Capítulo 07

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Capítulo 07:

Dando un gran portazo, tanto en el cuarto de estar como en su habitación, y haciendo sordo a las preguntas por parte de Kelly, Simón entró a su habitación, con las manos empuñadas, el ceño fruncido, ganas de matar a alguien y ganas de llorar.

—¡Maldita sea! —pateó una esquina de la que era su cama. Luego repitió la acción una y otra vez.

Se dejó caer de rodillas, golpeando cansadamente con los puños, la alfombra color crema que estaba por debajo de la cama y que ocupaba gran parte del espacio de la habitación. Las lágrimas provocadas por una rabia que no tenía idea de dónde provenía, se habían hecho presentes, formando secos y delgados ríos salados que, en su momento, le pareció que estaban hechos de ácido.

¿Por qué lloraba? ¿Por qué le había afectado tanto aquella noticia? De alguna manera que todavía no acababa de entender, sí, sí le afectaba. Consideraba estúpidas las razones por las que Ámbar afirmara le gustara aquel chico, no era suficiente, no era nada en comparación con otro tipo de amor. Para ser novios tendría que existir eso, tendría que haber amor de por medio, el amor tendría que mover a dos personas para que se amasen, y no la simple popularidad o la cara de rata de las personas.

—No es suficiente... —susurró sin mover los labios y enterrando las uñas en las palmas de sus manos, hasta el punto de comenzar a sentir que la sangre no tardaría mucho en aparecer —. No puede ser suficiente.

Pero ¿qué podía saber él de lo que era suficiente o no, si nunca había amado a nadie? Nunca tuvo novia, nunca le interesó estar en una relación con otra persona, independientemente de que fuera hombre o mujer. Él no era quién para juzgar a alguien por querer a otra persona por cualquier tipo de razón. Pero suponía que eso no era amor, no era una razón con suficiente fuerza para poder decir que quieres a una persona.

Ser novios es algo más que una etiqueta.

Es saber que estás dispuesto a sufrir por esa persona, que eres consciente que volarás alto para, de un momento a otro, caer empicada hasta donde lo único que te espera es la dureza del suelo. Pero vale la pena. Lo vale, ¿verdad?

¿Por qué se estaba comportando así? Al fin de cuentas, ¿a él qué mierda le importaba lo que pudiese pasar en el noviazgo entre Ámbar y Matteo? Él era un simple cero a la izquierda en una relación que no le competía. Pero, tal vez era por que la rubia era su amiga. Sí, en el poco tiempo quizás había creado un gran vínculo con ella, que le hacía sentir que podía protegerla, que quería verla con alguien que sí la quisiera, con alguien que la respetara. No con Matteo Balsano, ese tipo no.

Se levantó de donde estaba tirado, tenía la cara mojada al igual que sus cabellos y toda su ropa. Se quitó toda su ropa, incluyendo la interior, no le importó nada pues al final de cuentas estaba solo encerrado en su habitación. Buscó en el closet algo de ropa que le sirviera para dormir, se decidió sin siquiera buscar de más, por un short para hacer ejercicio que tenía un degradado de gris muy claro a negro y que, en la pierna izquierda, en la parte inferior, poseía el característico símbolo de la marca Adidas. Ni siquiera se preocupó que, debajo de aquella prenda, no estuviera su ropa interior, no andaría por el mundo diciendo que durmió sin usar una.

Se lanzó sobre la cama, sin importarle que todavía estaba temprano para irse a dormir, la noche llegaría de todas formas, todo era cuestión de esperar. Expandió el edredón por toda la extensión y se cubrió con él, esperando que de poco a poco el calor emanado de su cuerpo y la suave brisa que golpeaba su ventana lo hicieran caer ante la tentación de Morfeo.

Una picazón recorrió su nariz para después manifestarse en forma de un fuerte estornudo. La mucosidad que antes estaba sólida dentro de sus fosas nasales ahora había tomado una consistencia acuosa que se resbalaba entre la cavidad sin salir a la luz. Una pequeña sonrisa afloró en sus labios hasta mostrar sus dientes.

Querida Ámbar |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora