Capítulo 14

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Narra Kayla.


Las manos de Missis rodeaban mi espalda baja y sinceramente me encantaba estar así con él, lo había soñado muchas veces y al fin se hizo realidad.

Me separé de él con delicadeza, todos los presentes gritaban cosas y yo moría de vergüenza pero por otro lado me daba igual, estaba con él.

Miré por encima de todos para ver dónde estaba Mackenzie pero no daba con ella, era extraño, nunca solía separarse de nosotros.

—Chicos —Dije pero nadie me hizo caso.

No paraban de reírse de cosas de ellos.

—¡Chicos! —Grité y ahora sí capté la atención de todos.

—Que —Dijo Luis.

Éste era el más callado de todos solo hablaba cuando tenía que hacerlo.

—¿Donde está Maize? —Pregunté observando por donde podía llegarme la vista.

—Kayla, relájate, seguro estará debajo de la sombrilla —Añadió Nacho encogiéndose de hombros.

—Voy a mirar

Caminé hacia fuera para ver si estaba allí pero no, no lo estaba, miré por todos lados pero tampoco estaba. Corrí hacia dentro para avisarle a los chicos.

—No está —Dije nerviosa.

—¿¡Qué!? —Gritó Missis con las manos en la cabeza y andando de un lado a otro nervioso. —¿Donde se metió está chica? —Hizo la pregunta al aire.

—Tranquilo, la encontraremos —Respondió Andrés dándole un apretón en el hombro a Missis.

Cada uno nos fuimos por un lado para buscar a Maize.
Nos dividimos en grupos: Andrés y Missis se fueron por un lado, Luis y Nacho se fueron a mirar en algún bar por si estaba desayunando o tomando algo, Martín se fue por la zona de los mercados por si se fue a comprar algo, y yo me fui hacia la otra playa, tampoco podía separarme mucho por si nos robaban algo de las bolsas.

No quería alejarme mucho, pero tendría que hacerlo, le dije a las personas que teníamos al lado que echarán un vistazo a nuestras cosas que iba a ir a buscar a una persona.

También pregunté por la hilera de personas que habían cerca de la playa por si vieron a una chica. Pero ninguno la vio.

Parecia como si la tierra se la hubiera tragado.

Mis nervios habían aumentado de gran forma. Por mi mente pasaba todo lo peor.

Volví a nuestra zona  para ver si ellos había llegado y tendrían noticias de ella.

Los vi de lejos y me olí lo peor de todo.

—Donde está —Dije nada más verlos venir.

—No se  sabe nada de ella... —Dijo Luis cabizbajo.

—Donde se habrá metido —Respondió Missis acariciándose el pelo nervioso. —Como no aparezca en dos horas llamamos a la policía —Añadió.

—Llamala por teléfono —Dijo Andrés.

—Se lo ha dejado aquí —Lo saqué del bolso en el que guardamos todos los bolsos y pertenencias importantes.

Suspiró Alberto.

—Iré a buscarla, no pude desplazarme mucho, así que quedaros vosotros aquí por si llegara, y ya voy a buscarla. —Dije emprendiendo mi camino antes de que me pararan.

Fui hacia el mar mayor, la playa que estaba a lado de la que nos encontrábamos.

Gritaba su nombre pero no optenia respuestas, seguía y seguía y nada.

Al fondo en las rocas; las que separaban las dos playas, había una persona, subí con cuidado, ya que estaban las rocas algo empinadas y puntiagudas. Caminé con mucha cautela y cuando llegué a su altura pude ver a ella. Era Maize por fin la había encontrado.

—Maize —Dije en un tono audible. Estaba al borde y me daba miedo por si se aventaba.

Giró la cabeza mirándome por encima de su hombro y observé que tenía los ojos rojos. Sin duda había llorado y no poco, aún seguía suspirando. Volvió a mirar al frente y me senté a su lado.

Desde aquí se veía todo el horizonte precioso, el sol brillaba por encima del agua.

Ella no decía nada, solo podía oír los suspiros que escapaban  de sus labios y las olas rompiendo en las rocas bajas de donde estábamos.

—¿Que ocurre? —Pregunté poniendo mi mano en su hombro.

Ella echó una mirada larga y volvió a mirar al frente.

—Estoy en esos días en el que las mujeres se sienten más sensibles —Dijo mostrando una vaga sonrisa.

—Puede ser verdad que estés en esos días, ahí no me meto. Pero se al noventa por ciento de que algo te ocurre y no es bueno.

Un silencio sepulcral se formó en el lugar.

Pero entonces rompió el silencio y comenzó a relatar algo.

—Era veinte de diciembre, estaba lloviendo y hacia mucho frío. También era mi aniversario, hacía cinco años que estaba saliendo con Héctor y nos fuimos a celebrarlo. Él quería darme una sorpresa especial, o eso decía —Sonrió pesadamente —Pasamos un finde semana los dos solos, para así avivar la llama de la pasión. —Añadió riendo. —Entonces pasamos el mejor finde semana de nuestras vidas, todo fue romántico y bonito. El domingo nos volvimos a casa, estaba de noche y era una lluviosa y demasiado fría, que esperábamos, era invierno. En un cruce muy estrecho, vino un conductor ebrio, demasiado ebrio. Él quería parar pero le dije que continuará despacio. Entonces el conductor de camiones nos chocó de frente, quedé en coma por un mes, y al despertarme me dijeron que Héctor murió en el acto, murió por mi culpa —Empezó a llorar como nunca antes la había visto. Ya que nunca la había visto de esta forma, y eso que llevamos una semana juntas.

Se me hizo un nudo en la garganta y algunas lágrimas se escaparon, era todo muy triste.

—No fue tu culpa —Le abracé.

—Si lo fue Kayla, si no le hubiera dicho que siguiera ahora mismo él y yo estaríamos juntos, él viviría. —Movió las manos llorando.

—No Maize, tuvo que pasar —Dije acariciando su espalda de arriba a bajo para tranquilizarla.

Lloró abrazada a mi.

—Eso es, sácalo todo —Añadí.

—Por eso estoy así. Ayer fue su cumpleaños, el número veinticinco, y todo esto me recuerda a él. Aquí pasé los mejores veranos de mi vida junto a él. —Suspiró.

—Debes olvidarlo, Maize, te hará bien.

—No te creas... También fui a un psicólogo y no me ayudó en nada, solo hizo que me pusiera peor, las pesadillas han acabado, pero antes al cerrar los ojos lo veía y me echaba la culpa de todo a mi, de haber elegido esa carretera para volver, de decirle que siguiera con cuidado. De todo.

—Tranquila, lo superarás —La abracé por  el  cuello pegándola a mí y besando su frente.

Ayúdame a olvidar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora