Capítulo 3

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La chica morena con el pelo rizado que nos pilló en casa a mi hermano y a mí en esa situación tan comprometedora –Aunque no estábamos haciendo nada malo– me abrió la puerta mirándome.

—Que quieres —Espetó sería.

—Vengo en son de paz —Alcé las manos —Vine a explicarte lo que viste.

—No tienes nada que explicarme, si es tú novio cuídalo, además lo sea o no, eso no me interesa —Iba a cerrarme la puerta en la cara pero puse el pie lo que hizo que no se cerrara.

—No es mi novio —Respondí y puse la mano en la puerta.

—De verdad que no me interesa.

—Déjame que te explique cabezona —Suspiré y rodé los ojos. 

La chica abrió la puerta apoyando la cabeza en esta y observándome.

—está bien —Dijo rendida.

Sonreí.

—Él no es mi novio, es mi hermano, hermano de sangre. Misma madre y mismo padre —Respondí.

Se quedó pensando en lo que le había dicho.

—¿Enserio? —vi como una pequeña sonrisa se formaba en sus labios

—Si. Estoy siete años sin verlo, ahora mi jefe me dio un mes de vacaciones y decidí venir aquí con él. —Sonreí.

—¿Por que estuvisteis tanto tiempo sin veros? —Preguntó interesada.

—Bueno, él se fue a Londres a estudiar, yo tenía quince años y él veintiuno. Se tiró cuatro años allí, hablábamos por videollamada y tal, después se vino a la playa hasta ahora. No pude verlo antes por el trabajo y demás —Sonreí.

La chica se quedó mirándome y no dijo nada.

Cogí mi móvil, lo desbloqueé y le enseñé una foto en la que él tenía seis años y me tenía entre sus brazos siendo un bebé, me miraba con cariño y protección. 

La vio y sonrió.

—Lo siento por el mal entendido —Dijo afligida.

—Tranquila, no pasa nada. Puedes ir cuando quieras, sabiendo lo que sabes —Reí. —Además llevo aquí un día, y me gustaría tener a alguien con quien salir, hablar y demás

—Perfecto, podrias venir conmigo —Me dijo encogiéndose de hombros.

—Me parece buena idea. Si quieres podemos ir a mi casa, desayunar, y comernos eso que traías en la bolsa

—Lo cojo y voy

La chica se metió para dentro y me giré hacia el coche haciéndole una señal a Missis como que había salido bien. Vi como alzó las manos sacándome el dedo pulgar en respuesta.

La chica salió, cerró la puerta y llevaba la bolsa que le iba a dar a Missis antes.

—Por cierto me llamo Mackenzie, encantada —Le dije estirándole la mano.

—Soy Kayla, igualmente —Agarró mi mano en un saludo amistoso.

Nos dirigimos hacia el coche, nos montamos y puso rumbo a casa.

Cuando llegamos bajamos, y enteramos. Kayla sacó lo que traía en la bolsa que era Donuts y comenzamos a comer.

Podría ser una futura amiga.

Comenzamos a hablar de diversos temas y era agradable hablar con ella. Nos reíamos con algunas cosas que me contaba de Missis los tres años que llevaba allí.
También le conté algunos recuerdos de pequeños.

Estábamos pasando una mañana agradable. Al terminar de comer recogimos las cosas y nos sentamos a seguir hablando.

De repente la puerta sonó y me levanté para ver quién era, cuando la abrí cuatro chicos estaban allí parados.

—¿Esta Missis? —Preguntó un chico de pelo largo.

—¿Quienes sois?

Missis vino detrás de mí hacia la puerta y se puso hablar amigablemente con ellos.

Los invitó a pasar.

Kayla se levantó y saludó a cada uno de ellos con dos besos en la mejilla.

Yo me quedé como tonta mirando aquella escena, por que en ese momento me sentía apartada.

—¿Quiénes sois? —Pregunté más fuerte por que parecía una calcomanía o una pintura.

—Unos amigos —Dijo Missis —Él es Martín —Señaló a un rubio de pelo largo —Este es Nacho —Señaló a un chico de ojos azules —Él es  Luis —Señaló a un moreno con ojos marrones  —Y este último es Andrés —Señaló a un chico de pelo castaño y ojos azules —Ella es Mackenzie, mi hermana —Me señaló a mi.

—No sabía que tenías una hermana —Dijo el de pelo largo.

—Ya lo sabes —Respondió.

—¿Que hacéis aquí? —Preguntó Kayla.

—Venimos a bañarnos en la piscina —Sentenció Luis como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Todos juntos pasaron a la piscina y comenzaron a quitarse las camisetas, se tiraron de cabeza a la piscina y yo me quedé con Kayla en el salón.

—¿Nos bañamos? —Pregunté.

—No traigo bikini —Se encogió de hombros.

—Puedo prestarte uno

Subimos a mi cuarto y saqué los pocos bikinis que tenía. Ella eligió uno y se fue al cuarto de baño a cambiarse, mientras me cambié  en el cuarto.

Cuando salió del baño bajamos a la piscina.

Los chicos no dejaban de jugar como niños pequeños, haciendo ahogadillas, y tirándose en bomba.

Kayla y yo nos sentamos en las hamacas a tomar el sol.

*****

Pasamos un día agradable y cuando fui a darme cuenta ya era la hora de comer, y por la pinta que tenía esto me temia que se quedarían a comer.

Yo no pienso hacer comida para tantos.

—¿Pedimos unas pizzas? —Dijo Andrés.

Todos los presentes dijimos que si incluyéndome a mi.

Llamaron por teléfono y esperamos a que nos las trajeran.
Nos encontrábamos todos en el jardín sentados en el césped artificial y no parábamos de hablar y contarnos cosas. Me sentía comoda con todos ellos.

Aunque mi hermano no me habló a cerca de sus amigos pero me sentía una más entre ellos. Me cayeron bien al igual que yo a ellos. –Eso creía–

Después de un rato grande vino el pizzero con nuestro pedido, esta vez fue Missis quien abrió la puerta y cogió las pizzas. Le pagó.

Vino hacia donde estábamos y nos pusimos a comer.

Al terminar recogimos todo y opté por darme un baño, que pronto se vio interrumpido por todos los amigos de mi hermano, incluyendo a él y Kayla.

Querían hundirme pero no lo consiguieron. No era más veloz que ellos pero si más astuta.

—¿Jugamos a marco polo? —Preguntó Kayla.

Todos asentimos y me tocó quedarmela a mi. Cerré los ojos y comencé a intentar pillar a algunos de los presentes.

Ayúdame a olvidar (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora