Llegué a la estación de autobuses de los Alcázares-Murcia donde mi hermano me esperaba.
Cuando el autobús paró del todo me dispuse a bajar para recoger mi equipaje; una vez lo tenía busqué por todos lados para dar con él, pero no estaba por ninguna parte.
Seguro se olvidó de mi al igual que cuando era pequeña que debió ir a recogerme a clases de música y no vino.
Suspiré frustrada por que este chico no tenía remedio.
Para su próximo cumpleaños o reyes le regalaré una libreta para que apunte todas las cosas y no se le pase ninguna. Seguro me lo agradecerá.
Caminé arrastrando la maleta y fui hacia un banco y me senté a esperar.
No dejaba de mirar el pequeño reloj que se encontraba en mi muñeca. De vez en cuando le mandaba Whatsapp pero era como si pasara de mi cara.Cansada de esperar tanto tiempo, opté por irme sola a casa pero entonces llegó apurado, corriendo como si alguien lo estuviera siguiendo. Paró delante de mí y se apoyó en sus muslos para recuperar la compostura.
Cómo pudo habló:
—Maize, lo siento, te debo una explicación —dijo jadeando e intentando coger aire.
—Tranquilo, no me sorprende —Me encogí de hombros y crucé los brazos observando aquella imagen que me estaba dando.
Cogió aire y se puso recto.
—Vine a recogerte, lo juro, lo que pasa que aparqué mal el coche y bueno, vino la grúa. ¡Se iba a llevar mi coche! pero uno de los trabajadores del bar me lo dijo, así que ya me ves —Se señaló.
—Está bien, te creo, pero esto me lo tendrás que pagar —Le dije con un tono de autosuficiencia.
—Para compensar mí falta de madurez, te prometo que te llevaré a cenar donde tú quieras, o mejor dicho cocino yo —Alzó las manos en signo de paz.
—Eso de probar tu cena... No está en uno de mis planes —Puse cara de asco. La última vez que cocinó comí lentejas quemadas.
—He cambiado Maize, estar tanto tiempo fuera me ayudó a madurar como cocinero.
—Confío en tu palabra, pero ¿Esa es la bienvenida que le das a tu hermana favorita después de estar siete años sin verla? A la hermana que tanto querías —Dramaticé lo último poniendo la mano en mi pecho.
Me miró riendo y acto seguido me envolvió en sus brazos. Estar así con él me hacía sentirme en casa, en mi hogar.
—Te he echado mucho de menos enana —Susurró en mi pelo y sonreí.
—Yo también.
Nos separamos.
Agarró mi maleta y comenzó a caminar. Yo caminaba a su compás.
Llegamos al coche, que estaba algo lejos de la estación y guardó mi maleta en el maletero, a continuación nos montamos.
Arrancó y puso rumbo a la casa que me había criado, en la cual pasé las mejores vacaciones de mi vida.
Iba mirando por la ventana como siempre me había gustado. El sol se estaba poniendo, lo que indicaba que estaba atardeciendo.
Como era obvio los postes y árboles pasaban demasiado rápido.
—¿Que tal todo? —dijo Missis con la mirada fija en la carretera y de vez en cuando la desviaba un poco hacia mi.
Lo miré y le sonreí.
—Todo bien.
—¿El trabajo?
—Eso es lo que mejor llevo
ESTÁS LEYENDO
Ayúdame a olvidar (COMPLETA)
RandomDecidí irme con mi hermano mayor a la casa de la playa, para así olvidar todo lo que un día me hizo mal, para apartar aquellos turbios recuerdos que se reproducen una y otra vez. Al cerrar los ojos; el infierno de ese momento se repite. Así que po...