Me mudé a la casa de Gabriel, y apenas había empezado a conocerla, era un lugar bastante lujoso, elegante y grande. Quedó en presentarme a Adrien, su hijo, cosa que no se había llevado a cabo porque según el, el pequeño no estaba. Sinceramente por la recámara y juguetes que poseía se me hacía un niño mimado. Pero no quiero emitir juicios antes de conocerlo.
Y además es un niño, Natalia...
Llegamos a la oficina y nos dispusimos a ordenar lo que faltaba para el desfile de Budapest, el cual se llevaría a cabo hasta noviembre del año próximo, pero había que organizar todo un año antes para solo llegar.
En esas estaba cuando, Gabriel, hizo pasar a un amigo de él, quien era contador de la marca. Empezaron a conversar, nunca escucho lo que conversamos otras personas pero, algo me decía que tenía que escuchar ésta.
- Y bien, ¿Ya viven juntos la chica esa pasante y tú?
- Técnicamente vive en mi casa pero no es como que vivamos juntos en sí.- Dijo Gabriel con un tono amable pero tajante.
- ¿Y al menos ya te la tiraste?.- Preguntó el contador con un tono jocoso y un poco vulgar si he de ser honesta.
- Todavía no, pero esa es la idea, la verdad creo que es la buena.
- ¿La buena? Será para bajarse las bragas, porque, no creo que quieras algo serio con esa, ¿O sí?
- Pues no realmente. La veo como una acompañante, una aliada, incluso una socia, pero como mi pareja la verdad no.
Me heriste, Agreste.
- De todos modos, reconoce que la chica está como quiere, está guapa, alta, y se ve que ha de estar buenísima.
- Y si, lo está.
- Pues no que aún nada...
- No. Pero en Italia la vi desnuda y es un regalo para los ojos. Cómo te dije, ella me gusta, pero pues solo para esas cosas. Cómo te dije no me veo con ella. Es aún algo joven.
Yo ya sabía que eso iba a pasar... Ya parece que alguien como él se fijaría en mí.
Empecé a sollozar en silencio, pero pronto me calme y proseguí con mi trabajo.
Llego la hora de marcharnos a casa y el intentó hacer conversación en el trayecto. A todo lo que él me preguntaba mi respuesta era la misma: De acuerdo.
- Van ocho "de acuerdo" desde que salimos del trabajo. ¿No te sabes otra cosa?
- Sí. Estúpido por ejemplo.
No dije nada más, solo di un portazo y me encerré. No quería que él me viera llorar. Aunque no sabía ni porqué lo estaba haciendo, si de todas maneras no sentía nada por el.
No hay peor ciego que el que no quiere ver...
Entonces, como me encerré, él técnicamente dio por hecho que no quería saber nada pero, aún así hizo el intento de entrar. Había echado el pestillo a la puerta aunque, quizás no lo haya tomado mucho en cuenta porque, siendo su casa, tiene llaves de todos los cuartos, incluyendo el mío, y entró.
- No sé qué pasa pero quiero que sepas que, si alguna vez te heri o te hice sentir mal, no fue mi intención. ¿Te hice algún daño?
- Sí. Me heriste.
- Lo siento mucho Nathalie, a veces actúo o hablo sin pensar....
- Ya no lo hagas.- dije aún con lágrimas en los ojos.
El me abrazó, con la promesa de que todo lo que me aguardaba a su lado sería hermoso, y yo me deje abrazar, más por necesidad de calor que por otra cosa. Me dio un beso en la cabeza y se retiró.
Dejé de llorar como por arte de magia, y me quedé dormida.
Definitivamente estaba ya enamorada de él, me había dado cuenta cuando, en otros tiempos, si el hubiera hablado de mí como hoy, no me habría importado. Pero el dolor indefinido que sentía en el pecho, me recordaban a cada rato lo mucho que amaba a Gabriel Agreste.
Enamorada y herida, así estoy de ti, mi caballero Dragón...
ESTÁS LEYENDO
De assistant à épouse d'un millionnaire
RastgeleSpin-off de La muñeca de Gabriel. La vida de Nathalie Sancoeur desde sus primeros años hasta que conoció a Gabriel Agreste. Ya sabemos su vida de casada y pocas cosas de su infancia por lo que ella ha mencionado, pero ahora iremos más allá de la vid...