Comme Toi, Il n'y a pas d'autre femme

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Después del breve roce de las yemas de sus dedos por mi espalda, y del gemido involuntario, fuimos brevemente interrumpidos por una de las pasantes, pues necesitaba la autorización de Gabriel para recibir unos rollos de tela, la firmó y aparentemente siguió como si nada.

Maldita la hora en la que nos interrumpieron...

Después de un par de horas, llego diciéndome que me daría una semana de vacaciones, la cual aprovecharía yo para ir a sobrevolar las líneas de Nazca y luego regresar. El se quedaría durante mi ausencia a encargarse de revisar el trabajo de los pasantes.

Nada más llegar a casa pedí una reservación de avión para ir a Perú, pues ahí se encuentran esas fantásticas líneas. Es realmente increíble como una civilización tan antigua como los nazcas, pudieron hacer un mapa gigante de los cielos que, no solo era impresionante, sino que muy adelantado para esa época, no dejé de llorar de impresión. Solo fue un viaje de cinco días, tras la exploración completa de esas bellas líneas, regrese completamente feliz y realizada a París. Cuando llegué Gabriel estaba hecho un desastre, no solo no podía con el trabajo, sino que además, se le habían pasado unas cinco juntas, había perdido dos reservaciones habiendo con ello, tenido que improvisar en su casa las cenas sino que además ya tenía encina el desfile de Budapest y no tenía idea de que hacer.

Hombre tenía que ser...

Entre como diciendo "¿Qué rayos pasó?" A lo cual el me respondió:

- Mientras tú estabas viendo trazos prehispánicos yo estoy que me lleva el demonio.

- Yo no fui la que dijo "vete de vacaciones que yo me encargo" no me vengas con ésas.- dije con un retintin.

- Pensé que podría Nathalie.

- Pues ya ves que no. Déjame checo con la secretaria la agenda y yo la organizaré lo más que se pueda.

- Gracias Francesita.

Fui con Kylie, quien me dio la agenda de pendientes y definitivamente, aunque ella siempre era muy pulcra organizando, Gabriel se había encargado de volverla loca a ella también con tantos olvidos.

- Nath no tengo nada para hoy pero te apuesto que no ha hecho los cartapacios de Gaultier.

- De hecho no están realizados. Pero yo los haré. Gracias nena.

- No es nada Nath. Y por favor la próxima vez, piénsalo dos veces. Tenías merecido ese viaje a Perú pero, ve nada más.

- Tranquila yo me encargo.

Mi hermosa amiga no pudo más que mirarme con agradecimiento el haber vuelto a París.

- Y bien, ¿No tengo nada para hoy?

- No Rubiales, nada, pero mañana tienes que entregar los cartapacios, supongo que ya están hechos. ¿No es así?

Negó con la cabeza.

- Bien, yo los hago.- dije revoleando los ojos, acto seguido enarqué una ceja mientras sonreía con astucia. Realmente disfrute de ver al Caballero Dragón nervioso y hecho un desastre.

Cuando termine los cartapacios, se los puse encima del escritorio, en forma de abanico.

- ¿Algo más que necesite Señor Agreste?

- No. Es todo.

- Bien.

Estaba por irme cuando me llamó de súbito.

- Nathalie... ¿Cómo te fue en Perú?

- Excelente. Ya había estado allá, pero no había tenido el gusto aún de visitar las líneas de Nazca.

- ¿Qué son?

- Mira, en el desierto de Nazca, hace mucho, se descubrió que había muchas líneas, pero, no eran líneas al azar, formaban figuras: monos, ballenas, árboles, un colibrí, manos entrelazadas, etc etc. Era algo así como la réplica de las constelaciones celestes. Las líneas de Nazca forman un mapa gigante de los cielos. Es fantástico.

- Suena genial e interesante.

- Gracias por las vacaciones, fueron fantásticas.

- ¿Algún día iremos los dos a esas líneas verdad?

- Si tú quieres...

Contigo de aquí a la eternidad... Ok no. ¿Qué dijimos sobre enamorarnos Natalia?

Sonrió y me abrazó por detrás al tiempo que me decía:

- Durante tu ausencia, me di cuenta de algo, Nathalie...

- ¿De qué Rubiales?

- De que como tú, no hay otra mujer. Ni habrá.

Por favor no me hables así...

- No hay nadie como tú, ni mejor. Solo tú.

Realmente me derretiste...

- Eres mortalmente necesaria para mi. No tienes idea de la falta que me hiciste estos días. Estuve a nada de volar a Perú.

- ¿Y porqué ya no?

- Porque no quiero faltarte al respeto a ti y a tu espacio personal mientras no estés en mi casa. Somos amantes pero, de esos que por el momento son solo cómplices. Después seremos amantes de cama y quién sabe, podrías acabar casándote conmigo.

Jamás me casaré...

- ¿Casarnos?

- Eso dependerá de cómo caminen las cosas.

Esa revelación admito que me asustaba. Y mucho. Si me veía con el en una cama después de sexo salvaje, o comiendo o viajando pero ¿Casados?. Era un poco precipitado pensar en eso.

De assistant à épouse d'un millionnaireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora