Salí de una casa que estaba en medio del monte, sin nadie por los alrededores, eché a correr con las manos en la cara, estaba llorando por algún motivo que desconocía.
—¡Canija! —Oí una voz a mis espaldas que gritaba el mote que me pusieron.
No quería mirar hacia atrás solo estaba centrada en mi camino. Llegué a la altura de un lago y antes de sentarme allí me agarraron de la cintura.
—¡Sueltame, sueltame! —Grité moviéndome desesperadamente por que el sujeto me tenía agarrada firme de la cintura.
—Canija, relájate —Dijo esa voz a mi oído y me relajé al minuto. —Así mejor.
Cuando estaba más calmada me giró para que viera a esa persona, y era él, Héctor sabía que todo había sido un sueño y aún seguía vivo. Al verlo lo abracé.
—Hector, estás vivo, ¿Donde te has metido? —Lloraba acurrucada en su pecho.
Éste me acariciaba la espalda de arriba a bajo para relajarme. Consiguió que me tranquilizara y ya después nos sentamos en una roca que había ahí.
—Canija, necesito decirte algo
Lo miré expectante, me temía lo peor.
—¿Quieres dejarme? —Dije con tristeza.
—No es eso. Solo quiero que hagas tu vida, que te vuelvas a enamorar y que te olvides de mi. Se que estás sufriendo y mucho. Así que tienes que ser fuerte. Quiero lo mejor para ti, y no te sientas culpable por lo que pasó, simplemente pasó y ya, además del hombre ese ya me estoy ocupado. —Me guiñó el ojo riendo. —Solo haz eso, y recuerda que siempre voy a estar contigo, en el recuerdo, en tú corazón, pero debes hacer tú vida como ya te dije. Te amo tanto. Me enseñaste a amar, a ser diferente. —Miró al frente.
No entendía nada de lo que me decía. Pero cuando fui a mirar ya no estaba, se había ido.
Me desperté sobresaltada por el sueño que había tenido. Al levantarme me mareé un poco y me dolía la cabeza. Miré a mi izquierda y vi un ser descansando plácidamente a mi lado. Levanté las sábanas para ver si estaba desnuda pero no era así, llevaba una ropa que me quedaba tres talla más grandes que la mía.
El sujeto se movió y cuando abrió los ojos pude apreciar el color azul, era Andrés, había dormido con él.
—Buenos días —Dijo con voz ronca de recién levantado.
Lo miré y no dije nada. Me estaba recuperando del sueño que tuve, ya que mi pulso se aceleró y mi frente estaba perlada en sudor.
—Dime que no hicimos nada por favor, y dime qué fue lo que pasó y que hago aquí —Dije de repente.
—Tranquila —Se incorporó. —No hicimos nada, simplemente estaba demasiado ebria y me pediste que te llevará a la cama, te dolía la cabeza. Hice lo que me pediste. Además no podría aprovecharme de alguien que fuera borracha. Total que después de eso, te presté ropa por qué bueno, echaste todo lo que habías bebido encima de tu ropa. Y ya para finalizar me pediste que durmiera contigo. —Se encogió de hombros.
Era increíble cómo este chico podía ser tan atento y tierno, menos mal que no se aprovechó de mi, si no, a saber qué hubiera pasado...
—Gracias —Dije avergonzada.
Éste no dijo nada y se levantó de la cama. No era la primera vez que lo veía sin camiseta, pero no me había fijado en nada. Podía apreciar que pequeños abdominales tenía marcados, la V también se le señalaba, su espalda era ancha, y tenía un culo que rellenaba bien los boxer. En pocas palabras la imagen que me estaba dando era un tanto sexy y erótica.
—Maize —Llamó mi atención y aparté la vista corriendo de su cuerpo. Me había pillado observandole. Se sentó en la cama. —Creo que estás empezando a gustarme, no sé si es por los momentos cortos pero agradables que hemos pasado, tu ternura o tu forma de ser, pero siento algo por ti.
Esas palabras hacían eco en mi cabeza, no sabía cómo reaccionar, ni que hacer, ni qué pensar, solo me limitaba a mirarlo a los ojos sin decir nada.
—Tranquila, solo será amistad —Se rascó la nuca levantándose de la cama y dirigiéndose hacia la puerta.
—Andrés —Dije antes de que siguiera con lo que iba a hacer para prestar la atención en mi. —Todo esto es muy complicado para mí. Pero es verdad que yo también siento algo, que no se lo que es, no sé si me gustas, si siento amistad, aprecio. No sé —Alcé las manos y las bajé dando un suave golpe en mis muslos.
—Lo se, y te entiendo perfectamente. Pero si quieres... Podría Ayudarte a olvidar, y ver que hay vida después de la muerte, y que puedes ser feliz —Sonrió.
Suspiré.
Sus palabras me estaban doliendo como dagas directas a mi corazón. No sabía qué hacer. Lo mismo si puede ayudarme.
—Andres, Ayúdame a olvidar —Dije mirándole atenta.
Cuando esas palabras salieron de mi boca, Andrés se acercó a mí, agarró mis mejillas y suavemente rozó sus labios con los míos. Poco a poco el beso se fue intensificando más. Hasta que sentía cosas extrañas, esas sensaciones solo aparecían cuando el estaba cerca de mi y me rozaba.
Paramos por falta de aire y me miró acariciando la mejilla.
—Te ayudaré a olvidar, pequeña —Besó mi frente y se fue hacia fuera.
Me quedé en la misma postura, sentada en la cama, con un revoltijo de emociones en mi vientre que no entendía, y una sonrisa de tonta.
Ese sueño extraño que tuve, me ayudó a abrir los ojos, a saber que habían pasado dos años y podía seguir mi vida, que de todo se sale con ayuda de las personas, y si sientes algo no debes ocultarlo, hay que lanzarse a la piscina de cabeza, por que no sabes si podrás superarlo o no si no lo intentas.
Y creo, solo creo que al probar algo con él, podría superarlo. Aunque Héctor siempre será mi primer amor, pero no el último.
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Feliz año a tod@s mis personitas adorables. Espero que este año esté cargado de buenas cosas.
Besos Santica.
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Ayúdame a olvidar (COMPLETA)
RandomDecidí irme con mi hermano mayor a la casa de la playa, para así olvidar todo lo que un día me hizo mal, para apartar aquellos turbios recuerdos que se reproducen una y otra vez. Al cerrar los ojos; el infierno de ese momento se repite. Así que po...