares por los que pasaba se podía ver, a través de las acristaladas ventanas, a las personas protegidas del frío; disfrutando tal vez, de una rica taza de café mientras platicaban animadamente con algún acompañante. Ese tipo de cosas le hacían recordar cuánto deseaba ella volver a sentirse de esa manera, no simplemente verlo desde lo lejos, imaginándose con alguien que ni siquiera captaba indirectas.

Un mohín amargo se hizo lugar en su rostro, demostrando la tristeza que el pensar en ese tema le causaba. No podía seguir así. Aquella tranquilidad que un clima como el que estaba ahora mismo no podía ser devastada por una simple ilusión. Por un chico que no la apreciaba más allá que una simple amiga más. Y no es como si él tuviese la culpa, en absoluto, siempre lo justificaba diciendo que quien había llegado un poco tarde a la historia, era ella, mientras que muy en el fondo de sí, una vocecilla con aires de valentía le repetía con impaciencia que no importaba lo tarde de su llegada, sino del impacto que esta podría causar.

Sacó su teléfono móvil del bolsillo trasero de sus pantalones para revisar la hora, pero lo último que hizo fue eso Guardó el móvil, mas lo sacó de nuevo porque olvidó ver la hora. Las ocho de la tarde con dieciséis minutos.

Un coche de color rojo hizo sonar su claxon para llamar su atención y esta lo reconoció al instante. El vidrio de la puerta del copiloto bajó con la paciencia de siempre y una sonrisa enorme proveniente de un chico rubio, la saludó.

—¡Jazmín! ¿Qué haces tan sola, y con este clima? —preguntó con el mismo carisma que parecía siempre cargar.

—Hola, Nico... —le sonrió lo más que pudo —. Quería caminar, nada más.

—Cogerás un resfriado —escuchó justo la voz que no quería escuchar —. ¿Quieres que te llevemos a casa?

Se quedó callada por un momento. No quería decir que no, sin embargo, tampoco quería decir que sí. Se sentiría incómoda, la lengua se le enredaría y aunque Nico quisiera sacarle temas de conversación, terminarían al instante de dar inicio porque su capacidad para disimular su malestar era muy precaria.

—Mientras más lo pienses, más probabilidades hay de que te enfermes —volvió a hablar, animándola a que diera una respuesta pronta y positiva —. Anda, mira que ando muy liado con los deberes como para pasar a cuidarte a tu casa también.

Y es que no podía creer cómo hasta sus bromas se le hacían estúpidamente agradables. Por supuesto que deseaba enfermarse y tenerlo a él como una especie de enfermero personal, todo el maldito día.

—Está bien —se decidió por fin.

Subió al coche y escuchó murmurar a ambos una expresión de satisfacción.

A Nicolás lo había conocido de pura casualidad. Era viernes y luego de haber salido de la universidad le había pedido a su chofer que la llevase hasta la casa de Simón, puesto que le prestaría los apuntes de ese día, debido a que el castaño no había asistido por problemas de salud. Al momento de llegar al edificio, cuyo número recordaba de una pasada conversación en la que creía haber escuchado decir que vivía en el número 13. Estaba frente al portal, preguntándose ahora el cómo entraría si ni siquiera sabía qué piso era y ahora que ya había llegado hasta allí, era un poco tarde para arrepentirse, y pudo haber preguntado por medio de un mensaje o una llamada, pero el castaño ni señales de vida le había entregado.

Querida Ámbar |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora