Capítulo 19

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Capítulo 19:

Querida Ámbar...

Fue la cosa más hermosa e inesperada que alguna vez me pasó. Fue todo lo que en algún momento solo deseé e incluso fue más. Nuestro primer beso, la primera vez que besé tus labios.

Dios... no tienes ni una sola idea de lo que sentí y de lo que siento ahora mismo.

Estoy desesperado. Desesperadamente enamorado de ti, rubia. De verdad, ¿qué es lo que me has hecho? ¿Por qué me lo has hecho?

Ámbar, eres tan sublime que tanto en mis pensamientos como en la realidad no puedo describirte como otra cosa que no sea algo divino. Algo que no merezca ser observado o deseado por simples mortales. Algo inalcanzable para mí.

Mas te besé.

Me arriesgué a perder tu amistad y todo lo que conlleva esa sola palabra. Aposté todo lo que antes teníamos, sin darme cuenta. ¿Funcionó? Parece que sí. Porque sé que lo disfrutaste también, no tanto como yo porque eso sería imposible, pero supe que no te sentiste obligada a nada. Supe que también me quieres y eso... simplemente eso me hace volar.

¿Sabes? Cuando te escribí la primera carta mi intención era entregártela para que supieras con mis verdaderas palabras que te quería a mi lado, como mi amiga... Estaba equivocado. Mucho.

Un personaje más nació entre los dos, uno en el que no dudaste en poner los ojos, uno que me hace rabiar con solo mirarlo. Ni siquiera pude darte la carta aquel día y fue por él. Porque, de algún modo, él me detuvo. Sin embargo, hoy, después de lo que pasó entre nosotros, no puedo sentirme más agradecido con el universo de que esa persona halla entrado en nuestras vidas. Esa persona me abrió los ojos implícitamente para poder entender que te amo.

Te amé desde que entraste al salón y en ese momento ni siquiera lo supe.

¿Volveremos a repetirlo? Dime, Ámbar... por favor dime que se va a repetir más de una vez. Ya que probé la droga, estoy más que seguro que me hice adicto con una probada y difícilmente podré desintoxicarme.

Me tienes en tus manos, chica. No me sueltes porque no sé quien pueda sujetarme allá abajo.

Solo espero que un día yo también te sostenga y, ten por seguro que daré mi vida a cambio de que nunca caigas. Porque sobre este planeta no hay nadie más que pueda decir con mayor seguridad que te ama.

De tu enamorado, Simón.

Dos chicos en una habitación, completamente en silencio, solamente escuchando sus respiraciones impactar unas contra otras, sin saber qué decir o cómo reaccionar después de lo que había sucedido. Él estaba emocionado por el resultado que su forma de actuar tuvo. Mientras que ella estaba casi en estado de catatonia porque exactamente no sabía lo que acababa de suceder, es decir, no era estúpida como para no darse cuenta de que acababa de darse el beso más delicioso de su vida con su mejor amigo, lo que no entendía y que trataba de explicarse, era por qué le había gustado tanto.

—Ámbar, te juro que... —empezó a hablar, viendo que ella no parecía dar muestra alguna de decir algo —. Esto no fue...

No encontraba las palabras exactas para poder decir que aquello no fue algo que planeara, ni siquiera sería verdad lo que le diría ya que, de algún modo, desde antes había planeado y soñado con un momento al menos parecido. Solo que este había sido perfecto, hubiera recorrido lo que fuera con tal de llegar a ese momento una y otra vez.

—Tú... —tartamudeó sin quitarle —...y yo...

—Por favor, discúlpame, fue mi culpa —por supuesto que había sido su culpa, pero a pesar de todo, no se arrepentía de nada.

Querida Ámbar |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora