Capítulo 18

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Kayla y yo nos sentamos cada una en una hamaca, cuando llegó Martín sacó otras que tenía guardadas en el garaje.

Ella acercó está hasta mi altura y nos pusimos en un círculo de confesor ya que ellos estaban por ahí jugando cual niños a no sé qué.

—Mi niña preciosa, hermosa —Hizo un gesto con las manos pareciendo una pija.

La miré con la ceja levantada, era algo muy extraño en que hiciera eso.

—Kayla no te pega eso —Le señalé.

—Esta bien, lo sé. Bueno quería pedirte un favor como ya te comenté antes.

—Adelante, no te andes con rodeos y suéltalo. —La incité para que hablara con un gesto de cabeza.

—Bueno, como ya te dije estuve estudiando fotografía, me saqué el grado medio y superior, estuve trabajando en un estudio de fotos pero por problemas decidí ser fotógrafa libre, el caso es que hace como dos o tres días me llamó para comentarme que había un trabajo disponible para mí. El cual se trata de hacer fotos para un catálogo de lencería y bikinis. —La corté.

—Kay al tema, se directa.

—Vale. Necesito una modelo, y tú eres perfecta —Sonrió.

—¿Qué? ¿yo? —Me señalé atónita.

—Si, tú. Solo tienes que posar en ropa interior para el catálogo y en bikini 

Suspiré.

La idea de posar en ropa interior no estaba en mis planes. Pero era un favor para mi amiga.

—No Se...

—Tranquila, si no quieres lo entenderé, pero te pagaré un tanto por ciento de lo que me den —Me dijo en un tono que no entendía para nada pero sabía que fue como psicología inversa para aceptar.

—Esta bien lo haré.

Ella salto de la silla y me abrazó.

A veces odiaba ser tan buena.

—¿Cuándo sería? —Pregunté.

—Pues... Mañana —Se frotó las manos en el vaquero.

—Por dios, ¿y me lo dices ahora?

—Si te lo decía antes no podria convencerte.

Suspiré.

Negué con la cabeza. Esta chica  lo hacía con intención era muy astuta.

Nos fuimos con los chicos, bailamos, contamos y nos pusimos como locos.

Entré a la casa de ellos, pues tenía ganas de ir al baño. Siguiendo las indicaciones de Martín llegué hasta el servicio hice mis necesidades y al salir me puse a investigar por toda la casa, era demasiado curiosa, sé que no me incumbe y que está mal. No obstante una foto captó mi atención en ella se encontraba Andrés junto a una joven muy bonita, se veían felices.

Sin darme cuenta entré a su cuarto y vi un piano, no sé por qué pero me incitó a que me sentara y lo tocara. Era como si me estuviera llamando.

Lo acaricié y sentí el tacto de este, hacia mucho tiempo que no tocaba uno. Me senté en la banca y comencé a tocar lo que me vino a la cabeza, a tocar lo que mi corazón sentía en ese momento, era una melodía Triste. Me inundé tanto en ese sonido que no me di cuenta que me estaba observando hasta que la persona habló:

—¿Se puede saber qué haces? —Dijo la voz a mi espalda y di un brinco.

—Esto yo... —Piensa rápido Maize. —Fui al baño, vi la puerta abierta y entré por el piano —Me giré hacia él.

—El baño está a bajo y tú estás arriba, en mi cuarto.

—Lo siento.

—Tranquila, te perdono porque también he entrado varias veces a tu casa sin tu permiso —Sonrió —¿Por que tocabas esa melodía?

—Me salió de lo más profundo del corazón.

«Vaya no sabía que me quedó también. Soy una genia». Mi yo interior saltó dando palmaditas.

—La verdad que me sorprendes Maize.

—Tu a veces también.

Andrés se sentó a mi lado y comenzó a tocar el piano conmigo, ambos hicimos una composición.

*****

Quedé con Kayla en el sitio acordado para emprender la sesión de fotos que me haría.

Entramos a un estudio en el cual estábamos solas, después de eso había un biombo para cambiarme de ropa, pues dijo que primero me haría las fotos en lencería y después me las haría en bikini pero fuera.

Me puse el primer conjunto e hice todo lo que me dijo.

Empezamos con la sesión y después me enseñaba las fotos que me hacia, estaban quedando geniales y el verme en un catálogo para una tienda me llena de orgullo.

Terminamos con la sesión de lenceria, me puse la ropa que traje antes y nos fuimos a la playa, me dijo que nos iríamos a otro sitio en el que se verían geniales, por el mero hecho que al vivir aqui conocía cada uno de los rincones que había.

Llevábamos una maletita pequeña con las cosas necesarias para hacer las sesiones.

Cogió como una especie de tela para poder cambiarme.

Llegamos al sitio y era precioso, el sol se estaba poniendo, habían rocas grandes y un espacio entre estas. La playa estaba libre.

—Nunca había venido aquí —Dije.

—Es una playa virgen.

—Eso parece.

Seguimos con la sesiones pero esta vez con el bikini. Me puse como cuatro bikinis.

Por fin ya terminamos la sesión y me senté en una de las rocas cuando ya estaba cambiada del todo. Ella se sentó a mi lado.

—¿no tenías que contarme algo? —Dijo mirándome con una ceja enarcada.

La miré.

—Te acuerdas de las cosas.

—Solo de las que me interesan. —Rio encogiéndose de hombros.

Le conté todo lo que me había pasado el día de ayer con Andrés en mi casa, cuando ella estaba con mi hermano dejándome sola y abandonada.

Cuando llegué a la parte del beso las caricias y demás se quedaba mirándome con asombro. Sabía perfectamente que era lo que ella pensaba con nosotros.

—Estais hechos el uno para el otro.

—No digas tonterías, además aunque fuera así no estoy preparada. —Subí las piernas a las rocas mirando por encima de estas para ver el horizonte.

—Tienes que darte una oportunidad a ti misma, si no no conseguirás nada ni serás feliz.

—Lo sé. Pero no puedo, no aún, siento que si me voy con otra persona, como dándome una oportunidad. Es como si le pusiera los cuernos.

—Seguro que si fuera al revés el ya estaría conociendo a otra persona, o hasta incluso saliendo con ella.

Pensé en esas palabras y tenía razón.

Me quedé mirando a la nada sin decir ni hacer nada, solo observaba. Mi mente estaba en blanco.

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Feliz Navidad, espero que paseís un día increíble y que sigamos creciendo.

Os quiero.

Se despide: Santica

Ayúdame a olvidar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora