Capítulo 11

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Vimos como los cinco subían y se preparaban cada uno con el instrumento musical que tocarían.

Andrés se acercó al micrófono y comenzó a hablar:

—Buenas noches, hoy mi grupo y yo vamos a tocar algunas canciones que muchos conocen, espero que os gusten y disfrutéis.

Dicho esto se puso en su lugar y comenzaron a sonar los primeros acordes de la canción que iban a tocar.

Acto seguido Andrés comenzó a cantar y todas las personas se quedaron observándoles, aplaudían y cantaban con ellos.

Kayla echó varias fotos de diferentes perspectivas y yo saqué mi smartphone y me puse a grabarlos, no sabía que sonaran tan bien. Cuándo los vimos en casa ensayar no sonaban también como aquí.

Terminaron la canción y la gente pedía a gritos otra. Hicieron otra y así sucesivamente. Hasta que llegaron otras personas que querían cantar.

Cuando bajaron todas las personas los felicitaban por la forma en la que lo habían hecho.

Se acercaron a nosotras.

—¿Que tal? —Dijo Missis cuando llegó a mi altura.

—A sido alucinante, no me esperaba que fuerais tan buenos —Sonreí y le di un abrazo.

Para celebrar el éxito que tuvieron encima de ese escenario comenzamos a beber chupitos y mojitos.  También bailamos hasta que los pies nos dolieron.

Cerca las cuatro de la madrugada nos fuimos cada uno a sus casas.

Llegamos y en cuanto pisé la entrada de casa subí corriendo a mi habitación para ponerme el pijama y acostarme, pero antes tuve que quitarme el maquillaje si no, al día siguiente lo tendría corrido y parecería un panda.

Cogí tónico y un algodón quitando cada parte del maquillaje que tenía.

*****

Me desperté, bostecé y miré hacia el techo, hoy es un día demasiado triste para mí, ya que seria el cumpleaños de Héctor. Como lo echaba de menos.

Me levanté de la cama y fui al armario a sacar la caja que tenía llena de recuerdos de los dos, todas las fotos las tenía dispersadas por la cama y las miré una a una.

Una sonrisa vaga escapó de mis labios y unas lágrimas se desvanecieron por mi rostro empapando mi cara.

Me quité las lágrimas, lleve la foto a mis labios, la besé y la puse en mi pecho.

Recité unas palabras:

—Héctor, te echo de menos, me gustaría volver a verte, volver a sentir tus labios, pero creo que es hora de que deje el pasado atrás, que olvide lo que pasó, por que es un suplicio para mí...

La puerta de mi cuarto se abrió y pude ver la cabellera morena de mi hermano.

—Maize, ¿Que qui.... —Dejó la pregunta a medias por que me vio quitándome las lágrimas, no quería que me viera otra vez sufrir. —¿Estas bien? —Añadió dirigiéndose hacia mí y abrazándome.

—Si... —Negué con la cabeza y fingí una sonrisa mientras limpiaba mis lágrimas.

—Se que no estás bien. Hoy es el cumpleaños de Héctor ¿Quieres ir al cementerio? —Dijo acariciándome la cabeza.

—No, no estoy preparada para ir, sé que han pasado dos años, pero aún lo siento, siento que está conmigo, veo sus ojos mirandome, oigo su voz en todos los rincones... —Dije afligida —Pero es hora de dejar esto atrás, de ser fuerte y superarlo aunque me cueste...

—Eso es asi, seguro que logras olvidarlo. No pienses en eso, solo disfruta. Y cuando quieras ir al cementerio avísame que te llevaré encantado. —Sonrió. —Ahora me voy con Kayla, hemos quedado —Añadió.

Asentí, depósito un beso en mi frente y se marchó.

Me quedé sola en el silencio de la habitación, donde solo se escuchaban mis llantos, donde los recuerdos me invadían por completo, donde en este momento todo me recordaba a él.

No aguantaba más este dolor, tenía que sacarlo de alguna forma, pero no podía ir a verlo al cementerio.

Salí a la cocina para desayunar pero no me entraba nada, hice el esfuerzo y me comí una tostada con aceite y sal y un zumo de naranja. Al terminar fui al baño para hacer mis necesidades y me encontré las bragas manchadas de sangre, lo que indicaba que el período me había bajado.

Maldecí por que esto era lo que me faltaba y me cambié de ropa poniéndome una compresa.

Estaba cambiada y decidí ir a dar un paseo así olvidaria este mal rato.

También tenía ganas de que terminara este día nefasto. Y para colmo hoy también me bajó el período.

El universo estaba a mi favor –Nótese la ironía–

Salí de casa y me fui caminando por todo el paseo, me senté en un banco y miré al frente a ver el agua, no podía contener las lágrimas y salieron a borbotones. Me sequé como pude pero era inútil.

Sentí una presencia a mi lado y miré para ver quién era y ahí estaba Andrés, mirando en la misma dirección que yo, llevaba un pantalón de deporte y una camiseta lo que me dio a entender que había ido o iba a hacer deporte.

No dijo nada, tampoco me preguntó que pasaba, solo nos quedamos mirando al horizonte en silencio, viendo como las olas rompían en las rocas.

—Gracias —Dije de repente.

El moreno me miró, y sonrió pero no dijo nada.

Pasamos un tiempo en silencio y me sentía un poco mejor.

—¿Estás mejor? —Preguntó mirándome.

Asentí.

—Andrés, ¿Puedes abrazarme? —Pregunté avergonzada.

Pasó el brazo por mi cuello y me pegó a él. Sin mediar palabras.

Su olor me invadió, me acomodé y me dejé llevar por el momento.

Estaba mucho mejor su compañia y abrazo me había servido de paño de lágrimas.

Andrés y yo nos fuimos a darnos una vuelta, nos compramos un granizado y nos pusimos a caminar por todo el paseo.

—¿Que te pasaba? —Preguntó.

—Hoy es el cumpleaños de una persona que quise demasiado, pero por desgracia ya no está entre nosotros, se fue hace dos años... —Suspiré.

Me miró como si hubiera metido la pata.

—Tranquilo, no es nada... —Añadí al darme cuenta de la expresión que puso.

—Tengo una idea. Eso hacíamos mi hermano y yo cuando faltaba alguien. Nos lo enseñó mi madre —Soltó Andrés de repente.

—¿Que cosa? —Me interesé.

—A la tarde quedamos y te doy una sorpresa.

—No, dime, así podré prepararme.

—Tranquila, quedamos a las siete de la tarde en las rocas de allí —Me señaló unas rocas que llevaban hacia un muelle.

—Pero... —Me cortó poniendo la mano delante de mis ojos.

—No hay peros que valga

Dicho esto salió  corriendo y me quedé mirando al frente. Aparte todo recuerdo de mi cabeza y me fui a casa, habían pasado dos horas desde que salí y me quedé con Andrés.

Ayúdame a olvidar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora